Qué hacer si tu hijo está asustado, según la ciencia

Es normal que los niños sientan miedo, pero puede convertirse en un grave problema si afecta a su vida cotidiana. En algunos casos estos temores pueden ser indicativos de trastornos de ansiedad. Un estudio realizado en la Universidad de Maastricht y publicado en la revista 'Research Behaviour and Therapy' reveló que el 22,8% de los niños totales evaluados cumplían con los síntomas característicos de ciertos trastornos de ansiedad, tal y como se determina en el 'Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales', también conocido como DSM.

Una investigación expuesta en 'Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry', indica que hay diferencias significativas en cómo se manifiestan los miedos y los síntomas de ansiedad según la edad de los niños. Los investigadores identificaron que ciertos miedos son más comunes en determinadas etapas del desarrollo infantil. Por ejemplo, el miedo a la separación o a los animales es más normal que se produzca en niños de entre 6 y 9 años, mientras que los miedos relacionados con el peligro y la muerte predominan entre los 10 y 13 años. A medida que los niños se acercan a la adolescencia, los miedos sociales, como a los de la crítica ajena, tienden a ser más relevantes, especialmente entre los 14 y 17 años.

Según los expertos, los padres deben conocer qué pueden esperar de sus hijos y deben explicarles cómo manejar diferentes situaciones con el fin de reducir su ansiedad. Así, los menores pueden aprender técnicas de relajación y enfrentamiento progresivo a los miedos, que les ayude a manejarlos de la mejor forma posible.

Por otro lado, las investigaciones inciden en la importancia de una intervención temprana para que, a largo plazo, el niño tenga las habilidades necesarias que le permitan afrontar sus temores. Otro estudio, publicado en la revista 'American College of Emergency Physicians', desarrolló un método para que los menores sientan menos miedo a la hora de vivir situaciones estresantes en entornos médicos y cotidianos. Lo primero es observar las reacciones de los pequeños y después, interactuar con ellos de forma directa para construir un entorno de confianza. Técnicas como la desensibilización progresiva son especialmente útiles para acostumbrar al niño gradualmente a situaciones que inducen miedo, como las visitas médicas o la presencia de extraños. Este enfoque no solo reduce el temor, sino que también fomenta la seguridad y la calma en el niño.

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Además, es importante que los padres y los cuidadores sirvan como ejemplo y actúen de forma calmada, ya que los niños a menudo toman como referencia las reacciones de los adultos. En cualquier caso, si tienes dudas sobre cómo afrontar este tipo de situaciones con los más pequeños, lo mejor es que acudas a un profesional para que te ayude a resolver todas tus preguntas, teniendo en cuenta tus circunstancias concretas.