Melania y su sombrero ¿contra Donald Trump?: analizamos sus gestos con un experto en lenguaje no verbal

La segunda investidura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos estuvo cargada de simbolismo, momentos solemnes y anécdotas que no han pasado desapercibidas para los analistas. Sin embargo, entre todos los detalles, uno de los temas que más ha llamado la atención ha sido el atuendo de Melania, sobre todo por la pamela que escogió. Las redes se han incendiado desde entonces con la teoría de que la exmodelo escogió ese diseño para poner una barrera física al contacto de su marido, pero ¿es esto cierto? El director del Instituto Internacional de Análisis de la Conducta, Cristian Salomoni, ha resuelto para Vanitatis este y otros interrogantes sobre la toma de posesión del empresario.

Melania, que a partir de ahora retoma su rol de primera dama, eligió para la ocasión un conjunto oscuro que destacó por su elegancia y por un complemento que robó todas las miradas: un sombrero canotier de ala ancha, muy ancha. Tan solo se podía distinguir parte de su nariz, sus labios y su mentón, por lo que escondió todas sus facciones. Este accesorio, según algunos expertos en protocolo, podría haber sido una decisión cuestionable para un acto de este calibre, dado que no se lo quitó ni durante el himno nacional.

De acuerdo con las normas de etiqueta, las mujeres no están obligadas a descubrirse la cabeza en el interior porque el complemento forma parte de su estilismo, pero en los últimos años se ha convertido en un acto habitual en momentos solemnes. Cristian Salomoni, psicólogo y analista de lenguaje no verbal, aporta una perspectiva todavía más interesante: “Es posible que su intención fuera evitar todos esos memes que crea su expresión facial en sus apariciones, una herramienta para disimular todas esas emociones que podía expresar con la cara durante la toma de posesión”.

Melania es consciente de que su rostro suele ser analizado al detalle y, por eso, optar por cubrir parte de él es una forma de ahorrarse las interpretaciones erróneas de sus muecas. Sin embargo, esta decisión también la hizo parecer distante e inaccesible. De hecho, el criminólogo critica que no se le viera prácticamente la cara, lo que le parece una mala decisión porque los ojos son el espejo del alma. “Cortó cualquier tipo de comunicación, prácticamente estaba invisible”, explica.

Uno de los momentos más comentados de la ceremonia fue el intento fallido de Trump de acercarse a su esposa. El sombrero de Melania se interpuso entre ambos, dando lugar a un beso en el aire que las redes no tardaron en destacar. El director del el Instituto Internacional de Análisis de la Conducta asegura que sus gestos de complicidad siempre han sido objeto de especulación y que determinan que la suya es “una relación compleja y turbulenta”. Es imposible adivinar si el objeto fue un obstáculo premeditado o una simple casualidad, pero el experto tiene clara una cosa: el problema fue del presidente de Estados Unidos. “Tenía que haber optado por un beso en la mano, pero insistió en buscar un contacto más cercano que terminó en una situación torpe”, comenta.

El atuendo de la exmodelo también ha generado debate por otros motivos. Aunque en su etapa anterior como primera dama fue criticada por optar por diseñadores europeos, en esta ocasión lució un diseño de una firma estadounidense, una decisión alineada con el eslogan de su marido: “America First”. Salomoni considera que esto es un intento de transmitir coherencia: “Finalmente, está apostando por marcas nacionales, aunque algunas de estas aún se niegan a vestirla. Sin embargo, el color oscuro de su conjunto descolocó a muchos, ya que no es lo habitual en una ocasión festiva como esta”.

Un Trump más poderoso que nunca

En contraste con la postura reservada de su mujer, Donald Trump se mostró exultante durante toda la ceremonia. Su discurso inaugural, cargado de promesas y referencias a su resiliencia tras los escándalos y el atentado que sufrió, estuvo acompañado de un lenguaje corporal dominante. “Se mostró como un líder seguro, aferrándose al atril con fuerza, como el macho alfa, y manteniendo una postura que denotaba control y poder”, analiza Salomoni. Sus gestos amplios y enérgicos reflejaron que “se siente más fuerte que nunca” al haber salido indemne de todos los escándalos que le rodearon durante la campaña, como los casos de abuso sexual.

Tras el acto oficial, el presidente firmó varias leyes y no dudó en exhibir su firma con aspavientos teatrales. Es un clásico de Trump: mostrar que cumple lo que promete, pues, como afirma el experto, es una forma de decir que desde el primer momento va a trabajar en lo que dice su argumentario político. Pero el criminólogo se fija en una cosa concreta: lanza los bolígrafos "como si fuera una estrella del rock". Considera que esta acción es una muestra más de su excentricidad.

El papel de los hijos y la figura de Barron

La familia Trump, como en ocasiones anteriores, tuvo una presencia destacada en la investidura. Los cinco hijos del presidente estuvieron en primera fila para apoyarlo en este día tan importante. Entre ellos, Barron, el más pequeño del clan, captó gran parte de la atención debido a su impresionante estatura, que supera los dos metros. A sus 18 años, ha ganado protagonismo en la esfera pública y, según fuentes cercanas, ha jugado un papel clave en la campaña de su padre, asesorándolo sobre plataformas de comunicación adecuadas.

Salomoni destaca como esa importancia se trasladaba en su lenguaje corporal durante la toma de posesión: “Ahora tiene un rol muy fuerte. Lo vimos muy cerca de su madre durante la ceremonia, y sus gestos de cariño hacia ellos contrastaron con el ambiente más protocolario del evento”. El analista también señala que, en comparación con eventos pasados, el joven parece haber asumido un papel más relevante en la narrativa familiar dada su posición estratégica en todas las imágenes de la ceremonia en las que sale en casi primer plano.

Por otro lado, Ivanka Trump, conocida por su fuerte presencia mediática, se mostró sonriente y cercana, reafirmando su posición como uno de los principales apoyos de su padre. Eric, Donald Jr., y Tiffany completaron el cuadro familiar, con momentos de interacción que denotaron unidad frente al público. La inminente llegada del primer hijo de esta última también añadió un toque de celebración a un día cargado de simbolismo.

La relación entre Donald y Melania Trump sigue siendo uno de los aspectos más comentados de su vida pública. Aunque han mostrado momentos de cariño en el pasado, gestos como el beso fallido de esta investidura refuerzan la percepción de una relación compleja. La comunicación no verbal entre ambos refleja tensión. Melania, con su elección de atuendo y su actitud distante, parece querer marcar un espacio propio, mientras que el presidente, que las victorias las consigue en la esfera política, insiste en mantener una imagen de unidad pública.