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Hablamos con la novia de Pablo Ráez: “Él es mi guía y mi luz”
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Entrevista con la novia de Pablo Ráez

Hablamos con la novia de Pablo Ráez: “Él es mi guía y mi luz”

Andrea, la novia y heredera del legado de Pablo Ráez, mantiene vivo el espíritu luchador del atleta en la gala contra la leucemia en Marbella

Foto: Pablo Ráez y su novia. (Redes sociales)
Pablo Ráez y su novia. (Redes sociales)

Andrea, el gran amor de Pablo Ráez, es junto a la familia del joven, la encargada de mantener vivo el testigo del héroe que ha hecho historia por su lucha contra la leucemia. La novia del atleta hacía su primera aparición pública tras la muerte de su gran amor. A ella no le gustan los focos, es tímida y no quiere convertirse en un personaje que esté en el punto de mira. Apareció acompañada de su hermana Claudia en la gala contra la leucemia de la Fundación Cesar Scariolo, donde Pablo Ráez era homenajeado.

Andrea Gutiérrez mantuvo una charla con Vanitatis en la que afirmaba: “Pablo va siempre dentro de mí. No son solo palabras, lo siento en cada segundo. Es mi guía y mi luz”. La joven profesora de 27 años anda buscando el sentido de su vida tras la marcha de él. Su referente es Pablo, siempre será Pablo. Y esos valores son los que inculca a su hijo de ocho años. Andrea no ignora que su responsabilidad es la de seguir con el legado del que iba a ser su esposo: “Vamos a por el millón de donantes. Nada es más importante que donar”, nos explica. “Pablo no quería estatuas, calles, películas o cualquier otra cosa material. Lo único que quería era salvar vidas. Por eso yo sigo animando a todo el mundo a que sigan donando médula, sangre, plaquetas… Es importante para mantener con vida a miles de personas día a día. Todo gracias a personas que, de forma altruista, regalan vida de sus venas”.

Haciendo el pino

Andrea vive en Marbella desde pequeña, aunque su familia es de Zaragoza. Esta es su casa ahora y no deja de agradecer el inmenso cariño recibido estos días por la gente. “Son momentos de sentir, de respirar y de ver lo que llega en la vida. Es lo que me toca ahora”, nos cuenta Andrea. “Pablo y yo teníamos muchos planes en común, habíamos hecho muchos proyectos. Ahora es duro porque no los podremos hacer juntos, pero yo sigo su legado. Él me solía decir: 'Sonríe aunque la vida venga torcida, sonríe por el simple motivo de que estás vivo'. Y nada más cierto“.

Andrea recuerda todo lo que ha aprendido de Pablo: “A mí me ha enseñado a amar la vida, a amar a las personas y, en definitiva, a ser mucho mejor. Me hacía reír y le echo mucho de menos”.

Hace un año, en este mismo mes de marzo, Pablo entraba como un huracán en la sala de yoga donde Andrea impartía clases: “Parece que le estoy viendo, entrando en la sala haciendo el pino. Así llegó a mi vida, haciendo el pino. Siempre le gustaba aprender cosas nuevas y encontrar una motivación que le ayudara a levantarse cada día”. De Pablo le gustaba todo, pero lo que más, según nos cuenta, “su disciplina y el brillo de su corazón. De él te atrapaba el hecho de que te quisiera hacer la vida fácil. Su ilusión por vivir era contagiosa. Su autenticidad es lo que más me atrajo desde el primer minuto”.

Flores para Pablo

En el homenaje a su novio, Andrea recibió un gran ramo de flores como reconocimiento para la familia. Se las entregó el mismísimo Sergio Scariolo, el entrenador del equipo nacional de baloncesto. “Mañana le llevaré las flores a Pablo. El baloncesto era el deporte que más le gustaba. Es un gran detalle de la Fundación Cesare Scariolo”. Andrea sabe que su imagen de novia del héroe de moda se ha hecho viral. Ahora que no pueden dirigirse a Pablo, hablan con ella, pero ella no quiere ser protagonista de nada. Algunas frases de Pablo como “te amo en la salud y en la enfermedad”, “pase lo que pase estaré a tu lado” o “cuando salga de este hospital me casaré contigo” se han perpetuado en las redes sociales.

Andrea nos habla de los planes de boda truncados: “Estuvimos a punto de casarnos en el hospital, pero teníamos tantas esperanzas de que se iba a curar que quisimos esperar para hacerlo en la iglesia de la Encarnación con el cura Pepe, cuando Pablo venciese la enfermedad”. Andrea y Pablo se prometieron tres meses después de conocerse. Ese día, Pablo escribía: “Es el mejor día de mi vida”. Andrea también lo recuerda así. Le pidió la mano en el Trocadero Arena. Fue una noche mágica, alejados de las mascarillas de oxígeno y los neones de hospital. Solo estaban ellos dos y su amor. Iban a tener toda una vida para compartir. “Su fuerza interior la expresaba en todos los ámbitos. Hasta en la cocina, que cocinaba mejor que yo...”, se ríe Andrea. “Pablo ha pensado más en mí que en él. Siempre estaba ahí. Su prioridad era dar, regalar vida”.

Siempre fuerte, siempre

El nombre de Pablo y la campaña que abanderó por las donaciones de médula se convirtieron en trending topic minutos después de conocerse su fallecimiento, aunque su lucha ya era popular mucho antes. “El apogeo no lo ha podido ver porque perdió la vista. Yo le guardaba todo lo que salía en prensa, pero él no sabía lo que ocurría fuera. No lo pudo disfrutar. La ventana de la habitación la tenía llena de premios que no pudo recoger. Ejerció un trabajo interior de humildad. A veces decía: 'Yo también quiero disfrutar de todo eso' y se ponía triste...”.

Andrea es consciente de que, en la última etapa, Pablo sabía que se moría: “Él había tenido un primer trasplante de la médula que le dio su padre, Paco, y veía que del segundo trasplante no se recuperaba como se recuperó del primero. Veía que las cosas no iban bien. Pablo tenía presente la muerte desde que le conocí y había reflexionado mucho sobre ello. Por eso escribía en redes que valoraba la vida, porque sabía dónde se escondía la muerte”.

Para Andrea, “el ahora” es lo único que tenemos. No quiere ser carne de cañón de entrevista, solo quiere seguir presente para que no decaiga el legado de Pablo: donar médula. “Me quedo con lo que decía Pablo: 'la vida es un regalo, ¿por qué temer a la muerte si es parte de la vida?'. Yo soy donante y espero que algún día me llamen para dársela a alguien que la necesite porque sé lo que es estar al otro lado”.

'El ángel que acompañó a Pablo', como la llaman en las redes sociales, recuerda el gesto 'Siempre fuerte' que popularizó Pablo: “Siempre fuerte no quiere decir esconder que estás en un mal momento, sino aceptarlo y seguir caminando. Como Pablo decía: 'Todo pasará y todo llegará”.

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Andrea, el gran amor de Pablo Ráez, es junto a la familia del joven, la encargada de mantener vivo el testigo del héroe que ha hecho historia por su lucha contra la leucemia. La novia del atleta hacía su primera aparición pública tras la muerte de su gran amor. A ella no le gustan los focos, es tímida y no quiere convertirse en un personaje que esté en el punto de mira. Apareció acompañada de su hermana Claudia en la gala contra la leucemia de la Fundación Cesar Scariolo, donde Pablo Ráez era homenajeado.

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