El lenguaje corporal de Ana Obregón en la presentación del libro que empezó a escribir su hijo, Aless Lequio
Analizamos los gestos de la artista al detalle en su multitudinaria rueda de prensa para reconocer lo que no dicen sus palabras y sí su comunicación no verbal
Tremendamente emocionada, la intérprete se rodeaba de numerosos medios de comunicación que querían cubrir la rueda de prensa de la presentación del libro ‘El chico de las musarañas’ en Madrid. Ana reconocía con los ojos llorosos la emoción que sentía en un día en el que se ha mostrado seria, pero también sonriente.
En varias ocasiones ha tenido que secarse las lágrimas de los ojos, que no han dejado de estar brillantes en ningún momento. Con cuidado, se las secaba tratando de no estropear su maquillaje. En general no se ha tocado el pelo, salvo en momentos muy puntuales. Sin duda, lo más llamativo ha sido el pestañeo continuo y el brillo de sus ojos. Se ha mostrado serena, con una sonrisa pintada en los labios, aunque con nostalgia.
Pestañeaba mucho y podíamos ver como hacía algunos parones en los momentos más emotivos. El parpadeo continuo puede indicar nerviosismo, según los expertos en lenguaje no verbal. Incluso se tocaba la frente con la mano, tratando de ocultar su emoción por momentos y no venirse abajo. Muy agradecida, comenzaba la rueda de prensa rompiendo a llorar al ver un vídeo en memoria de su hijo, Aless Lequio.
Por momentos, agarraba un pañuelo de papel en una de sus manos mientras la otra sujetaba el micrófono. Ha recordado numerosos momentos para explicar cómo se gestó este proyecto a partir de un texto que escribió Aless. Lo hacía mirando hacia arriba e incluso se emocionaba cuando miraba hacia el cielo afirmando: “Allá donde esté”.
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También miraba hacia abajo sintiéndose triste, pero su sonrisa perenne indica que también está alegre a la vez por haber podido cumplir los tres deseos que le pidió su hijo. En ocasiones tenía que mojarse los labios con la lengua, un gesto que, cuando es recurrente, es utilizado para calmar los nervios y las inseguridades, según indican los expertos en comunicación no verbal. Así puede tranquilizarse y ganar seguridad.
Incluso hemos podido verla con sentido del humor en alguna ocasión, como cuando ha mencionado a una avispa de la sala, riéndose a carcajadas, para no hablar demasiado de la polémica suscitada por la gestación subrogada. Con las emociones a flor de piel, en algunos momentos se le entrecortaba la voz, símbolo de que ha tratado de mantener la entereza, pero aún sigue afectada por la muerte de su hijo a los 27 años.
Ha habido varios momentos en los que ha querido ponerse seria, cerraba los ojos más tiempo de lo habitual y dejaba la sonrisa a un lado. Ha sido cuando ha narrado que recibió una llamada desde el móvil de Aless, que llevaba años apagado en un cajón. Y cuando ha querido reprender al padre de su hijo, Alessandro Lequio, por no ponerse en contacto con ella ni ir a conocer a la pequeña Ana Sandra.
Tremendamente emocionada, la intérprete se rodeaba de numerosos medios de comunicación que querían cubrir la rueda de prensa de la presentación del libro ‘El chico de las musarañas’ en Madrid. Ana reconocía con los ojos llorosos la emoción que sentía en un día en el que se ha mostrado seria, pero también sonriente.
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