Cardio sin freno: el impacto oculto del exceso de ejercicio aeróbico en el cuerpo femenino
Integrar entrenamiento de intervalos, sesiones de alta intensidad o incluso sprints en la rutina ayuda a mejorar el metabolismo de forma eficiente
Según un artículo publicado en ‘ABC’, a medida que crece el interés por la vida saludable, muchas mujeres optan por entrenamientos aeróbicos de larga duración como estrategia para mantenerse en forma. Sin embargo, esta elección podría tener efectos negativos que no siempre se consideran.
En concreto, las sesiones de cardio intenso, especialmente cuando se prolongan en el tiempo y se realizan de manera obsesiva, pueden desajustar el metabolismo femenino de formas poco deseables, afectando a la eficiencia de quema de grasas y a la composición corporal. Uno de los aspectos más preocupantes es el impacto en la hormona tiroidea T3, también conocida como triyodotironina.
Esta hormona es esencial para el metabolismo, la regulación de la temperatura corporal y el ritmo cardíaco. Al someterse a un entrenamiento cardiovascular continuado de media-alta intensidad, el cuerpo de la mujer podría reaccionar disminuyendo la producción de T3. Esto ocurre porque, desde un punto de vista evolutivo, el organismo responde al estrés y al gasto energético crónico preparándose para ahorrar recursos: una especie de “modo ahorro” que se traduce en una ralentización metabólica.
Cuando los niveles de T3 bajan, el cuerpo entra en un estado de acumulación de grasa, sin importar cuán activo sea el estilo de vida. La lógica de esta respuesta radica en la biología femenina, adaptada para preservar energía, especialmente relevante en términos de reproducción y supervivencia de la especie.
De este modo, las interminables sesiones de cardio, lejos de favorecer una apariencia esbelta y saludable, pueden terminar desencadenando un aumento en la acumulación de grasa y una resistencia a quemarla, dificultando los resultados buscados. Además de las alteraciones hormonales, el exceso de cardio también puede impactar la masa muscular y la densidad ósea, generando un desgaste en los músculos y afectando la fortaleza ósea.
Todo ello conduce a un ciclo poco saludable: a medida que el cuerpo empieza a ganar grasa y a perder músculo, muchas mujeres optan por aumentar las sesiones de cardio, agravando la situación. Esto quiere decir que equilibrar el entrenamiento aeróbico con ejercicios de fuerza puede ser clave para evitar estos efectos negativos.
Según un artículo publicado en ‘ABC’, a medida que crece el interés por la vida saludable, muchas mujeres optan por entrenamientos aeróbicos de larga duración como estrategia para mantenerse en forma. Sin embargo, esta elección podría tener efectos negativos que no siempre se consideran.
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