Los diseñadores del vestido de novia de Lady Di, "horrorizados" cuando la vieron el día de su boda

Prácticamente todo el planeta conoce cómo era el vestido de novia de Diana de Gales. Un vestido muy voluminoso que ha pasado a la historia y que incluso ha sido replicado en series como ‘The Crown’. Pero muchos años después se ha sabido que los dos diseñadores detrás de este vestido quedaron “horrorizados” al verlo el día del enlace matrimonial.

El motivo es bien sencillo. La princesa Diana entraba el 29 de julio de 1981 a la catedral de St. Paul, en Londres, con apenas 20 años y un icónico vestido que ha pasado a la posteridad. Con capas y capas del tafetán de seda de lo más fina, una cola de casi ocho metros y mangas abullonadas XXL, lo único que sus creadores podían ver es lo arrugado que estaba aquel vestido.

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Mientras el mundo entero ponía sus ojos en aquel diseño de novia que se revelaba entonces como uno de los secretos mejor guardados y los espectadores quedaban sin palabras al ver a una radiante pero tímida novia llegando al altar para decir 'sí, quiero' al entonces príncipe Carlos. Elizabeth y David Emanuel, sus diseñadores, confesaban que casi se desmayaron al verlo por televisión.

Mientras todo el mundo parecía entusiasmado con su creación, estos dos diseñadores solo podían pensar en todas las arrugas que llevaba el vestido. Ambos sabían que era una tela que se arrugaría, como confesaban en un documental de ITV en 2018, pero según publica ‘Mirror’, cuando vieron hasta qué punto se arrugaba la tela, se quedaron francamente “horrorizados”.

Como recoge ‘Mirror’, Elizabeth asegura: “Sabíamos que se arrugaría un poco, pero cuando la vi llegar a St Paul’s y vimos las arrugas, en realidad me sentí débil. Estaba horrorizada, de verdad, porque había muchas arrugas. Era mucho más de lo que pensábamos”.

Un vestido que había tardado meses en crearse, pues estaba confeccionado con seis telas diferentes y bordado con más de 10.000 perlas. Se utilizaron unos veintitrés metros de tafetán de seda, alrededor de noventa metros de tul y casi ciento cuarenta metros de malla para el velo. Un velo de ocho metros bordado a mano. Sus creadores hicieron todo lo posible para mantener el diseño en secreto, para que ni siquiera el más mínimo detalle se hiciera público entonces.

Reconoce que habían hecho un ensayo general antes del día de la boda, pero el material utilizado había sido diferente, por lo que no estaba tan arrugado como el diseño final en la catedral de St. Paul. Sin embargo, mientras los diseñadores sufrían desde casa viendo por la pantalla su creación, la propia princesa Diana estaba feliz con su vestido y no se dio cuenta debido a la emoción de ese gran día. David Emanuel explicaba en una entrevista a ‘Hello!’ que Lady Di llamó personalmente al diseñador después de la ceremonia para agradecerle su trabajo con el vestido.

“Después de todas las fotografías, entraron a tomar el almuerzo de la boda y yo regresé a mi estudio en Mayfair”, contaba entonces el diseñador, que añadió que estaba allí en el taller con sus compañeras de trabajo tomando una copa de champán cuando sonó el teléfono. “¡Era Diana! Ella dijo: ‘Solo quería agradecerte por el vestido. Me encantó. Al príncipe Carlos le encantó y a toda la familia le encantó”, recogía ‘Hello!’.

A pesar de las arrugas, parece que David y Elizabeth podían sentirse aliviados. “No podría haber sido más especial para mí saber de la clienta. Cuando diseñas para una novia, quieres que sea feliz. Mientras la novia esté feliz, eso es todo lo que importa”, aseguraba el diseñador a la publicación.

Los diseñadores también han confesado que, además del famoso vestido que lució Diana ese día, crearon una copia de seguridad en caso de que fuera necesario. En una entrevista que David le dio a la revista ‘People’, señalaba que “en ese momento queríamos estar absolutamente seguros de que el vestido fuera una sorpresa. No lo probamos con Diana”, afirmaba, pero “queríamos asegurarnos de que teníamos algo allí. Era para nuestra propia tranquilidad, en realidad”.

Curiosamente, con el paso de los años se ha sabido también que las arrugas no fueron el único inconveniente del vestido en ese día tan especial. Pues los maquilladores de Diana afirmaron que antes de entrar caminando al altar en St. Paul, habían derramado un poco de perfume sobre su vestido, concretamente de la marca Houbigant Paris Quelques Fleurs, según contó ‘InStyle’ y recuerda ahora ‘Mirror’.

Fue la propia maquilladora, Barbara Daly, quien trató desesperadamente de limpiar el vestido, pero el perfume dejó una mancha que Diana disimuló cogiéndolo por el área manchada para que pareciera que estaba tratando de evitar pisarlo.