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Inés y su vestido de novia con mangas de rejilla para una boda al aire libre en Madrid
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Inés y su vestido de novia con mangas de rejilla para una boda al aire libre en Madrid

Después de casi una década juntos, Inés y Antonio se dieron el 'sí, quiero' el pasado verano en la capital. Un enlace celebrado al aire libre con un traje nupcial único

Foto: El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)
El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Inés y Antonio son una pareja de esas de toda la vida. Novios desde hacía nueve años -a ellos les presentó un amigo común en una fiesta-, finalmente la pandemia jugó un papel determinante en su historia de amor. "Después de varios meses sin vernos, confinados, Antonio cogió el coronavirus y al salir del hospital, me pidió matrimonio", cuenta Inés.

Desde ese momento, la experta en finanzas y en marketing comenzó a idealizar cómo sería su enlace. La localización, Madrid, la ciudad donde viven ellos y la gran mayoría de sus familiares y amigos: "Queríamos una boda que fuese muy cómoda para los invitados y por eso elegimos una iglesia en el centro y una finca que estuviese cerca de Madrid".

placeholder El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)
El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Con el sitio fijado, quedaba escoger la fecha. Una boda de verano al aire libre y por la tarde. Inés y Antonio se casaron el pasado 16 de julio en la parroquia de San Fermín de los Navarros, un templo ubicado en el barrio madrileño de Chamberí. Después, para los festejos, novios y asistentes se trasladarían hasta la Finca La Gaivota, en Aravaca, al norte de la capital y a unos ocho minutos de la iglesia.

Para la planificación y la organización de su enlace contaron con el asesoramiento de la wedding planner Eva de Bodas Colorín. "Antonio se vistió en casa de sus padres rodeado de familiares y sus amigos. En cambio, yo me vestí en nuestra casa con mi familia y mientras me arreglaba íbamos viendo por la ventana cómo iban llegando los invitados".

placeholder El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)
El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

De la puesta a punto de la novia se encargó su tocaya, Inés Castaños: "Me hizo un maquillaje natural que resaltaba mi bronceado y un moño de bailarina que llevé para la ceremonia religiosa y que me solté al llegar a la finca". Mucho más tarde, en la fiesta, terminaría con la melena suelta y sus ondas al viento.

"El mismo día de la boda me llegaron a casa unas flores y un perfume de Narciso Rodriguez de mi amiga Violeta, y decidí incluir un par de rosas de sus flores en mi ramo de novia y me puse su perfume. Me pareció un detalle muy especial". Finiquitado el 'beauty look', las mejores amigas de la experta en finanzas entraron en escena. "Me recogieron mis amigas en casa. Bajamos andando a la iglesia junto con mi padre y mi hermana. Esto fue idea de Eva, nuestra wedding planner, y he de admitir que fue un momentazo", recuerda Inés.

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El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Padrino y novia cumplieron con la tradición y cruzaron el umbral del templo juntos y del brazo. Inés entró velada y con el rostro cubierto. En ese momento, comenzó a sonar 'Building a Family', del compositor Mark Isham, una canción que le recuerda a su novio. "Por el pasillo, no era capaz de ver a nadie a pesar de que la iglesia estaba repleta. Solo vi a Antonio muy sonriente y a mis abuelos en el altar", rememora.

Instantes después, la emoción se apoderó de Inés. "Ver a mis abuelos sentados en el altar. A mi madre y a mi hermana espectaculares con vestidos de Es Fascinante. Y a mi suegra, elegantísima con un vestido de Navascués, al lado de Antonio".

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El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Consecuencia directa, el misterio de toda boda, el traje de la novia, quedó expuesto ante el público. Creado por la diseñadora Mónica Calles -"oí hablar de ella porque ambas habíamos trabajado en Loewe, y la verdad es que cuando la conocí me encantó su estilo"-, salta a la vista que es un vestido único y personal.

Confeccionado con un tejido de seda natural de color blanco, el patrón era sencillo con detalles arquitectónicos, tal y como le gustaba a Inés. "Llegué al estudio de Mónica Calles con pocas ideas que fueron evolucionando durante el proceso. Quería un traje sencillo sin cola, con cortes geométricos y líneas femeninas, pero sin marcar demasiado y, sobre todo, fabricado con una buena tela, que es lo que, a mi juicio, marca la diferencia en un buen traje. Mónica me enseñó un tejido de seda italiana y un velo sin apenas volumen, y me pareció que hablaban por sí solos", explica.

placeholder La boda de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)
La boda de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Inés se fue dejando aconsejar por la diseñadora y, junto a la opinión de su familia directa, el vestido de su vida fue cogiendo forma. "A medida que se acercaba la fecha, y pensando en que me casaba en julio, hicimos algunos cambios en la parte superior del traje. En el último momento, pusimos una tela de rejilla en las mangas y el escote para darle un poco de gracia y Mónica consiguió que fuera sofisticado sin perder elegancia. Dejamos las mangas muy largas, tapando la muñeca, y en ellas bordaron a mano un montón de cuentas de diferentes tonos metalizados que salpicaban la tela de manera irregular".

De escote en V profundo tanto por delante como por detrás, en el frontal incluía unos paneles de tejido fruncidos que brotaban de la zona del pecho y se extendían hasta los hombros. A partir del escote, una falda recta con el bajo ligeramente acampanado remató el diseño.

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El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

En el terreno de las joyas, más derroche de personalidad. El anillo de pedida que Antonio le regaló el día que le pidió matrimonio -"no es un anillo de pedida al uso, pero me encanta, es superponible, pasa desapercibido y lo puedo llevar en el día a día sin ostentar"- y otra sortija antigua de brillantes y zafiros de su madre.

Unos pendientes de segunda mano largos de oro blanco y diamantes engastados que formaban cuatro rombos, que "también me regaló mi madre y que encontramos por casualidad en una tienda de joyas antiguas de la calle Eduardo Dato, Second Chance", y una pulsera de brillantes que perteneció a la abuela de Antonio -"fue un obsequio de mi suegra y me la puse sobre las mangas para que tuviera protagonismo"-.

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El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

El ramo, un bouquet de flores de estética silvestre de diferentes colores (blanco, verde y granate) creado por Doña Aurelia, los floristas encargados de la decoración de la iglesía, llevaba anudada una cinta de raso en acabado plata.

A sus pies, "quería unas sandalias metalizadas, de tacón alto y fino, y cómodas; me costó muchísimo encontrarlas. Acabé comprándolas por internet en una marca italiana y me llegaron 2 días antes de la boda". Con la punta cuadrada, varias tiras en la pala y cierre con pulsera en el tobillo, Inés llevó un par de la firma Cecconello.

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El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Al concluir la ceremonia religiosa que unió en matrimonio a Inés y Antonio, "decidimos salir solos de la parroquia mientras los invitados se quedaban dentro, como en las bodas de antes. Mi tío nos dejó prestado su coche y Antonio condujo hasta la finca".

En La Gaivota, rodeados de jardines y presidida por una casa de arquitectura regionalista e inspirada en un pazo gallego, arrancó su gran fiesta. Banquete servido por el catering Medems y un espectacular montaje con mesas redondas vestidas con mantelería blanca, sillas de madera y guirnaldas de farolillos. "La decoración era espectacular en el jardín de la finca, fruto del trabajo común entre Medems y Eva de Bodas Colorín con la iluminación de Luces de Cuento. El 'seating plan' lo diseñé yo a ordenador con diferentes imágenes de palmeras, y la verdad es que quedó muy veraniego".

placeholder La boda de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)
La boda de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

"Después de la cena, Antonio dio un concierto con su padre, su hermano y dos amigos, y para mí fue lo mejor de la boda. Sin conocer el repertorio con anterioridad, fui escuchando todas las canciones que nos gustaban: desde Siempre Así, pasando por Joaquín Sabina, hasta llegar The Beatles o Sebastián Yatra. ¡Parecían un grupo de música profesional!", recuerda la novia.

Antes de abrir el baile, sin desprenderse del vestido de Mónica Calles ni de sus sandalias metalizadas, Inés se soltó la melena para dar rienda suelta a la diversión y el desenfreno.

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El vestido de novia de Inés. (Alejandra Ortiz Photo)

Si eres la siguiente en pasar por el altar, atenta al consejo de la experta en finanzas: "Disfrutar del proceso. Lo más importante es centrarse en buena comida y bebida, y buena música. Y pensar en todo momento en la comodidad para los invitados. Todo lo demás es accesorio".

Inés y Antonio son una pareja de esas de toda la vida. Novios desde hacía nueve años -a ellos les presentó un amigo común en una fiesta-, finalmente la pandemia jugó un papel determinante en su historia de amor. "Después de varios meses sin vernos, confinados, Antonio cogió el coronavirus y al salir del hospital, me pidió matrimonio", cuenta Inés.

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