Guerra fría entre Alfonso Díez y los hijos de la duquesa de Alba por la herencia

Alfonso Díez, aconsejado por amigos abogados, ha decidido mover ficha con respecto a las últimas voluntades de la duquesa de Alba. De hecho, la próxima semana se reunirán en Madrid los abogados de ambas partes. Por un lado, el representante legal de los Alba y por otro, el del viudo. En principio, y salvo que cambien las condiciones a última hora, será una cita entre abogados únicamente y no estarán presentes ni Alfonso Díez ni ninguno de los hijos de la duquesa de Alba.

No hay exigencias, ni presiones por parte de Díez, pero quieren que se aclare cómo está la situación patrimonial. La duquesa no dejó nada escrito, pero sí dijo que a su marido había que cuidarlo; incluso se trató la cantidad que en concepto de pensión debería recibir Alfonso. En su momento no se cerró este tema porque al duque consorte le daba mucha angustia pensar en la muerte de su esposa y nunca lo llegó a hablar directamente con ella, pero el “hay que dejar arreglado a Alfonso” es una frase que los amigos sevillanos escucharon reiteradamente en boca de Cayetana.

En esa reunión también se tratará el asunto de la tasación de obras de arte y mobiliario sin catalogar que formarían parte de los lotes de la herencia. Se han minimizado estas últimas voluntades al compararlas con la cifra de la cesión en vida, pero las cantidades que se barajan, aunque menores, no dejan de ser importantes. No obstante, estos lotes están todavía en proceso de análisis. Se trata de cuadros y objetos que forman parte de una serie de lotes a repartir entre los descendientes directos de la duquesa, incluido Alfonso Díez.

Según explicaba el duque de Huéscar a Vanitatis, “las tasaciones de las obras de arte que no forman parte del legado de la fundación no han terminado aún. Los expertos continúan con su trabajo”. En este sentido, también hay dudas por el lado del entorno del viudo, desde donde aseguran que “Alfonso no quiere líos, pero lo que tampoco puede suceder es que haya un silencio total con respecto a toda esa información”. No obstante, como recalcan estas amistades letradas del exfuncionario, “cualquier heredero tiene derecho a solicitar una segunda valoración de las tasaciones”.

El 20 de noviembre de 2104 moría la duquesa de Alba. Semanas después, el 16 de noviembre, el albacea abría el testamento en uno de las dependencias del palacio de Liria en presencia de su viudo y de los seis hijos. No hubo sorpresas, ya que el grueso del patrimonio, que ascendía a 206 millones de euros, ya lo había repartido la aristócrata años atrás. Alfonso no tenía derecho a nada de lo anterior, pero sí en cambio al 26% de estas últimas voluntades, como marca la ley.

Los que lo han tratado lo definen como “una buenísima persona. Un hombre muy cauto y, sobre todo, muy íntegro que no quiere organizar ningún revuelo público”. Estas mismas personas exponen que “no quiere ver que de todas formas, haga lo que haga, habrá gente que piense que estuvo con la duquesa para medrar”. También dicen que si efectivamente hubiera querido rentabilizar su relación, lo habría hecho sin problemas. Y no lo hizo. De los palacios de Dueñas y Liria se marchó con lo que había llegado. Un dato que avala la manera de ser es el referido a la casa de Sanlúcar, que pronto la pondrá a la venta. La duquesa de Alba no se la compró. Le dejó 120.000 euros que Alfonso devolvió con una indemnización que recibió al ganar una demanda. Ahora le quedan 60.000 euros de hipoteca.