El día de Carmen: boda en un pazo de Galicia, vestido de novia minimal y enclave en un bosque al aire libre
Carmen y Guille escogieron la ciudad natal del novio, A Coruña, para celebrar una boda civil muy pequeña e íntima, repleta de detalles personales, y con un look nupcial arquitectónico
Los caminos de Carmen, natural de Toledo, y de Guille, de A Coruña, se cruzaron en Madrid. "Estudié la carrera de veterinaria en la capital y Guille, después de terminar sus estudios en Galicia, se mudó allí para trabajar. Nos conocimos en Madrid en octubre de 2015 en una fiesta. Pasamos toda la noche hablando y, dos semanas después, volvimos a coincidir en una capea... Desde ese momento, no nos hemos separado", cuenta la novia.
Un par de mudanzas después, "en 2017, nos fuimos a vivir juntos en Madrid, y un año más tarde, me mudé a Londres por trabajo hasta que, en 2020, Guille vino conmigo", la petición de mano llegó tras 7 años de noviazgo. "Ocurrió el día de mi 30 cumpleaños durante un viaje a Nueva York. Alquilamos unas bicis y dimos un paseo por Central Park, ahí me lo pidió".
Los novios trasladaron su boda a Galicia. "Desde el principio, teníamos claro que queríamos casarnos en Galicia, en verano, y tener una boda de día. Además, queríamos algo íntimo, con nuestros familiares y amigos más cercanos. Fuimos 150 invitados", detalla. Su enlace transcurrió el 27 de julio de 2024. Con el Pazo de Sergude como epicentro de los festejos, en esa edificación de finales del siglo XVII tuvo lugar la boda civil y la celebración.
"La ceremonia civil la ofició el alcalde del Concello de Ponteceso, pero en realidad fue llevada a cabo por dos de nuestros mejores amigos. Ellos se encargaron de todo, y todo lo que dijeron fue una sorpresa, ya que les dimos carta blanca para que hablaran de lo que quisieran. Esto lo hizo aún más especial", explica la veterinaria.
A pesar de la distancia, Londres-A Coruña, Carmen y Guille optaron por organizar su boda solos sin ayuda de un wedding planner. "Tenemos que admitir que echamos de menos esa figura en los meses previos, sobre todo porque ambos tenemos trabajos bastante exigentes y vivimos en Reino Unido. Aun así, disfrutamos mucho de organizarlo nosotros mismos, porque nos permitió hacer la boda totalmente a nuestro gusto. Fuimos un superequipo durante todos los preparativos".
Ya el día B, "contamos con la ayuda de Iria Casteleiro, a quien alquilamos los muebles y nos ayudó a decidir dónde queríamos ubicar cada momento del día, ya que conoce el pazo a la perfección. El día de la boda, se ocupó de coordinarlo todo y todo salió perfecto".
Para construir el vestido más importante de su vida, Carmen confió en el diseñador Luis Infantes. "Con él, pude ser 100% fiel a mi estilo y sentirme completamente yo. Al principio no tenía una idea clara; nunca fui de las que soñaban con su vestido de novia. Contacté con Luis y le conté lo que me gustaba y lo que no. ¡Me sorprendió mucho cuando me dijo que lo tenía más claro de lo que yo pensaba!", recuerda.
La veterinaria admite que, aunque no partió de una inspiración concreta, "cuando descubrí el trabajo de Luis en Instagram, supe que su estilo era exactamente lo que estaba buscando: un vestido sencillo, elegante, pero con un toque diferente".
"Luis, lápiz en mano, creó una combinación perfecta de dos de los bocetos que me habían enamorado: la espalda de uno y el escote de otro. Fue en ese momento cuando sentí que ese era "nuestro" vestido (¡y digo nuestro porqué siempre ha sido mi vestido y el de Luis!) Unos meses después, cuando fui a la prueba de medidas, Luis me explicó que el vestido iba a ser técnicamente complicado, y un reto para él y el equipo. Pero cuando mi madre oyó esto, le respondió: 'Entonces has dado con la horma de tu zapato', ¡porque a mí también me encantan los retos!".
Carmen viajaba puntualmente de Londres a Madrid para ir dando forma a su vestido de novia. "Desde ese momento, todo fue facilísimo. Luis me ayudó mucho a organizar las citas, sabiendo que vivía en Londres. Programamos todas las pruebas con un año de antelación, coincidiendo con otras semanas en las que tenía que viajar a España, y todo fue sobre ruedas. Fui a todas las pruebas acompañada de mi madre y de mi amiga Lorena, y disfruté cada una de ellas. La última prueba, la semana de la boda, fue especialmente emotiva. Me emocioné mucho también al despedirme de Luis y su equipo".
En palabras del diseñador nupcial, "el vestido era un vestido de estilo arquitectónico realizado en crepe con un corsé creado con técnica moulage sobre su cuerpo con detalles de bambula de seda. Una obra casi imposible, ya que era como hacer un vestido que literalmente no tenía sujeción por ninguna parte".
A sus pies, la toledana se calzó unas sandalias de Franjul. "Quería que fueran altas, pero sobre todo cómodas y Luis me recomendó ir a conocer los diseños de Franjul. Tanto mi madre como yo pasamos prácticamente toda la tarde con ellos diseñando nuestros zapatos. Fueron encantadores y superprofesionales. Para mis sandalias, mezclamos dos modelos y elegimos un color ante terracota con vivos en plata vieja. No me cambié de zapatos en todo el día: son los más cómodos que he tenido nunca y sé que los voy a seguir usando en muchas más ocasiones".
Apuntando a las joyas, Carmen destaca la más especial: el anillo de pedida. "Guille compró el anillo en una joyería de Hatton Garden, Londres. Nunca le había dicho cómo me gustaban los anillos, pero cuando vio este, dice que lo tuvo clarísimo: sabía que me encantaría. ¡Y es que no puede gustarme más!".
El ramo cierra su look nupcial. Carmen dejó que su amiga Lorena escogiese las flores. "Un día, después de una de las pruebas, le comenté que tenía claro que quería una flor blanca y un ramo largo, pero no sabía exactamente cuál. Me mandó una foto de un ramo de calas blancas preciosas y le contesté: 'No me mandes más, ya has elegido tú, voy a llevar este'. Se lo reenvié a Anxela, de la Bendita Flor, y me preparó el ramo más bonito de calas blancas que he visto nunca. Le pusimos una medallita con nuestras iniciales y la fecha, un regalo de mi amiga Lola. Quedó precioso".
El día de la boda, Carmen se preparó en el pazo con su madre y su amiga Lorena. "Para los preparativos, llevé un camisón y una bata de Zara Home que me regaló mi amiga Lola. Sabela Sanmartín se encargó del maquillaje y peinado. Hicimos la prueba un año antes por motivos logísticos, pero Sabela dejó todo bien anotado, y el día de la boda recordaba cada detalle. En la prueba acertó a la primera con el maquillaje: sencillo y natural, pero sin quedar demasiado lavado. Quería verme guapa, pero sin sentirme excesiva, y ella dio con el punto perfecto. Con el peinado, probamos varias opciones porque eso sí que no lo tenía nada claro. Tengo el pelo muy largo y mucha cantidad, y aunque suelo llevarlo suelto, para eventos prefiero algo recogido que me haga sentir arreglada y cómoda. Al final, optamos por una coleta ondulada y sencilla, pero elegante, que ya la había llevado en otros eventos y me hace sentir yo misma".
La madre de la novia, vestida con un diseño de Felipe Varela, fue la persona que llevó a Carmen del brazo al altar. "De la ceremonia, me quedo con el momento en que entré del brazo de mi madre, la cara de Guille al verme, sus votos y el discurso de mis amigas".
Por su parte, el novio llevó un traje azul marino hecho a medida por Oteyza, unos zapatos negros de la firma española Berwick 1707, una corbata azul marino también de Hackett, un reloj de Longines Conquest Heritage con correa negra y el detalle más personal, en los gemelos, un par con forma de pulpo, "su animal gallego favorito", explica la novia, de la joyería inglesa Deakin & Francis.
"Nuestras fotógrafas, Sara y Car de Caleidoscopia, viajaron desde Madrid a Coruña para capturar nuestro día. Queríamos fotos naturales, que mostraran a nuestros amigos y familiares disfrutando, sin poses forzadas, y el resultado fue increíble. Además de ser superdiscretas y atentas, nos hicieron sentir muy cómodos durante la sesión de fotos en pareja", señala.
Con la belleza natural del Pazo de Sergude como telón de fondo, la novia admite que no necesitaba mucha decoración, "pero aun así, queríamos darle nuestro toque. Para eso, contamos con Iria Casteleiro y Anxela de la Bendita Flor, que captaron nuestra idea enseguida. Queríamos algo sencillo, alegre y veraniego, sin una temática concreta. Como el entorno era tan verde, nos apetecía añadir colores fuertes para que resaltaran".
"Lo que más destaco y recuerdo de la boda es la felicidad que se respiraba en todo momento, y que nosotros no podíamos estar más felices y agradecidos. Queríamos una boda que nos representara, en la que cuidáramos todos los detalles y que tuviera toques muy personales, algo que fuera muy "nosotros". Ni en mis mejores sueños me habría imaginado una boda tan especial y divertida. Superó todas nuestras expectativas, y gran parte de eso fue gracias a lo felices que estaban nuestros amigos, nuestra familia y, por supuesto, nosotros", confiesa la veterinaria.
Los platos tradicionales de Galicia y los productos de la tierra fueron protagonistas del menú. "La comida era algo que nos importaba mucho, y siendo en Galicia, las expectativas eran altas. Sin embargo, el catering de Boketé no solo las cumplió, sino que las superó con creces. El cóctel fue abundante y original, y los platos principales, exquisitos".
Del seating plan y las minutas se encargó El Tintero. "Nos apetecía mucho hacer acuarelas personalizadas con los sitios a donde hemos viajado juntos. Después de contactar y hablar con mil sitios dimos con El Tintero. ¡Les contamos nuestra idea y se pusieron manos a la obra! Algunos lugares como el paisaje en Bermudas, o Kaikoura en Nueva Zelanda, eran difícil de hacer, y captaron a la perfección lo que buscábamos. La idea era llevarnos un recuerdo doble, ya que en un futuro queremos convertir esas acuarelas en conjunto en un cuadro para casa".
Pensando en los invitados, no faltaron los detalles. "Hicimos un regalo solidario con la Fundación Aladina, y todos los invitados se llevaron una pulsera como recuerdo. Además, dejamos a cada uno una foto en formato Polaroid con momentos especiales juntos, ¡e incluso Guille me preparó un sobre sorpresa con fotos muy especiales nuestras! Para nuestras madres, dejamos una carta y una flor en su sitio en la mesa, lo que las emocionó mucho a las dos. A nuestros amigos con hijos les dejamos una inicial de madera personalizada de Tutete, y yo regalé ramos a mis dos mejores amigas y detalles personalizados a mis otras tres testigos (una lámina de Art by Bimba y otras dos láminas en tela de Revelados de Sol). Guille regaló unos gemelos de Silbon a su co-oficiante y botellas de licor café personalizadas por él mismo a sus testigos".
"Dimos mucha importancia a la música cuando preparábamos la boda. Yo estudié piano durante muchos años e hice música de cámara con violonchelo, así que me hacía mucha ilusión que esta combinación sonara en la ceremonia, me parece preciosa. Elegimos con mucho mimo cada una de las canciones que tocó Insieme en los momentos clave de la ceremonia. Durante el aperitivo, los chicos de Alma Libre, que combinaron clásicos españoles con canciones modernas, crearon un ambiente perfecto. Pudimos charlar y también disfrutar de algunos bailes con canciones que animaron a todos nuestros invitados. Fue una sorpresa cuando, mientras nos sacábamos fotos con amigos, vimos a dos amigas cantando con ellos, y yo, por supuesto, me uní a cantar con ellas también. ¡Súper divertido!".
Más momentos musicales en la celebración y en la fiesta. "Antes del DJ, el grupo Jaleo Real actuó en el bosque de Sergude, haciendo que todo el mundo cantara y bailara sin parar. Algunos de mis amigos de toda la vida incluso se subieron a cantar con ellos algunas canciones. Fue genial. Tocaron canciones indie y de pop español. Después, DJ Dani nos mantuvo a todos bailando hasta el final. Fue una combinación de canciones increíble, y no dejamos de bailar hasta que se encendieron las luces. Guille y yo pasamos más tiempo bailando en los hombros de nuestros amigos que en el suelo! Una tarde-noche inolvidable".
Contra todo pronóstico, la novia abrió el baile con su hermano. "Fue un momento muy especial para los dos. Mi hermano ha estado enfermo y se está recuperando, así que tenerlo allí bailando conmigo ese día fue indescriptible. Elegí 'Stand by me' por todo lo que significa".
Después, llegó el turno para el primer baile como marido y mujer. "Con Guille bailé 'Disfruto', de Carla Morrison. Una buena amiga la cantó en su boda hace dos años, y nos enamoramos de la canción y de su letra ("no te fallaré, contigo yo quiero envejecer…"). Desde entonces, no hemos dejado de escucharla, y sabíamos que sería nuestra canción. Preparamos el baile en Londres con una profesora española, y las clases fueron lo mejor. Con ambos bailes, se creó un ambiente mágico de complicidad entre amigos y familiares. Estábamos rodeados por el bosque, con las lucecitas iluminando el espacio. Todo parecía sacado de un cuento".
Como recomendaciones para futuras novias, Carmen nos deja tres. Que disfruten de cada momento de los preparativos, porque esos días son únicos y muy especiales, y no vuelven. También les diría que sean fieles a sí mismas, a lo que les gusta y a lo que no, y que se rodeen de las personas que realmente quieren tener cerca ese día para disfrutarlo al máximo".
Los caminos de Carmen, natural de Toledo, y de Guille, de A Coruña, se cruzaron en Madrid. "Estudié la carrera de veterinaria en la capital y Guille, después de terminar sus estudios en Galicia, se mudó allí para trabajar. Nos conocimos en Madrid en octubre de 2015 en una fiesta. Pasamos toda la noche hablando y, dos semanas después, volvimos a coincidir en una capea... Desde ese momento, no nos hemos separado", cuenta la novia.
- La boda mexicana de Alonso Aznar y Renata Collado: invitados, lugar, fecha y regalos Silvia Taulés
- La novia cañera que se casó con una original chaqueta repleta de imperdibles y un dos piezas 'made in Spain' el día de su boda Paula Mata
- Andrea Mateache, de Matelier: "Me encanta identificar mis vestidos de invitada cuando voy a una boda, ¡es muy divertido! Paula Mata