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El día que Rocío Jurado se hincó de rodillas ante su hija para que no se fuera
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El día que Rocío Jurado se hincó de rodillas ante su hija para que no se fuera

La cantante chipionera siempre tenía abierta su casa, donde le gustaba celebrarlo todo. Tuvo tres amores importantes a lo largo de su vida, y no le gustaba que la consideraran un sex symbol

Foto: Rocío Jurado, durante una actuación. (EFE)
Rocío Jurado, durante una actuación. (EFE)

El 14 de septiembre de 2004, Rocío Jurado reunía a los periodistas en su chalé de La Moraleja, al que la prensa había bautizado como Villa Jurado. Tenía que anunciar una noticia. Nadie ajeno a su círculo más íntimo podía intuir lo que le depararía el futuro. Que ese mismo jardín de las celebraciones familiares era el escenario para transmitir en una rueda de prensa emotiva y sincera que tenía cáncer, que debía trasladarse a Estados Unidos para seguir una terapia específica. “Voy a luchar como una jabata para seguir estando con todos vosotros y con mi familia, que me necesita. Me ha tocado, pero no me voy a hundir, ni a bajar la guardia”, decía ante la mirada atónita de los presentes, incapaces de procesar la información.

Villa Jurado era el lugar de referencia para la familia, los amigos y todos los que en algún momento tuvieron un lazo de unión con 'la más grande'. Este apodo sirvió de presentación en una gala de la televisión de Miami y con él se quedó. En el chalé de la calle Montealto, la 'jefa' reunía a su gente a comer los sábados, los domingos o el día que fuera. Era una casa de puertas abiertas y como a la artista le gustaba celebrarlo todo, siempre había algo que festejar. Desde la primera comunión de Rociito hasta sus cumpleaños y también los de Pedro Carrasco, primero, y Ortega Cano después.

placeholder Rocío Jurado, disfrutando con su familia y amigos en 2003. (Cordon Press)
Rocío Jurado, disfrutando con su familia y amigos en 2003. (Cordon Press)

En el porche de Villa Jurado presentó a Gloria Camila y José Fernando cuando llegaron de Colombia. Y de ahí también salió la primogénita para vivir en Argentona con Antonio David Flores, un chico de profesión guardia civil. Después la vida le llevo a él y a Rocío Carrasco por otros derroteros. La madre, conocedora de los errores de juventud, pidió a la joven de 18 años en la puerta de la casa que meditara su decisión. Y cuando lo contaba escenificaba la escena: “Me 'jinqué' de rodillas para que no se fuera”.

Tras volver a España, una vez que le hicieron la primera revisión en Houston, no se quejaba y lo que decía era que no había que darle más vueltas: “Tengo a mi Virgen de Regla”. Con ella no se enfadó y sí con Dios: “Cuando murió mi padre, que fue el hombre que más he querido, me encerré en una ermita y le dije al Cristo que estaba en el altar todo lo que le tenía que decir, que no fue bonito”. De lo que renegaba cuando ya era una gran figura era que dijeran de ella que era una sex symbol. “Tengo un cuerpo voluptuoso, pero antes que mi físico, soy artista y mujer de mi tiempo”.

placeholder Rocío Jurado, Ortega Cano y sus hijos, viendo pasar a la Virgen de Regla en Chipiona. (CP)
Rocío Jurado, Ortega Cano y sus hijos, viendo pasar a la Virgen de Regla en Chipiona. (CP)

Su padre, su madre (que se quedó viuda a los 36 años) y su hija Rocío Carrasco fueron sus grandes amores incondicionales. En el apartado pareja aseguraba: “Solo me he enamorado de verdad tres veces en mi vida”. Hubo tres hombres importantes, Enrique García Vernetta, Pedro Carrasco y Ortega Cano. Con el primero mantuvo una relación de 14 años y, aunque Rocío quiso casarse, Vernetta no se decidía y cortaron. Al año y medio de esa ruptura le daba el 'sí, quiero' a Pedro Carrasco. Con el tiempo apareció Ortega. Una boda en Yerbabuena con protagonistas de copla. El torero y la folclórica se juraban amor eterno con retransmisión televisiva. “Nunca imaginé que me volvería a casar y que iba a ser tan feliz”, decía tiempo después, mientras anunciaba que José y ella iban a adoptar a Gloria Camila y José Fernando.

Este domingo, el programa 'Hormigas blancas' presenta el documental de la vida de Rocío Jurado, que fallecía en Villa Jurado el 1 de junio de 2006. Han pasado catorce años y en este tiempo la situación familiar nada tiene que ver con lo que hubiera sido de vivir la artista. Enfrentamientos y resentimientos entre los miembros del clan que a día de hoy siguen sin resolverse.

El 14 de septiembre de 2004, Rocío Jurado reunía a los periodistas en su chalé de La Moraleja, al que la prensa había bautizado como Villa Jurado. Tenía que anunciar una noticia. Nadie ajeno a su círculo más íntimo podía intuir lo que le depararía el futuro. Que ese mismo jardín de las celebraciones familiares era el escenario para transmitir en una rueda de prensa emotiva y sincera que tenía cáncer, que debía trasladarse a Estados Unidos para seguir una terapia específica. “Voy a luchar como una jabata para seguir estando con todos vosotros y con mi familia, que me necesita. Me ha tocado, pero no me voy a hundir, ni a bajar la guardia”, decía ante la mirada atónita de los presentes, incapaces de procesar la información.