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Alfredo Perez Rubalcaba, un hombre bueno que disfrutaba de sus paseos por la playa de Niembro
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UNA GRAN PERSONALIDAD

Alfredo Perez Rubalcaba, un hombre bueno que disfrutaba de sus paseos por la playa de Niembro

En estos últimos años, el sustitutivo deportivo eran sus caminatas por la playa de Niembro (Asturias), donde se le seguirá recordando con su bañador tipo Meyba.

Foto: Rubalcaba en una imagen de archivo. (EFE)
Rubalcaba en una imagen de archivo. (EFE)

La muerte repentina de Alfredo Pérez Rubalcaba ha dejado un gran vacío. Y no solo a su familia directa, amigos íntimos y colaboradores cercanos, sino a todos aquellos que le trataron en vida.

El día en que se hizo público su ingreso en el hospital tras sufrir un ictus, no se esperaba que fuera irreversible. Sus alumnos de Química Orgánica, materia que impartía en la facultad de Ciencias Químicas en la universidad Complutense de Madrid no daban crédito este jueves al empeoramiento de su profesor al escuchar el último parte que daba del hospital Puerta de Hierro.

[LEA MÁS: Muere Rubalcaba, hombre clave en la abdicación y en el 'caso Botsuana' del Rey]

La sorpresa inicial ante la noticia se convertía en tristeza. Muchos de esos alumnos han acudido al Congreso de los Diputados donde estaba la capilla ardiente para dar el ultimo adiós al profesor Rubalcaba. Semblantes tristes y comentarios coincidentes: "quién lo iba a imaginar, qué pena, se ha ido un gran hombre", eran algunos de ellos.

Cuando decidió dejar la política activa y volver a las aulas, Rubalcaba tuvo que reciclar conocimientos. Nada más, porque el trato personal con sus alumnos siempre fue el mismo, donde la cordialidad era el punto de partida. Ese trato era el que también utilizaba con sus colaboradores y compañeros de partido. Cercano, amable y facilitando la vida en vez de entorpecerla. Esa manera de ser la trasladaba a los miembros de la oposición una vez que se habían tirado los trastos en las sesiones de control al Gobierno.

placeholder Alfredo Pérez Rubalcaba en una imagen de archivo. (Reuters)
Alfredo Pérez Rubalcaba en una imagen de archivo. (Reuters)

Precisamente uno de los políticos con los que tuvo importantes enfrentamientos fue con el ex presidente Rajoy, con quien a la vez mantenía una gran amistad mas allá de las diferencias ideológicas. Les unía su afición por el Real Madrid y compartieron muchas jornadas futboleras. La periodista Pilar Cernuda confirmaba ese buenísimo entendimiento personal: "Les hemos visto pelear pero luego su relación era espléndida. Hablaban el mismo lenguaje. Eran estadistas y patriotas. Y por eso se respetaban y tenían mutuo aprecio, cosa que no ha pasado con otros personajes de su mismo partido".

La clave de su perfil también la da Cernuda: "Lo que importaba de Rubalcaba era su personalidad y lo hemos visto ahora que ha fallecido. Ha sido el político mas importante sin ser presidente de Gobierno".

placeholder Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en una imagen de archivo. (EFE)
Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en una imagen de archivo. (EFE)

Entre las muchas anécdotas vividas con Rubalcaba, Pilar Cernuda desvela una de las situaciones mas sorprendentes que compartió con el: "Habíamos quedado para hablar. No recuerdo cuál era la situación concreta pero sí que había problemas muy gordos. Me dijo "vente a Moncloa y cenamos". Cuando llego me encuentro en el despacho la mesa puesta y la televisión encendida con el fútbol. Ante mi cara de sorpresa me avisa, "vemos el partido mientras cenamos, te explico las jugadas y luego ya hablamos". Y así lo hicimos. Era un forofo del Real Madrid y del fútbol en general. También del cine. Cuando dejó la política activa solía acudir con su mujer Pilar a las salas del Zoco de Majadahonda. A la salida se volvían caminando hasta su piso en la urbanización cercana".

Entre sus cualidades no estaba la puntualidad y las personas cercanas y menos cercanas que quedaban con el sabían de antemano que llegaría tarde. Y estos retrasos no eran por sus obligaciones profesionales y políticas sino porque formaba parte de su perfil. El ingenio y la ironía también al igual que su afición deportiva. Fue velocista en su etapa universitaria de cien y doscientos metros lisos y llegó a ser seleccionado para el equipo nacional.

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Alfredo Pérez Rubalcaba y su mujer, Pilar Goya, en una imagen de archivo. (EFE)

En estos últimos años, el sustitutivo deportivo eran sus caminatas por la playa de Niembro (Asturias), donde se le seguirá recordando con su bañador tipo Meyba de los años ochenta paseando por la orilla con su mujer. Y otras veces con su íntimo Jaime Lissavetzki, amigos desde la infancia en el colegio de El Pilar.

Era muy tradicional en su manera de vestir y se colocaba el estilismo de veraneante al llegar a su casa de Bricia. Aunque había nacido en Solares (Cantabria), donde vivían familiares, montaba su cuartel general en esta localidad del concejo de Llanes al que iban llegando los sobrinos y amigos para compartir días de ocio que podían terminar en cenas y almuerzos en su restaurante preferido, Parrera y el Barral.

Todos los que le trataron le recordarán como un hombre bueno, generoso y divertido al que echarán de menos.

La muerte repentina de Alfredo Pérez Rubalcaba ha dejado un gran vacío. Y no solo a su familia directa, amigos íntimos y colaboradores cercanos, sino a todos aquellos que le trataron en vida.

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