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25 años sin Rafaela Aparicio: el triste final de la cómica que enamoró a los españoles
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25 años sin Rafaela Aparicio: el triste final de la cómica que enamoró a los españoles

La actriz de las 'españoladas' y de películas tan importantes como 'Mamá cumple cien años' o 'El Sur' falleció en una residencia y pocos compañeros se acordaron de ella hace ya un cuarto de siglo

Foto: Rafaela, en 'Mamá cumple cien años', de Carlos Saura. (CP)
Rafaela, en 'Mamá cumple cien años', de Carlos Saura. (CP)

Cualquiera que haya visto ‘Cine de barrio’ en las últimas décadas la reconocerá y se habrá reído con ella: una señora bajita, rechoncha, de voz peculiar y maneras agitadas y nerviosas. Esa mujer, que bien podría ser una de las hadas de ‘La Bella Durmiente’ de Disney o una de las adorables ancianas de ‘Arsénico por compasión’, se llamaba Rafaela Aparicio. Su presencia en innumerables películas españolas (muchas de ellas las mal llamadas ‘españoladas’, pero también en obras maestras como ‘Mamá cumple cien años’ o ‘El Sur’) fue el condimento perfecto para que estas fuesen auténticos taquillazos. Rafaela nunca fue una estrella, pero las películas que contaban con ella tenían el éxito garantizado.

La muerte de la actriz, hace ahora 25 años, fue uno de los acontecimientos más tristes de la vida social de nuestro país. Y no solo porque supuso una pérdida irreparable para nuestro humor y nuestra cinematografía. Fue triste por la forma en la que ocurrió: Aparicio falleció en La Santina, una residencia madrileña, acuciada por el alzhéimer. Ella no era la única que se había olvidado de todos. Muchos de los que la rodearon tampoco parecían recordarla. El 10 de junio de 1996, pocos compañeros asistieron a su entierro en el cementerio de San Justo. Rafaela representa lo peor que le puede ocurrir a un actor: la demostración de que, pese a quedar inmortalizada en el cine, era una persona corriente; un ser humano que podía caer en el más terrible de los abandonos y del olvido.

placeholder Rafaela (segunda por la derecha), en 'La casa de los Martínez'
Rafaela (segunda por la derecha), en 'La casa de los Martínez'

Contaba el periodista Manuel Román que, en pleno delirio, la actriz pedía a sus enfermeras de la residencia que la vistiesen rápido porque iba a “llegar tarde al estreno”. Sin embargo, los estrenos se habían acabado hace tiempo. Al menos para ella.

Tras formar parte del reparto de películas como ‘El extraño viaje’ (1964), esa joya de la comedia negra dirigida por Fernando Fernán Gómez, el momento de mayor esplendor de Rafaela fue el de finales de 60, cuando formó parte de ‘La casa de los Martínez’, como su eterna compañera de profesión, Florinda Chico. Ambas sabían lo que era ‘servir’ (así se decía entonces) delante de las cámaras. De hecho, el público confundía la ficción con la realidad y, de vez en cuando, algún espontáneo pensaba que también eran ‘chachas’ en sus quehaceres cotidianos.

placeholder Rafaela Aparicio, en una portada de 'Teleprograma'.
Rafaela Aparicio, en una portada de 'Teleprograma'.

Hija de un marino mercante convertido en empresario taurino y teatral, Rafaela vivió una infancia itinerante. Nació en Marbella, pero la temprana muerte de su madre hizo que su padre y ella se mudasen a La Carolina. Más tarde recaló en Sevilla y poco después en Córdoba. Aunque dio clases dos años como maestra, fue el mundo del teatro el que la acabó atrapando para siempre. Los libretos y los guiones se colocaron por encima de las pizarras y los lapiceros de colores. Su andadura en las tablas continuó cuando desembarcó en Madrid junto a su padre en 1931. No era la más alta ni la más guapa, pero su peculiar humor supuso una extraordinaria carta de presentación para un público ávido de risas.

Por aquella época, la Menúa, como la llamaban, se casó con su primer y único marido. El matrimonio, que ella calificó como el ‘mayor error’ de su vida, apenas duró un año y medio. Después le robó el corazón un viudo convertido en actor, Erasmo Pascual. Con él tuvo dos hijos y una vida discreta y feliz. El periodista Manuel Román también evocaba en ‘Chic’ las dos versiones que la propia Rafaela le dio acerca de su relación. En cierta ocasión, la actriz le explicó que habían vivido felices sin necesidad de casarse. En otra, cambió de historia y dijo que sí había pasado por el altar en Barcelona. Según contaba, un fatídico incendio de la iglesia en plena Guerra Civil habría acabado con toda la documentación que acreditaba la boda. En cualquier caso, Erasmo fue el padre de su hijo y de su hija, y también una de las personas fundamentales de su vida.

placeholder Con María José Cantudo en 'El secreto inconfesable de un chico de bien'. (CP)
Con María José Cantudo en 'El secreto inconfesable de un chico de bien'. (CP)

Tras ser la compañera de Gracita Morales en ‘Sor Citroen’, chinchar a Paco Martínez Soria en mil y una películas o ser la anciana que baja de una especie de silla-ascensor en ‘Mamá cumple cien años’, Rafaela Aparicio conquistó a un amplio público. Conforme fue envejeciendo, se convirtió en una pálida sombra de lo que una vez fue. La comedia desarrollista de los años 60 la había convertido en un icono, pero el tiempo no tuvo piedad con ella. El 9 de junio de 1996 falleció a causa de una trombosis en una residencia. Tenía 90 años y pocos se acordaron de ella. Solo Andrés Pajares, Luis Varela, Juanjo Menéndez, Julia Martínez, Rafael Hernández o el director teatral Antonio Guirao pasaron por su velatorio. Su hijo mostró, en declaraciones a ‘El País’, que no estaba muy contento con lo ocurrido. Cuando le preguntaron cómo se sentía por las flagrantes ausencias, Erasmo Jr. no titubeó: “Tal y como me encuentro más vale que no conteste a esa pregunta, porque hoy estoy muy caliente”.

25 años después de su muerte, la intérprete, su voz gruñona y su pelo encrespado forman parte de la memoria sentimental de muchos españoles. Además, representa la gran paradoja de muchos intérpretes: la Rafaela Aparicio persona murió sin el calor de sus compañeros, pero la Rafaela Aparicio actriz seguirá apareciendo en nuestras televisiones durante décadas y décadas. La magia del cine... y la tragedia de la vida.

Cualquiera que haya visto ‘Cine de barrio’ en las últimas décadas la reconocerá y se habrá reído con ella: una señora bajita, rechoncha, de voz peculiar y maneras agitadas y nerviosas. Esa mujer, que bien podría ser una de las hadas de ‘La Bella Durmiente’ de Disney o una de las adorables ancianas de ‘Arsénico por compasión’, se llamaba Rafaela Aparicio. Su presencia en innumerables películas españolas (muchas de ellas las mal llamadas ‘españoladas’, pero también en obras maestras como ‘Mamá cumple cien años’ o ‘El Sur’) fue el condimento perfecto para que estas fuesen auténticos taquillazos. Rafaela nunca fue una estrella, pero las películas que contaban con ella tenían el éxito garantizado.

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