Es noticia
Menú
Verónica Blume, Martina Klein y Judit Mascó, “las tres rubias de Barcelona” suman fuerzas por un espíritu zen
  1. Noticias
DE TOPS A MUJERES, MADRES Y EMPRESARIAS

Verónica Blume, Martina Klein y Judit Mascó, “las tres rubias de Barcelona” suman fuerzas por un espíritu zen

La primera de ellas acaba de abrir un centro de yoha en Barcelona con las otras dos tops como madrinas. Verónica asegura que esta disciplina le lleva al lugar de tranquilidad que necesita

Foto: Martina Klein, Verónica Blume y  Judit Mascó en Barcelona
Martina Klein, Verónica Blume y Judit Mascó en Barcelona

Después de tantos años de levantarse a las 5 am para hacer el saludo del sol, han concretado en un fruto palpable. Verónica Blume (38) ha cumplido uno de sus sueños, abrir su propio centro de yoga. Cuando la top encontró el local, en el mismo Poble Sec que alumbró a Joan Manuel Serrat, aquello era un zulo, un agujero oscuro y frío. Hoy es The Garage, cuya decoración es enteramente mérito suyo, si bien uno de los lados está decorado con retratos cedidos por el fotógrafo Manuel Outomuro. “El mundo ya se puede volver loco, que el yoga me da la un lugar de tranquilidad que necesito. Me lo paso mejor conmigo misma que con el mundo. Los días que no practico, mi hijo me lo dice enseguida”. El hijo de Verónica, Liam (a punto de cumplir los 13), que cuando era pequeñito la acompañaba a todos los festivales, mide hoy 1,70 y está en una pubertad marcada por la NBA y el fútbol. “Ya volverá”, barrunta su madre.

Verónica ha llevado como madrinas de su inauguración a dos buenas amigas y tan exitosas como ella, Martina Klein y Judit Mascó. “Pasamos de ser unas niñas a evolucionar a mujeres, madres y empresarias. Nuestra complicidad es muy especial. Somos las tres rubias de Barcelona (risas) y siempre nos hemos reencontrado. Es para mí muy emotivo que me acompañen hoy”. Ninguna de las tres quiere pronunciarse sobre la reciente separación de una amiga común, Nieves Álvarez. “Me parece muy triste la noticia y espero que todos estén bien”, deja ir Blume como concesión.

La vida sentimental de Verónica es puro misterio. Como ella misma, tan difícil de aprehender como la bruma de ese amanecer que tanto le gusta. No tiene pareja conocida y cuando está sola, es por decisión propia. ¿Ayuda a suplir el yoga la falta de novio? “Nooo. Te ayuda a estar bien contigo misma y a no necesitar una pareja para llenar un vacío. Cuando esa pareja llegue, estarás tan entera, que será maravilloso y durará toda la vida”. Queremos que Blume se aleje del zen y acudimos al refranero español. ¿Está su vaso medio lleno o medio vacío? “Está… Muy bien, gracias”.

Pese a lo etérea que parece y a que es vegetariana desde hace 20 años, Verónica a no es ajena a la pasión carnal. Tampoco una proselitista del yoga ni una fundamentalista de la vida sana. Al contrario: “He tenido pareja que se despertaba muy tarde y comía hamburguesas sangrientas. Y se levantaba para freír beicon. ¡En mi cocina! Pero cuando una está enamorada… Igual a él le ponía nervioso que yo me levantara a las 5 de la mañana. No soy radical. También me tomo una copa de vino, ¿eh? No soy una santa”. Afirma la exmodelo que el amor nace de lo cotidiano, de lo normal y de compartir y que incluso los opuestos se complementan, si bien Mr. Bacon pasó a mejor vida y su cocina vuelve a estar limpia.

Explica Verónica que el centro que acaba de inaugurar no funciona por mensualidades sino por clases, que son constantes –de hecho la entrevista se acaba porque debe comenzar una y los alumnos esperan, entre ellos, Martina Klein– y en la que podrá el cliente apuntarse a través de la web. Todo modernísimo: booking on line, clases específicas, workshops, retiro urbano, eventos culturales y de moda, brunch en el hotel de al lado, salidas a la naturaleza, etc. “Estaré siempre. Eso de monto un negocio, pongo mi nombre y me largo, no. Yo tuve un hijo para criarlo y un centro para dirigirlo”. Mucha suerte.

Después de tantos años de levantarse a las 5 am para hacer el saludo del sol, han concretado en un fruto palpable. Verónica Blume (38) ha cumplido uno de sus sueños, abrir su propio centro de yoga. Cuando la top encontró el local, en el mismo Poble Sec que alumbró a Joan Manuel Serrat, aquello era un zulo, un agujero oscuro y frío. Hoy es The Garage, cuya decoración es enteramente mérito suyo, si bien uno de los lados está decorado con retratos cedidos por el fotógrafo Manuel Outomuro. “El mundo ya se puede volver loco, que el yoga me da la un lugar de tranquilidad que necesito. Me lo paso mejor conmigo misma que con el mundo. Los días que no practico, mi hijo me lo dice enseguida”. El hijo de Verónica, Liam (a punto de cumplir los 13), que cuando era pequeñito la acompañaba a todos los festivales, mide hoy 1,70 y está en una pubertad marcada por la NBA y el fútbol. “Ya volverá”, barrunta su madre.

Yoga Barcelona
El redactor recomienda