Los secretos del vestido de novia de Laura, contados por su diseñadora

Laura no llegó al taller de Inés Martín Alcalde como el resto de novias. Recién licenciada, en el año 2020, entró a formar parte del equipo. Esta estudiante de Administración y Dirección de Empresas arrancó su carrera laboral entre tejidos y patrones nupciales con un puesto de becaria. No tardaría en hacerse un hueco y conquistar a Inés y Lucía, las hermanas Martín Alcalde, que vieron en esa joven una mujer talentosa y prometedora.

"Decidimos formarla y darle un lugar en nuestra plantilla", cuenta la diseñadora para Vanitatis. Hoy, Laura es la encargada de ventas de la colección de invitada, Inés Martín Alcalde Collection, la misma que habita por igual en el ropero de la reina Letizia y en el de la modelo Alejandra Domínguez, entre otras celebridades patrias. Trabaja codo a codo con Lucía, socia y hermana de Inés, y una de las novias más virales de los últimos tiempos, y su vestido de novia, como no podía ser de otra manera, salió de ese atelier.

Laura Arias tiene 24 años. Se casó el pasado 25 de febrero con Álvaro, su novio de toda la vida. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la basílica de Nuestra Señora de la Concepción, un templo de estilo neogótico​​ ubicado en el centro de Madrid, por la zona de la calle Goya.

Después, los recién casados y sus invitados, entre los que se encontraba la plantilla al completo de la firma nupcial, se desplazaron hasta la finca El Albero. Se trata de un espacio singular y único, rodeado de naturaleza y con una vegetación cuidada, a escasos 20 minutos de la capital.

Con la premisa de Laura, "Inés, Lucía, quiero ir juvenil, sin dejar de ser una novia", el tándem Martín Alcalde se puso manos a la obra. "El traje lo diseñamos e ideamos mi hermana y yo juntas. Buscábamos un look desenfadado que no perdiera la esencia nupcial", nos explica Inés.

Tenían otro condicionante más: una antigua mantilla que perteneció a la abuela de la novia y que sí o sí quería lucir el día de su boda con Álvaro. Conservada en perfecto estado, es una delicada pieza de encaje floral en tono marfil que, en la práctica, ayudaría a recrear esa imagen de novia con la que tanto soñaba la joven comercial.

Expuestos esos dos imprescindibles, Inés y Lucía comenzaron el proceso creativo del vestido de novia de Laura, sin duda, uno de los más especiales que han diseñado juntas.

"Para la base, empleamos un tejido de piel de ángel, y encima, en la capa superior, bambula de seda", relata Martín Alcalde. Con esos dos materiales, el traje fue cogiendo forma. Inspiradas en un modelo de Saint Laurent, idearon un cuerpo desestructurado que mezclaba, capa a capa, fleco, bambula, fleco y bambula. De manga larga abullonada rematada con puños ajustados cerrados con minibotones, la parte superior del vestido destacaba por dos detalles: cuello desflecado con ese mismo tejido de bambula y, debajo del pecho, una cinturilla decorada con tres nudos.

Otra seña distintiva del cuerpo fue el acabado de aspecto plisado, casi arrugado, que presentaba la capa superior. Además, esa pieza, las mangas y los nudos, en un tono similar al de la mantilla de la abuela de Laura, creaban un efecto cromático de contraste con la base del vestido, en blanco impoluto.

Seguidamente del último nudo, la falda. Fluida, con movimiento y de silueta A, concluía en una pequeña cola. Detrás, esos telares que en la parte delantera formaban los nudos, se veían en la espalda como un falso fajín fruncido. Más botones forrados detrás y, a falta de un par de detalles, el traje estaba finiquitado.

"Integramos una capa desmontable con dos caídas recogida en un nudo que, junto a la falda, hacía las veces de cola. Debajo, Laura llevó una enagua antigua de nuestro taller", detalla la diseñadora.

En la prueba final, ese momento tan especial como único en el que las costureras de Inés Martín Alcalde dan las últimas puntadas al traje para, acto seguido, ver en directo cómo le sienta el vestido a la novia, la cara de felicidad de su pupila lo dijo todo. Las hermanas, Laura y el equipo del taller estaban satisfechos y emocionados por el trabajo realizado y que, visto el resultado, mereció la pena con creces.

Un moño bajo del que brotaba la mantilla gracias a una peineta y un maquillaje muy natural fueron las notas 'beauty' del estilismo.

Para completar su look nupcial, Laura escogió unos originales zapatos de color negro de la firma Fígara, mismo tono para la manicura y la pedicura que lució el día de su boda. Unos pendientes largos de oro blanco con brillantes y un ramo de novia bohemio en verde y blanco atado con un lazo negro, y la novia estaba lista para desfilar camino al altar del brazo de su padre y dar el 'sí, quiero' a su prometido.