La boda de Lucía y Agustín, sastres de la princesa Leonor: del original vestido de novia a la celebración entre viñedos
Después de dos décadas como aprendiz, Agustín García decidió coger las riendas de Sastrería Serna. Años más tarde, Lucía Serrano irrumpió en la sastrería y entre patrones, surgió el amor
A Lucía y Agustín les unió su pasión por la artesanía. Después de dos décadas como aprendiz, Agustín García, de 42 años, decidió tomar el relevo y coger las riendas de Sastrería Serna. Fundada por Martín Arana en 1954 y al que después sucedió Cecilio Serna, maestro de Agustín, hablamos de una de las sastrerías más antiguas de España y por ende, uno de los establecimientos de referencia. Discípulo directo de Cecilio Serna, Agustín, impregnado de todo ese aprendizaje, siguió ese camino convirtiéndose en la tercera generación al frente. Años más tarde, Lucía Serrano irrumpió en la sastrería y entre patrones, hilos y puntadas, surgió el amor. "Nos conocimos trabajando, ambos nos dedicamos a la sastrería artesanal, gestionamos Sastrería Serna", cuenta la novia.
En su trabajo, Agustín ejerce el rol de maestro sastre, y Lucía, el de oficial de sastrería. Son el tándem perfecto. Algo que se nota y se siente dentro y fuera del taller que poseen en la calle General Pardiñas, 54, Madrid. Entre ellos existe tanta conexión y compenetración que su historia de amor sí o sí tenía que acabar en boda. No hubo petición de mano como tal, "llevábamos 9 años cuando decidimos que queríamos pasar el resto de nuestra vida juntos", explica la novia. Una promesa que, a la unión profesional, se sumaría la unión matrimonial.
Antes de adentrarnos en su boda, pausa para hablar sobre algunos de los trabajos más mediáticos a los que se ha enfrentado su sastrería. De este histórico taller han salido algunos de los uniformes de gala más relevantes de la familia real, como fue el traje del Ejército de Tierra que el por entonces príncipe Felipe llevó para su boda con doña Letizia el 22 de mayo de 2004 y como lo es el impecable traje de chaqueta blanco que la princesa Leonor llevó el día de su 18º cumpleaños para jurar la Constitución. Saben lo que se hacen entre cortes, tejidos y patrones. "Con un gran respeto por el pasado, pero con una extraordinaria visión de futuro, Sastrería Serna siempre ha tratado de superar las expectativas del cliente, experimentando, desafiando sus límites y finalmente siendo pionera en algunas de las técnicas más novedosas de la sastrería europea", explican en su página web. Una experiencia que les ha servido para ser el referente nacional en sastrería a medida para hombre y para mujer.
Lucía y Agustín fijaron el 27 de julio de 2024 como fecha de su boda. Divida en dos actos, primero, ceremonia religiosa en la iglesia de San Antonio de Padua y segundo, celebración en la bodega El Regajal, ambas ubicaciones localizadas en Aranjuez, Madrid, la suya fue una boda con la moda y la confección artesanal como ingrediente principal. "Es un día que pasa muy rápido y tienes que intentar estar presente al 100%, no preocuparte por los detalles y dejarse querer, para mí esa fue la clave para disfrutar al máximo", confiesa la novia.
Con el día marcado en sus calendarios, cada uno, por su lado, se enfrascó en el diseño de sus looks. Evidentemente, el del novio, tuvo el sello de Sastrería Serna. "Hacer el chaqué de Agustín nos hizo mucha ilusión". Él y otros invitados, como el padrino, se enfundaron en piezas creadas a medida de manera artesanal en su taller. "Para la elaboración de estas prendas de etiqueta nos basamos en la medida artesanal, es decir, que el proceso parte desde que el tejido está en plano sobre la mesa hasta la construcción final de las mismas, pasando por todas las pruebas para que se adapte perfectamente al cuerpo. Para ello necesitamos unos cinco meses de trabajo, ya que los procesos son mayoritariamente a mano", detalla Lucía.
Esa es la premisa que se aplicó en el chaqué del maestro sastre. "Eligió un chaqué clásico de levita de mohair y lana en gris marengo de la casa Dormeuil, para el pantalón de rayas se decantó por una lana de Vitale Varberis Canonico y el chaleco eligió un piqué blanco de Scabal. Utilizó dos camisas, ambas en algodón 100%, para la ceremonia, una celeste lisa y para la fiesta, celeste de mil rayas. Ambas confeccionas por Teresa Ballesté. También llevó dos corbatas, ambas de seda y con pequeños dibujos geométricos". Lucía nos revela cuál es el secreto para que sus trajes sienten bien: el diseño. "Agustín se centra en hacer prendas que se adaptan al cuerpo sin ceñirlas en exceso. Siempre busca el equilibro del cuerpo". Unos zapatos Oxford de la zapatería Exerez y unos gemelos en plata con piedra lapislázuli de Nichols, completaron el atuendo del novio.
Lucía, de 32 años y oficial de sastrería, vinculada a la industria de la moda, siempre tuvo una idea de cómo quería que fuese su vestido de novia. "Me encantaba la época dorada del Hollywood de los 50 y sobre todo la silueta New Look de Dior", detalla. Una premisa con la que llamó a las puertas del taller de Helena Mareque. "Seguía su trabajo desde hace muchos años y además, a lo largo de estos años, gracias a mi profesión, había tenido la oportunidad de conocerla en persona, por lo que siempre pensé que para mi boda ella sería la elegida". Una decisión firme y sin dudas que llevó a Lucía a la calle Don Ramón de la Cruz, 17, en Madrid, para dejar en manos de la diseñadora nupcial el traje más importante de su vida.
"Después de contarle mis ideas a Helena, ella hizo su investigación y sus propuestas. Desde el principio se dibujó lo que finalmente sería el vestido definitivo, no hicimos muchos cambios de aquella idea inicial hasta el día de la boda", explica la novia.
Helena Mareque, todo un referente en la costura nupcial arsenal de nuestro país, irrumpe en la historia de Lucía y Agustín para desvelarnos el proceso de creación del vestido de novia de la sastra. "Diseñar el vestido de Lucía, todo un referente en el buen hacer de la Sastrería Serna (tomemos como ejemplo el traje de la princesa Leonor para jurar la Constitución), fue una maravillosa experiencia". Dos mujeres de diferentes generaciones con una visión común respecto a la moda: la artesanía, los tejidos y cuidar cada detalle, son primordiales.
"Lucía, como buena conocedora de los mejores tejidos, eligió un encaje de Jean Bracq y un tul microplisado. Saliéndose de su habitual zona de confort y acostumbrada a llevar looks de sastrería, dio un giro inesperado con su vestido de silueta New Look de los años 50", argumenta Mareque.
Unos materiales de primera calidad que dieron forma a un diseño de novia singular. "Para mí ha sido un proceso realmente bonito. Al contarle mis ideas a Helena, creo que nos entendimos muy bien y desde la primera toma de contacto, pasando por el boceto de la idea y posteriormente las pruebas, primero en toile para ver los volúmenes y las formas, hasta la elección de tejido y la creación del vestido definitivo, ha sido todo muy natural. No hicimos grandes cambios con respecto al primer boceto. Yo confiaba plenamente en Helena y su equipo, ya que tienen mucha experiencia y sin duda siempre te van a asesorar".
En cada cita con Helena Mareque, Lucía se reafirmaba en su decisión de haberla elegido para crear su vestido de novia. "Al ir a las pruebas e ir viendo poco a poco la creación sentía que era mi vestido, porque al ponérmelo estaba cómoda y me sentía yo misma, algo que considero que es fundamental para un día tan especial".
De escote palabra de honor oculto bajo un volante plisado en forma de abanico y acabado estructurado, la parte superior del vestido contaba además con un cuerpo a modo de corpiño fabricado con un delicado encaje con motivo floral. Ajustado en la cintura, de ahí partía una falda voluminosa y corpulenta que llegaba hasta los pies. Debajo, Lucía incluyó unas enaguas decoradas con puntillas en el bajo.
El velo es la última pieza que salió del atelier de la diseñadora gallega. "Llevé un velo corto confeccionado con la misma organza micro-plisada que el vestido. A Helena y a mí nos encantó la idea de utilizar un velo así, ya que acompañaba perfectamente a la estructura del vestido".
Lucía se calzó unos zapatos de Jimmy Choo para su gran día, en concreto, el modelo Aurelie. Revestidos en un material de charol de color marfil, son unos salones adornados con una tira de perlas blancas en la pala, horma clásica semiabierta con puntera fina y escote en V, y tacón de seis centímetros.
En cuanto a las joyas, la experta en sastrería preparó varias piezas porque tenía previstos varios cambios. "Para la ceremonia religiosa utilicé joyas familiares, tanto de mi madre, un juego de plata y perlas, como de mi suegra, una pulsera de oro. En las manos llevaba mi anillo de pedida Rabat y una sortija de mi abuela, una flor de oro con perla. Para la fiesta llevé el brazalete y los pendientes Acacia de Suma Cruz".
El ramo de la novia, una creación de Bucaró, a cargo de toda la decoración floral del enlace, cerró el look nupcial. "Estaba compuesto con rosas de jardín en tonos empolvados y eucalipto. Al igual que me pasó con Helena Mareque, ellos también me entendieron a la perfección cuando les mostré mis ideas y captaron exactamente lo que quería".
La boda había llegado. Lucía se arregló en la bodega El Regajal, donde después tendría lugar el banquete y la fiesta. "Me acompañaron mi hermana y mi madre", recuerda. Un momento que vivieron en compañía de Fini Rico, la 'makeup artist' más solicitada del momento por novias y celebrities. "Ella me peinó y me maquilló, al igual que a mi madre, mi suegra y mi hermana". Fiel a su esencia, la novia apostó por su melena suelta con ondas 'Old Hollywood' y un maquillaje natural con efecto 'shiny'.
Lucía y Agustín celebraron su ceremonia religiosa en la iglesia de San Antonio de Padua, Aranjuez, un templo ubicado en una amplia plaza con el mismo nombre de estilo barroco envuelto en un encanto especial. "Mi padre fue el que me acompañó al altar", cuenta la novia.
Con el novio esperando dentro de la iglesia y Lucía iniciando el paseillo hasta el altar del brazo de su padre, arrancó la ceremonia. "Tengo muchos recuerdos de ese día, sobre todo las conversaciones previas mientras nos preparábamos, la llegada a la iglesia y ver a Agustín en el altar esperándome". Lucía destaca la banda sonora de la boda, "tanto para la ceremonia como para el coctel contamos con la presencia de Trio Concuerda que nos ayudaron a amenizar cada momento con su música en directo. La verdad es que fue precioso contar con su colaboración ya que ayudaron a crear el ambiente ideal".
Cuando la pareja se convirtió en matrimonio ante los ojos de Dios y con sus familiares y amigos como testigos del 'sí, quiero', "me quedo con los abrazos de todos nuestros seres queridos", cambiaron de ubicación y sin salirse de Aranjuez, se trasladaron hasta la bodega El Regajal. Un enclave único, rodeado de viñedos y una explosión natural, que sirvió de escenario para que el recién estrenado matrimonio y sus invitados pudiesen festejar a lo grande su unión. "Desde el principio nos encantó su enclave natural rodeado de viñedos y olivos. Tanto su atención como su gastronomía nos cautivaron y si nos volviéramos a casar, los elegiríamos de nuevo sin duda", confiesa la novia.
Del reportaje fotografico, ese que revisar una y otra vez a lo largo de su vida juntos, se encargó Ana Encabo. "Elegir a Ana y a su equipo fue un acierto mayúsculo. Su profesionalidad y naturalidad nos hicieron estar cómodos todo el tiempo, y el resultado de las fotos refleja que han sabido captar, sin el menor género de dudas, la magia de ese día. Igual que para el vídeo, que optamos por Andrés Riffo, otro gran profesional. En nuestra opinión, es muy importante elegir para fotografía y vídeo expertos que te guste mucho como trabaja, ya que será el material que quedará de recuerdo para siempre", aconseja Lucía.
Después del cóctel, de nuevo amenizado por Trio Concuerda, los sastres y sus invitados se sentaron a la mesa para disfrutar de un menú de altura. De primero, crema de nécoras con la langostinos y cebollino; de segundo, timbal de rabo de toro con parmentier trufado, y por últmo, de postre, tarta árabe clásica con fresón y almendrás tostadas.
Echando la mirada atrás, Lucía y Agustín reconocen que su boda "fue mucho mejor de lo que nos podríamos haber imaginado, fue un día muy feliz y estuvimos rodeados de toda la gente que nos quiere, para nosotros eso era lo más importante de todo. Es cierto lo que se dice, que es un día que pasa muy rápido y tienes que intentar estar presente al 100%, no preocuparte por los detalles y dejarse querer, para mí esa fue la clave para disfrutar al máximo".
"Como presente para los invitados entregamos tres detalles que no nos podían gustar más. En primer lugar, una botella de AOVE picial de la reserva familiar de Castillo de Canena. En segundo lugar, un pañuelo de lino bordado con nuestras iniciales por la camisera Teresa Ballesté. Y por último, una pieza de autor de chocolate y oro de Ekhi Gold, el modelo 'Infinity love'".
Una vez que la cena había concluido, la pareja dio el pistoletazo de salida a la fiesta. "Abrimos el baile con la canción de la cantante de jazz estadounidense Jo Stafford, un clásico de 1952 titulado 'You belong to me'. Recordamos con mucha emoción el final del día: cerramos el baile rodeados de nuestros amigos y con una energía maravillosa que nunca podremos olvidar".
Como la experta en sastrería comentaba antes, "el mejor consejo que le puedo dar a cualquier novia es que ese día se deje querer, después de meses de preparativos lo mejor es disfrutar con calma y felicidad, ya que son momento irrepetibles que siempre te van a acompañar".
A Lucía y Agustín les unió su pasión por la artesanía. Después de dos décadas como aprendiz, Agustín García, de 42 años, decidió tomar el relevo y coger las riendas de Sastrería Serna. Fundada por Martín Arana en 1954 y al que después sucedió Cecilio Serna, maestro de Agustín, hablamos de una de las sastrerías más antiguas de España y por ende, uno de los establecimientos de referencia. Discípulo directo de Cecilio Serna, Agustín, impregnado de todo ese aprendizaje, siguió ese camino convirtiéndose en la tercera generación al frente. Años más tarde, Lucía Serrano irrumpió en la sastrería y entre patrones, hilos y puntadas, surgió el amor. "Nos conocimos trabajando, ambos nos dedicamos a la sastrería artesanal, gestionamos Sastrería Serna", cuenta la novia.