Fallece Massimo Stecchini, el último gran amor de Marisol

Hace años que Pepa Flores y Massimo Stecchini decidieron compartir sus vidas y así ha sido hasta la madrugada de este sábado cuando fallecía en su domicilio de Málaga. El diario 'Sur' daba la trágica noticia confirmando su muerte a causa de un infarto. Había pasado por una etapa complicada de salud de la que se había recuperado. Ni los amigos ni la familia imaginaban que de un día a otro sucediera la triste noticia. Una vez concluidos los trámites, el cuerpo de Stecchini fue trasladado al tanatorio de Parcemasa, donde han ido llegando los íntimos para apoyar a la actriz, que ha estado acompañada por sus hijas y hermana.

Nunca llegaron a casarse y tampoco había razón para ese trámite. Se conocieron por casualidad hace treinta y cinco años cuando la actriz entró en la pizzería Trastevere en la avenida Cánovas del Castillo. Fue uno de los primeros locales de comida italiana que se abrió en Málaga. El destino hizo que Marisol y unos amigos entraran en el restaurante. Y repitió. Unas veces con sus hijas y otras sola.

Hay que recordar que para la estrella (aunque ella no quiera serlo) este tipo de menús eran sus preferidos. Muchos años antes y junto a su marido y padre de sus hijas, Antonio Gades, tenían un restaurante en la calle conde de Xiquena al que bautizaron con el nombre Casa Gades. Los platos principales eran las pizzas en todas sus variantes, la carbonara y los huevos fritos con morcilla y patatas fritas. Una mezcla gastronómica especial y a precios populares. Era habitual ver a Pepa Flores, al bailarín y las hijas comiendo en el comedor. Y por la noche a Sabina, Aute o Alberto Cortez, que si se terciaba cantaban cuando ya se echaba el cierre.

Cuando Pepa Flores se divorció y se instaló en Málaga para vivir una existencia tranquila fuera de los focos y del interés mediático, la pizzería Trastevere se convirtió en uno de sus lugares preferidos. Y allí estaba Massimo compaginando trabajo y familia porque el local pertenecía a su padre, después a su hermano y en la actualidad lo regentan los sobrinos (con la participación del tío Mass de una manera menos directa). En los últimos años y tras la pandemia, el trabajo cotidiano con horario y a pie de obra ya no formaban parte de su agenda laboral.

Acudía para echar una mano y, por supuesto, para reunirse allí con “la Pepa” (como la llamaba), las hijas y los nietos. En realidad, donde pasaban tiempo era en la Axarquía. En la ruta de los pueblos blancos, en Moclinejo, la pareja tenía su campo, su Xanadú privado. A treinta kilómetros de Málaga, era la escapada preferida de ambos, donde cultivaban en su huerta productos que después servían para los menús de Trastevere: tomates, pimientos, alcachofas, berenjenas y también habían plantado árboles frutales.

Igual que sucedía en Málaga, donde era habitual ver a Massimo y Pepa paseando con los perros por La Malagueta, en Moclinejo era lo mismo. No llamaban la atención porque la actriz quiso ser una ciudadana normal y vivir feliz. Hace poco, en 'Lazos de sangre', su hermana Vicky contaba que no era cierto que renegara de haber sido Marisol. La decisión que tomó cuarenta años atrás la ha mantenido.

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R. R.

Y ahí estaba Massimo Stecchini para apoyarla en todo. Cuando algún reportero le iba a buscar para pedir alguna declaración cuando salía o entraba en la pizzería, siempre se comportaba de una manera cordial, educada y sonriente, pero sin dar explicaciones de nada que tuviera que ver con la vida de su pareja. El destino que jugó un papel destacado en aquel encuentro en la pizzería ahora le ha quitado a Pepa Flores sus buenas cartas. La tarde del domingo hubo un recuerdo para el que fue el hombre tranquilo que la hizo feliz durante más de tres décadas a la protagonista de 'Tómbola'.

Contaba el periodista Jesús Hinojosa otra anécdota de ese destino que juega sin que lo sepan sus protagonistas en el diario 'Sur'. “En 1962, cuando Marisol regresó a Málaga de visita tras el éxito arrollador de sus primeras películas, se hizo una foto con un niño de tres años en sus brazos. Aquella Pepa Flores de 14 años no podía imaginar que, décadas después, ese pequeño sería su compañero sentimental”. Descanse en paz.