Harvard confirma que estos son los hábitos que siguen las personas más longevas

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El ser humano encuentra bienestar en la rutina, un marco estructurado y previsible que proporciona seguridad y control, elementos fundamentales para la estabilidad emocional y mental. Numerosos estudios han demostrado que una rutina bien organizada contribuye al equilibrio psicológico, protegiéndonos de la incertidumbre, la desorganización, el sentimiento de vacío, la soledad y el aburrimiento.

Según la investigación 'La importancia de la rutina diaria en la salud mental', establecer prácticas diarias regulares segmenta el tiempo, otorga seguridad y facilita la socialización. Además, la repetición cotidiana de hábitos saludables permite la autorregulación y el fortalecimiento de la identidad personal.

Más allá de brindar estabilidad, la rutina ayuda a consolidar hábitos beneficiosos para la salud. La doctora Inmaculata De Vivo, profesora de Epidemiología en la Harvard Medical School of Public Health, afirma que nuestras elecciones diarias pueden modificar el ADN, influyendo directamente en la longevidad. En esta línea, la Universidad de Harvard ha identificado ocho hábitos clave que pueden prolongar la vida hasta 24 años si se incorporan de manera constante en la rutina diaria.

Un estudio liderado por Xuan-Mai Nguyen, de la Facultad de Medicina de Harvard, analizó el impacto de diversos factores del estilo de vida en la esperanza de vida de los veteranos de los Estados Unidos. Publicado en la 'Revista Americana de Nutrición Clínica', la investigación concluyó que la actividad física regular, la ausencia de opiáceos, el no fumar, el control del estrés, una dieta equilibrada, la moderación en el consumo de alcohol, un buen descanso y unas relaciones sociales positivas pueden marcar una gran diferencia en la salud y longevidad.

Sin embargo, aunque la rutina aporta estructura y seguridad, es fundamental introducir elementos de creatividad para evitar la monotonía y estimular el cerebro. La psicóloga Esther Blázquez Álvarez explica que cambiar la forma en que realizamos nuestras actividades diarias ayuda a entrenar nuestra mente, fomentando nuevas conexiones neuronales y ralentizando el envejecimiento cognitivo.

Modificar pequeños detalles en nuestras rutinas, como probar nuevas rutas para ir al trabajo, aprender una habilidad diferente o realizar tareas de manera distinta, puede transformar la percepción del día a día.