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Lázaro Rosa-Violán, el interiorista de moda que no se permitía a sí mismo seguir ninguna moda
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ARQUITECTURA E INTERIORISMO

Lázaro Rosa-Violán, el interiorista de moda que no se permitía a sí mismo seguir ninguna moda

Estar al tanto de sus proyectos repartidos por el mundo desborda. Tanto como seguir las mil ideas que despliega en su discurso el diseñador de interiores español más buscado (y valiente) del momento

Foto: Lázaro Rosa-Violán: criterio, buen gusto, genio y figura. (James McDonald)
Lázaro Rosa-Violán: criterio, buen gusto, genio y figura. (James McDonald)

Resulta un tanto confuso —y a la vez prodigioso, también hay que decirlo— seguir el discurso Lázaro Rosa-Violán (Tánger, 1965). Tanto que hasta lo reconoce: “Soy un poco desordenado con mis respuestas, ¿no?”. Aunque quizá él mismo pasa por ese (maravilloso) caos cuando en su mente se acumulan mil y un argumentos y, por tanto, mil y una respuestas. Ese torrente de ideas debe de ser el habitual modus operandi en su trabajo.

Es la lógica explicación para entender cómo es posible estar a la vez en 200 proyectos de 50 países. “Hay momentos de colapso, sí. A veces no tienes tiempo para dejar un huequecito para cada uno”, confiesa. O dirigir a 210 profesionales en sus estudios de Madrid y Barcelona —y no es exageración alguna: son datos que aporta el propio Lázaro Rosa-Violán—. O cómo lo hace para estar siempre preparado para viajar a cualquier rincón del mundo. Y para estar negociando ideas y presupuestos con los mejores grupos de hostelería del mundo. Sí, seguramente nos encontramos ante quien desde hace más de una década es el interiorista de moda. “¿Quién, yo? Eso es muy subjetivo”, replica.

placeholder Lázaro Rosa-Violán, en su fascinante estudio de Madrid. (F. Z.)
Lázaro Rosa-Violán, en su fascinante estudio de Madrid. (F. Z.)

Bueno, al menos debes ser el interiorista español con más trabajo.

No tengo ni idea.

Dudo mucho que haya en España alguien como tú, insisto, con un volumen de proyectos tan desbordante como el que tienes.

Tan descerebrado como yo, seguro que no. Para meterse en un tinglado como el que tengo montado hay que ser muy valiente.

placeholder Ponga una selva en su vida con Lázaro Rosa-Violán. (Cortesía)
Ponga una selva en su vida con Lázaro Rosa-Violán. (Cortesía)

Porque sí, son innumerables los 'tinglados' en los que está inmerso. Por citar algunos (la lista sería inabarcable), el pasado verano se quedó sin vacaciones para acometer “Lafayette's Paris, el mejor proyecto de restauración que hay ahora mismo en la ciudad”, asegura, para el grupo Moma. También se encuentra en pleno proceso de “renovación de marca” de la multinacional de hoteles y resorts de lujo Shangri-La, “con unos proyectos que te mueres, es un poco sobrecogedor”, según confiesa.

“Para meterse en un tinglado como el que tengo montado hay que ser muy valiente”

Pero sigamos. Más cerca. Ha convencido a la propiedad del Hotel Palace de Madrid —Archer Hotel Capital— para que la 'revolución estética' del mítico establecimiento pase por “volver al concepto de hotel clásico”. Ha tenido que cancelar, por atendernos (¡glups!), su cita con Dabiz Muñoz para avanzar en el nuevo (y superlativo) DiverXo que se inaugura en 2024 en La Finca. “Va a ser un megarrestaurante. Experimentalmente, va a ser un cirio”, reconoce.

Se encuentra inmerso (seguimos) en “otro proyecto totalmente disparatado” que redefinirá “el centro de acción de Madrid”: el edificio Metrópolis, "el del angelote en la esquina de Gran Vía con Alcalá”, donde el Grupo Paraguas instalará un hotel de lujo. Prepara viaje a Grecia “para ver a un señor que no sé cuantísimos hoteles ha comprado”. Y mientras… renuncia a “un proyecto en París para un ruso” y ha dicho que no a un mexicano que se ha presentado —sin cita, pero al parecer cargado con mucho dinero— en la mismísima puerta de su despacho en Madrid, donde nos recibe.

El interiorismo de Lafayette's Paris, el nuevo restaurante de Mona Group en la ciudad de la luz, es obra de Rosa-Violán. (Cortesía)

El momento en el que todo se disparó

“Mi historia está ya más que contada”, dice. Puede ser, pero, por si acaso, seguimos. El relato alude a aquel chaval que con tan solo 8 años ya pintaba y “era el único niño en España que tenía una dispensa” para asistir como oyente a la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Bilbao. “Creía que mi futuro iba a ser un trabajo muy de taller, casi monacal, y la verdad es que estaba contento. Pero tuve la oportunidad de hacer un restaurante en Formentera, me lo pasé fenomenal y salió todo tan bien. Enseguida me llamaron para hacer otro proyecto más grande en Barcelona. Y luego… ¡Pam! ¡Pam! ¡Pam! Inditex, ¡Pam! ¡Pam! ¡Pam! … La verdad es que fue todo muy seguido”.

“Siempre digo que soy la persona que tiene menos orgullo estilístico de la tierra, y lo digo con mucha satisfacción. Eso no significa que no tenga estilo propio, claro”

La frontera entre el creador y el proveedor

“Mi identidad estética no existe. Siempre digo que soy la persona que tiene menos orgullo estilístico de la tierra, y lo digo con mucha satisfacción”. Le recuerdo que en alguna ocasión se ha referido a que no tiene un estilo definido, sino muchos recursos, pero enseguida aclara: “He dicho que no tengo orgullo estilístico, no que no tenga estilo”.

Aunque sí reconoce que cuando se trata de proyectos comerciales, surgen ciertos límites al lado creativo: “Lo que voy a decir suena muy prosaico, pero me considero un proveedor de los proyectos y tengo que ajustarme a ellos. Necesito verme en esa posición de proveedor porque soy muy pasional. Hago proyectos porque me gusta, lo disfruto. Vivo como si fuera el dueño, con todo lo bueno y todo lo malo, porque sufro con todo”.

placeholder Restaurante Black Code, en París, de Rosa-Violán. (Cortesía)
Restaurante Black Code, en París, de Rosa-Violán. (Cortesía)

¿Alguna vez te has quedado sin recursos, sin respuestas?

“Siempre hay respuestas. De todas formas, me gustan los retos, me chiflan las cosas difíciles. Los límites te hacen ser brillante. No se puede decir muy alto, pero pienso que cuanto menos tiempo de reflexión tienes, más correcta surge la solución. No hay que darle demasiadas vueltas a los temas, y esto es aplicable a todos los ámbitos de la vida. El exceso de medios a veces también es un problema para la creatividad”.

placeholder Hotel Gravity Seoul Pangyo, Autograph Collection, de Rosa-Violán. (Cortesía)
Hotel Gravity Seoul Pangyo, Autograph Collection, de Rosa-Violán. (Cortesía)

Ideas que trascienden el paso del tiempo…

“Nunca digo: ‘Vamos a hacer un proyecto atemporal, que no pase de moda’; no lo digo, pero tiendo a pensarlo. Me gusta creer que los espacios que proyectamos van a tener una vida larga. Además, me pongo en la piel de los clientes, y no puedes hacer algo para que dure dos días. Es un gran error de los diseñadores de ahora. Muchos trabajan primero para que se note su sello, algo que a mí no me parece necesario”.

… y no persiguen las modas

“Me molesta cuando un sitio es demasiado trendy. Y si nosotros caemos en algo así, también me enfada. Luego intento arreglarlo. Mando un camión y le damos la vuelta. Soy de esos. Solemos trabajar con una paleta de materiales 'históricos': la madera, la cerámica… que te llevan a un mundo más atemporal, pero estamos muy atentos a las nuevas tecnologías y materiales. Tengo también un punto un poco doméstico. Siempre hay un cable, hay algo colgando por ahí… Esos detalles humanizan mucho los proyectos”. (Risas).

placeholder 53 Dubai, ubicado en el piso 53 del Sheraton Grand Hotel. (Cortesía)
53 Dubai, ubicado en el piso 53 del Sheraton Grand Hotel. (Cortesía)

La importancia del baño

“Siempre he trabajado mucho en los cuartos de baño de los locales porque es el sitio donde el cliente se queda solo, y pensará: ‘Si estos tíos se han gastado este dinero y han echado horas a hacer un proyecto para sorprender en los cuartos de baño, la cocina seguro que está al mismo nivel’”.

placeholder Cerca de 200 proyectos en 50 países diferentes. Es el volumen de trabajo que maneja hoy por hoy el estudio de interiorismo de Lázaro Rosa-Violán, repartido entre Barcelona y Madrid. (Cortesía)
Cerca de 200 proyectos en 50 países diferentes. Es el volumen de trabajo que maneja hoy por hoy el estudio de interiorismo de Lázaro Rosa-Violán, repartido entre Barcelona y Madrid. (Cortesía)

Un antes y un después en el interiorismo

“El covid ha cambiado todos los hábitos y el corta-pega ya no funciona. La gente busca experiencias, originalidad… quiere un ¡shock! Y creo que es algo que tiene relación con el trauma”. Sin embargo, Rosa-Violán alerta sobre el peligro del llamado 'efecto wow'. “Es extenuante. No puedes estar '¡wow! ¡wow!' todo el rato. Madrid, por ejemplo, está wow en muchas cosas. Opino que en Madrid, además, hace falta conexión entre la sociedad y el diseño. Todo el mundo va un poco por su cuenta, aunque puede ser un mal internacional”.

placeholder Interior del Waldorf Astoria Lusail, en Doha, Qatar, por Lázaro Rosa-Violán. (Cortesía)
Interior del Waldorf Astoria Lusail, en Doha, Qatar, por Lázaro Rosa-Violán. (Cortesía)

Una lectura del presente creativo

“El interiorismo ha adoptado unos hábitos del mundo de la moda a la hora de hacer algo mucho más pasajero y tendencioso. Gran error. Una cosa es cambiarse de jersey y otra pintar una casa de rosa porque esté de moda; así se va a quedar diez años, hasta que vuelvas a tener pasta para arreglar el desaguisado”.

“Autocopiarse es fácil y eso nunca lo he permitido en mi despacho”

La visión del profesional de hoy en día

“En España, el interiorista se dedica a copiar. Lamentablemente es así. Yo no voy de mesías de nada, pero sí que he tenido claro que cada vez tenía que hacer una cosa distinta”, asegura, advirtiendo sobre un peligro: “Autocopiarse es fácil y eso nunca lo he permitido en mi despacho. Intento dar un paso adelante siempre”.

Resulta un tanto confuso —y a la vez prodigioso, también hay que decirlo— seguir el discurso Lázaro Rosa-Violán (Tánger, 1965). Tanto que hasta lo reconoce: “Soy un poco desordenado con mis respuestas, ¿no?”. Aunque quizá él mismo pasa por ese (maravilloso) caos cuando en su mente se acumulan mil y un argumentos y, por tanto, mil y una respuestas. Ese torrente de ideas debe de ser el habitual modus operandi en su trabajo.

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