Los Rivera, los Jurado, los Dúrcal... Las claves que convirtieron ricas herencias en malditas
Sus vidas se han alejado de una pacífica convivencia en el momento en que una suculenta herencia ha entrado en juego
Nunca nadie pudo imaginar que una grieta tan ancha como la que se ha abierto entre Isabel Pantoja y su hijo, Kiko Rivera, podría aflorar de la manera en que lo ha hecho. El pequeño del alma de la tonadillera, su primogénito, su incondicional, ha dado un puñetazo en la mesa que aún está retumbando.
El motivo, además de las quejas del hijo por las desatenciones maternas, es, una vez más y como ha ocurrido en otros clanes familiares famosos, una polémica herencia.
Los Rivera, los Jurado y los Dúrcal, tres de las sagas familiares más conocidas del mundo artístico, con tres divas de la canción a la cabeza, han visto cómo sus vidas se han alejado de una pacífica convivencia en el momento en que una suculenta herencia ha entrado en juego. En algunos casos, las asperezas se han limado. En otros, continúan y crecen.
Los Rivera: la decepción de tres hijos
A la muerte de Francisco Rivera, Paquirri, en 1984, le sucedió una guerra entre los miembros de su familia que colea hasta hoy. Kiko Rivera y sus hermanos por parte de padre, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, se convertían en herederos. Isabel Pantoja, en su viuda.
Pero el reparto del patrimonio del torero generó fricciones nunca resueltas.
Francisco y Cayetano siempre han acusado a Isabel Pantoja de no quererles dar objetos pertenecientes a su padre, que aseguran que les corresponden y que tienen, para ellos, un gran valor sentimental. Incluso, algunos miembros de la familia han asegurado que la tonadillera llegó a abrir una caja fuerte de Cantora y a vaciarla antes de que nadie pudiera comprobar lo que había dentro.
En medio de este cruce de reproches y acusaciones, Kiko Rivera siempre se mantuvo al lado de su madre, hasta ahora.
El DJ ha confesado temerse lo peor: que no se haya respetado la voluntad de su padre. Este enfado de Kiko no es comprendido hoy por Ramón Calderón, uno de los mejores amigos de Paquirri y el abogado que defendió los intereses de Kiko Rivera, que tenía seis meses de edad en el momento de la muerte del torero.
En una reciente entrevista concedida a Paloma Barrientos, Calderón afirma que "Al ser Kiko menor de edad, tenía que tener un representante que defendiera sus intereses. Y por eso afirmo que conozco perfectamente cómo fue la herencia y ni él ni nadie puede sentirse perjudicado. Lo que se hizo no fue fácil porque había dos mujeres, tres hijos, tres hermanos... No era fácil encajarlo, lo hicimos y todos estaban contentos"
"La repartición fue absolutamente justa. Cada hijo recibió lo que le correspondía y con la viuda se hizo una capitalización de su tercio. Se hizo el cómputo, se valoró y la herencia se convirtió en ocho herederos.", añade.
Kiko Rivera, en sus recientes y explosivas declaraciones sobre su madre, hace especial referencia a la finca 'Cantora. "Cuando tenía 18 años fui con mi madre a firmar algo. Yo era un cabeza perdida, y si mi madre me decía ‘firma esto’, yo lo hacía”. Isabel Pantoja es poseedora del 50 % de la finca, pero Kiko asegura ahora que él nunca lo cedió de manera consciente.
Estas declaraciones chocan directamente con las afirmaciones del notario Emilio Esteban-Hanza, que fue quien certificó el documento que madre e hijo cumplimentaron en su notaría de Fuengirola referido a la propiedad de Cantora y la situación legal de la finca de Medina Sidonia. En una reciente entrevista a Paloma Barrientos, Esteban-Hanza afirmaba: “Fue hace mucho tiempo. Lo que sí quiero dejar claro es que ningún cliente puede sentirse engañado. Que no quepa ninguna duda de que cuando se firma un documento público, una escritura pública, a las partes se les lee el documento y se asegura que conozcan la información y los efectos eventuales de lo que están rubricando. Al pasar de los años, uno puede imaginar lo que quiera. Lo que aseguro es que la regla general sin excepciones es esta. No se firma un documento si las partes que están presentes no entienden, asumen y consienten plenamente.
Los Jurado: una hija contra el resto de la familia
En el año 2006, Rocío Jurado moría víctima de un cáncer de páncreas. Ella fue el nexo de unión de toda su familia. La relación de los miembros de la misma parecía idílica. Pero el reparto de la herencia hizo aflorar la auténtica verdad. Antes y después de la muerte de la cantante ya existieron roces familiares, problemas que continuaron en el momento del reparto del patrimonio de la artista.
7 millones de euros fueron motivo de disputas que terminaron con la división definitiva de la familia en dos grupos: Rocío Carrasco contra el resto.
Rocío Jurado trató de beneficiar a todos con su patrimonio de la manera más justa. A su hija Rocío Carrasco le dejó varias propiedades, entre ellas, la finca El Administrador, en Chipiona, y la tercera parte de la casa de La Moraleja, esta última con la voluntad de que fuera vendida en un plazo de dos años y repartido el patrimonio entre ella y sus hermanos, Gloria Camila y José Fernando. Carrasco también fue la heredera universal del patrimonio musical de su madre, así como de sus pertenencias personales y profesionales.
Para sus hermanos, Amador y Gloria Mohedano, Rocío Jurado dejó la finca Los Naranjos, a repartir entre ambos. Gloria también se quedó con la casa de Chipiona Mi Abuela. Por su parte, Amador recibió una nave industrial en San Sebastián de los Reyes. Fernando, el hijo de Amador, también recibió una nave de características similares.
Pero Rocío Carrasco comprobó que en el reparto no se estaba cumpliendo la legítima y que los herederos directos (ella y sus hermanos) estaban recibiendo menos de lo que les correspondía. Con la ley en la mano, reclamó.
El resultado final es que la hija de la Jurado vive al margen de su familia, distanciada completamente de ella. Según Amador y otros miembros de la familia, Carrasco actúa manipulada por su pareja, Fidel Albiac. Muchos le ven como el hombre en la sombra que mueve los hilos en beneficio propio.
Demasiadas acusaciones, habladurías y exposiciones mediáticas de trapos sucios que Rocío Carrasco parece que no ha estado dispuesta a aguantar, prefiriendo hacer su vida lo más alejada posible de su familia.
Los Dúrcal: una herencia oculta y una demanda al padre
En marzo de 2006, el mundo de la canción se teñía de luto al perder a una de las estrellas más destacadas de nuestro país: Rocío Dúrcal. La artista dejó una suculenta herencia valorada, en un principio, en 2 millones de euros, además de joyas, solares, locales y algunas propiedades que conformaban el legado que recibirían en herencia sus tres hijos, Carmen, Antonio y Shaila.
Lo que Rocío Dúrcal nunca imaginó es que, dos años y medio después de su muerte, sus hijos Carmen y Antonio demandarían a su padre, el cantante Junior, por desavenencias relacionadas con la herencia.
La polémica estalló cuando Antonio descubrió que existía una herencia oculta, propiedades y cuentas en el extranjero, no incluidas en el testamento, y que elevarían el mismo a los 4 millones de euros.
En 2009, Carmen, Antonio y Junior se vieron las caras en los juzgados. En medio de la guerra, Shaila, que vivía en México, intentaba mediar y mantenerse al margen de la disputa.
La guerra entre padre e hijos duró tres años, pero finalmente lograron llegar a un acuerdo extrajudicial. A partir de entonces, su relación mejoró. Cuando Junior murió en 2014, mantenía una excelente relación con sus tres hijos.
En el programa de ‘Mi casa es la tuya’, Shaila explicó en 2019 aquel bache familiar: “Como familia siempre hemos estado unidos, pero luego viene el tema del dinero y demás, se cabrean unos con otros y también hay problemas que llevas arrastrando… Pero se soluciona”.
Nunca nadie pudo imaginar que una grieta tan ancha como la que se ha abierto entre Isabel Pantoja y su hijo, Kiko Rivera, podría aflorar de la manera en que lo ha hecho. El pequeño del alma de la tonadillera, su primogénito, su incondicional, ha dado un puñetazo en la mesa que aún está retumbando.
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