Analizamos el principio del fin de 'El cuento de la criada' dirigido por Elisabeth Moss
Tras ver los tres primeros capítulos (dos de ellos dirigidos por la propia protagonista de la serie), hablamos de cómo ha evolucionado la serie y en qué lugar se encuentra actualmente
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En 2017 llegaba a nuestras vidas 'El cuento de la criada'. Los pocos que aún no conocían la novela de Margaret Atwood se la compraron tras ver la serie de Hulu. Esos lectores volvieron a convertir en número uno la historia de Defred (June) y su vida en la distópica República de Gilead. En la trama, el país que antaño fue Estados Unidos ahora es una dictadura puritana de inspiración bíblica, ideada a partir del Antiguo Testamento.
June, embarazada y esclava de la familia de un comandante, ha perdido, como el resto de las de su género, todos sus derechos. Su única misión es procrear mientras echa de menos a su marido, que logró huir a Canadá, y a su hija Hannah, cuyo paradero desconoce. Una falsa distopía que nos habla no solo de cómo sería un mundo dominado por los hombres sino cómo es, en realidad, un mundo dominado por los hombres.
Porque 'El cuento de la criada', obra que ya se adaptó a principios de los 90 en una película muy serie B protagonizada por Natasha Richardson, cada vez se parece más a nuestra realidad. Y más aún en un Estados Unidos en el que Trump carga contra la diversidad, intenta imponerse en conflictos internacionales y maneja un discurso vehemente y poco diplomático, estableciendo aranceles y proclamando una especie de autarquía sin precedentes en el país del chicle y las hamburguesas.
Siendo realistas, vivimos un mundo casi tan oscuro como la propia serie, que cosechó, sobre todo en sus dos primeras temporadas, críticas excelentes. Este martes, Max ofrece el arranque de la última temporada, la sexta. Tres capítulos (y posteriormente uno semanal) que comienzan con un viaje en tren que nos reconecta con unos personajes que, a estas alturas, ya conocemos de sobra.
Términos como las 'marthas' (mujeres fértiles de cierta edad para tener hijos), ángeles(soldados de la República de Galaad) o 'comandantes' (los señores que esclavizan sexualmente a las criadas) son de sobra conocidos por todos aquellos que han visto una serie que, ya desde la segunda temporada, se empezó a apartar de la novela original y voló libre y con rumbo propio, creando tramas y subtramas que nada tienen que ver con Atwood. Una bifurcación que no siempre la ha beneficiado
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De ahí que 'El cuento de la criada' haya ido perdiendo espectadores por el camino; fans de la serie que no han sido testigos de momentos como (atención, SPOILER) la muerte del comandante Waterford (un perverso y a la vez atractivo Joseph Fiennes) a manos de las criadas en el final de la cuarta temporada. O las idas y venidas de la rivalidad entre June y Serena, mujer de Waterford, tras quedarse viuda y embarazada; después de instalarse en Toronto y tratar de encajar en una nueva vida. Ese antagonismo es el que protagoniza, precisamente, el primer capítulo de esta temporada.
Un episodio que, como el segundo y algunos de los últimos (incluyendo el esperadísimo final) han sido dirigidos por la propia protagonista, Elisabeth Moss. Una actriz de la que, una vez más, es imposible apartar la mirada.
Volvamos a la trama: las dos féminas, antaño enemigas acérrimas, viajan en el mismo tren con sus respectivos bebés: June con Nichole, fruto de su romance con Nick Blaine, chófer de los Waterford, y Serena con Noah. El acercamiento entre ellas parece inevitable. "El enemigo de mi enemigo es mi amigo", le dice la viuda Waterford a la que fuese su criada mientras ella no deja de desconfiar de una persona que, básicamente, siempre fue su represora.
Ese pasado oscuro acaba provocando un (alerta SPOILER) linchamiento de las mujeres contra Serena en el tren; un momento en el que la protagonista decide si es ejercer de amiga o de enemiga. La protagonista ayuda a su antigua señora a salir del tren cuando docenas de señoras quieren atacarla al grito de "jodida traidora". Tras el tenso viaje, ella misma se acaba reencontrando con su madre (en un memorable final del primer capítulo) y decidirá dejar a su hija al cuidado de la abuela para volver a participar en la lucha.
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En los dos primeros capítulos, la Moss directora sabe captar el espíritu visual y narrativo de una serie que la ha convertido (si dejamos de lado a la icónica Peggy de 'Mad Men') en todo un icono. El primero se desarrolla principalmente en la locomotora, y la tensión resulta palpable gracias a los luminosos y breves flashbacks, que contrastan con la fotografía ténebre que siempre ha sido una de las señas de identidad de la ficción.
Si las dos primeras temporadas mostraban interiores que parecían cuadros de Vermeer y convertían a Gilead en una pesadilla elegante, repleta de una violencia sofisticada y exquisita, la oscuridad aumenta en la nueva tanda de episodios. También los primeros planos. Las miradas kubrickianas de June, a lo Álex en 'La naranja mecánica', se multiplican por mil y las secuencias más duras vuelven a poseer un nervio que para sí quisieran otras series. La presión ante el mencionado ataque de Serena en el tren, por ejemplo, supone una secuencia de acción modélica, tanto por cómo está rodada como por la interpretación de Moss y de Yvonne Strahovski.
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Todo luce en pantalla: las tomas aéreas y el vestuario demuestran que estamos ante uno de los productos audiovisuales más cuidados de los últimos años. Tampoco falta emoción, con esos finales llenos de cámaras lentas y montajes paralelos (el reencuentro de June y su madre, por ejemplo). La tensión, y eso es un logro tras tantos capítulos, parece seguir intacta tras las mil desventuras de los personajes. Aun sin haber visto el resto de episodios y a la espera del gran final que cierre la serie, se puede decir que estos tres cumplen su cometido. También que están hechos para fieles.
Aquellos que se bajaron del barco hace tiempo y se quieran poner al día pueden sufrir cierta sensación de hartazgo. Se puede llegar a la conclusión de que, pese a mantener las formas y la inquietud que la hicieron grande, 'El cuento de la criada' debería haber terminado hace tiempo. Una duda razonable hacia una producción que mantiene el nivel de entretenimiento pero que se ha estirado lo suficiente (como los, ya casi paródicos, planos de sufrimiento de Moss) como para perder ese halo de metáfora definitiva de nuestro tiempo que una vez tuvo.
En 2017 llegaba a nuestras vidas 'El cuento de la criada'. Los pocos que aún no conocían la novela de Margaret Atwood se la compraron tras ver la serie de Hulu. Esos lectores volvieron a convertir en número uno la historia de Defred (June) y su vida en la distópica República de Gilead. En la trama, el país que antaño fue Estados Unidos ahora es una dictadura puritana de inspiración bíblica, ideada a partir del Antiguo Testamento.