Álvaro Falcó, "devastado" en el funeral de su madre, es arropado por sus tías, Natalia Figueroa y amigos
Al tanatorio de La Paz no dejaron de llegar amigos de Álvaro Falco y del resto de la familia como Alonso Aznar, María Zurita o Carmen Lomana, entre otros
La muerte de Marta Chávarri ha sido una de las noticias más inesperadas y trágicas. Muy poco se sabía de la vida que hacía desde que abandonó su espacio público como personaje social de primera categoría.
Había pasado unos años difíciles con subidas y bajadas de ánimo que preocupaban a sus hermanas Isabel y María. La primera ha sido a lo largo de estos años su doble, su pareja, su ángel de la guarda, su confidente, su amiga incondicional. Una relación muy estrecha que se rompió el viernes 21 de julio.
“No sé lo que voy a hacer ahora sin ella. Estábamos siempre juntas, nos contábamos todos, nos reíamos, lo pasábamos muy bien. Nos íbamos a ir de vacaciones. Ahora ya no está. No me lo puedo creer”, explicaba sin poder aguantar las lágrimas cada vez que alguna de las personas que acudieron al tanatorio recordaba anécdotas de su hermana querida.
Y quien tampoco podía contener la tristeza y viajó desde Ibiza, donde ya había comenzado las vacaciones familiares, era Natalia Figueroa, que ha sido siempre, y hasta los últimos días de vida de Marta, una segunda madre. Siempre pendiente de sus sobrinas desde que Matilde Figueroa falleció a los 37 años, cuando los hijos eran muy jóvenes.
La familia Martos Figueroa fue el puerto de atraque de la bella exmarquesa de Cubas cuando llegaron las tormentas tras su separación de Alberto Cortina y del accidente doméstico que sufrió al caerse y romperse la mandíbula.
En realidad, la tía Natalia fue siempre ese reducto afectivo de todos los hermanos Chávarri, pero sobre todo de Marta, la más vulnerable. Fue la más consciente de la muerte de su madre en una edad donde la necesidad del apoyo y el entendimiento maternal es imprescindible.
Y así lo recordaba la tía Natalia en el tanatorio de La Paz, adonde acudió junto con su hija Alejandra para arropar a Álvaro Falcó, a sus sobrinos Isabel, María y Gonzalo y a Fernando y Carlos, hijos del segundo matrimonio del embajador y cuñado Tomás Chávarri. “Es terrible. Aún no puedo procesar lo que ha pasado. Me parece imposible. Con lo feliz que estaba por el nacimiento de Philippa… Es muy injusto”, contaba mientras recibía el pésame de las amistades que acudieron a dar cariño y calor al hijo que, como él mismo contó, están “devastados”.
Esta palabra y la de incredulidad eran el denominador común de familiares y amigos de Marta Chávarri, de la que decían: “La recordaremos siempre por esa sonrisa que tenía, que incluso en los malos momentos la mostraba con las amigas. Aunque supiéramos que no se encontraba bien”.
La dura realidad y el juego del destino ha sido que precisamente ahora estaba feliz, ilusionada y con ganas de compartir las ganas de vivir con su hijo y con su nuera, Isabelle Junot, que habían sido padres hacía muy poco tiempo.
Desde las siete de la tarde que llegó el féretro al tanatorio de La Paz no dejaron de llegar amigos de Álvaro Falco y del resto de la familia. Entre ellos estaban los hermanos Cortina Lapique, Felipe y Carlos, Xandra Falcó y su hermano Manuel, Fátima de la Cierva y sus hijos, Duarte y Aldara, Paloma Thomas de Carranza, Alonso Aznar, Tomás Terry, María Zurita o Roberto Torreta, visiblemente emocionado, como el resto de asistentes.
A las nueve y media de la noche hubo una misa funeral oficiada por el padre Cruz, uno de los sacerdotes que también ofició hace unos días la boda de Tamara Falcó. La marquesa de Griñón, prima de Álvaro Falcó e íntima amiga de Isabelle Junot, se enteró de la tragedia del fallecimiento de su tía Marta Chávarri en su viaje de luna de miel. Ni aunque hubiera querido viajar España le habría dado tiempo para llegar al tanatorio. Dado el impacto de la muerte, tanto el hijo como la hermana de Marta, Isabel, tomaron la decisión de acortar los tiempos para evitar más sufrimiento.
La muerte de Marta Chávarri ha sido una de las noticias más inesperadas y trágicas. Muy poco se sabía de la vida que hacía desde que abandonó su espacio público como personaje social de primera categoría.