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¿Sabía el Rey de la exclusiva de Vanity Fair?
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¿Sabía el Rey de la exclusiva de Vanity Fair?

La polémica continúa en torno a la princesa Letizia. Cuando no son los brackets el debate gira en torno a la no entrevista que la princesa

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¿Sabía el Rey de la exclusiva de Vanity Fair?

La polémica continúa en torno a la princesa Letizia. Cuando no son los brackets el debate gira en torno a la no entrevista que la princesa concedió a Vanity Fair. Las propias explicaciones que da la revista son mucho más esclarecedoras que cualquier desmentido que facilita el gabinete de prensa de Zarzuela.

Para todos aquellos que a estas alturas no estén al tanto, la entradilla decía lo siguiente: “Oficialmente los príncipes no conceden entrevistas. Si hemos hablado con ellos para este reportaje no podemos contarlo”. Estas dos frases parece que han sentado fatal en el entorno real. No hay que ser muy hábil para saber que esa licencia permite confirmar lo desmentido por los funcionarios del palacio. Incluso hay quien va más allá y habla de un enfado del titular de la Casa cuando la polémica de la exclusiva estaba en su máximo apogeo y que de hecho eclipsó en parte el encuentro de don Juan Carlos y Obama.

El caso es que en ambas situaciones -Yo Donna, Vanity- se organizó un lío que se podía haber evitado. A no ser que efectivamente el Rey, como apagafuegos institucional lo sea también en el ámbito familiar y de ahí que la decisión última fuera la de no favorecer a nadie. Según las informaciones que circulan en ambientes del poder confirman de nuevo el encuentro exclusivo en la Casa de Asturias (así denominada por los amigos) o de los bambis, como bautizaron los niños Urdangarin a la mansión de las primas Leonor y Sofía por los muchos ciervos que hay en los alrededores.

El caso es que personas que conocen casi de primera mano la génesis del trabajo de Vanity validan la noticia que adelantó Vanitatis el sábado pasado y esta información no desdice en absoluto el valor del reportaje publicado por la revista que dirige Lourdes Garzón. El posado gráfico existió y el encuentro personal también. Éste duró algo más de cuarenta minutos, donde efectivamente se trataron temas personales que después se validaron a través de las declaraciones de terceras personas.

El fotógrafo realizó su trabajo en excelentes condiciones igual que anteriormente se hizo con Obama en la zona privada de la Casa Blanca. Profesionales que habitualmente cubren la información de los príncipes y por lo tanto tienen un gran conocimiento del material gráfico que se hace aseguran que la foto de portada final fue un posado en toda regla. Cuando hay un acto oficial o cena de gala, los fotógrafos y redactores deben llegar con varias horas de antelación. Se colocan en un “corralito”, detrás de un cordón de seguridad. A continuación aparece la Primera Familia, que posa para todos en el mismo lugar.

En el caso del reportaje de Vanity fair no fue así. Tuvo -como así se pactó- un previo que serviría como colofón al perfil gráfico de la princesa. Y a no ser que se tratara de otra publicación, el príncipe aparecería siempre como complemento y no como titular o elemento principal. De todas formas y polémica aparte, lo ideal sería que ahora que la esposa del heredero le ha tomado gusto al tema, organizara una hoja de ruta para dejarse entrevistar aparte de por la agencia Efe, por ejemplo, por alumnos de periodismo de una universidad  pública, por niños del  tipo de los que aparecen en el programa de Bertin Osborne, por amas de casa para comentar con ellas el precio de la merluza y de la barra de pan o de trabajadores de la OCU (organización de consumidores y usuarios) para enseñarles cómo se reclama un recibo de cualquier empresa de servicios. (Ver entrevista)

A estas alturas, con brackets o sin ellos, con exclusiva o sin ella todos queremos más. Y por aquello de hacer un acto de fe y creer efectivamente que nunca existieron encuentros exclusivos me pregunto si pudiera ser que la princesa tuviera una doble que va por libre y es la que organiza las polémicas. De todas formas ya hay varias frases relacionadas con doña Letizia que están a punto de convertirse en clásicas. La primera de ellas tiene que ver con la ortodoncia. A partir de ahora y según una especialista en tendencias ya no se va a decir “estoy hasta el moño” sino "hasta los brakets” o “no me toques los brackets” para definir momentos complicados o de hartura. Y la otra anécdota se relaciona con una expresión verbal de la esposa del heredero. Ocurrió en un desfile de Cibeles. Una persona de la organización se dirigió a una periodista y le preguntó: “¿Y tú en que trabajas?”, y la profesional, emulando a Letizia, le dijo con sorna: “Por la moda hija, para tratar de mejorar la moda de mi país”.

En la entrevista de Vanity Fair, la princesa explica que cuando Leonor quiere saber a qué se dedica, le dice: “Mama, ¿tú en qué trabajas? “. “Por España, para tratar de mejorar mi país”.

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