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Este es el motivo por el que tocamos nuestro rostro al reflexionar, según la psicología
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Este es el motivo por el que tocamos nuestro rostro al reflexionar, según la psicología

Este pequeño gesto involuntario tiene un trasfondo psicológico y neurológico que lo hace mucho más interesante de lo que parece

Foto: El significado psicológico detrás de tocarse la cara. (Pexels/ Miriam Alonso)
El significado psicológico detrás de tocarse la cara. (Pexels/ Miriam Alonso)

Seguramente en más de una ocasión te has sorprendido a ti mismo tocando tu rostro mientras piensas en algo importante. Puede ser frotarse la barbilla, apoyar la frente en la mano o llevar los dedos a los labios. Este comportamiento, que a simple vista parece un gesto involuntario, ha sido estudiado por la psicología y la neurociencia, revelando que tiene una función más allá de lo meramente gestual.

Los estudios sobre lenguaje no verbal han identificado que tocarse el rostro es un acto común cuando una persona se encuentra en un estado de introspección o toma de decisiones. Investigaciones como las del psicólogo Paul Ekman, pionero en el estudio de las emociones y la expresión facial, sugieren que estos movimientos pueden estar relacionados con la autoestimulación sensorial, lo que ayuda a mantener la concentración en momentos de pensamiento profundo.

placeholder Tocarse la cara es una respuesta a la hora de regular el cortisol. (Pexels/ Renzy Atibagos)
Tocarse la cara es una respuesta a la hora de regular el cortisol. (Pexels/ Renzy Atibagos)

Además, investigaciones en neurociencia cognitiva han encontrado que tocarse la cara activa el sistema nervioso parasimpático, el cual ayuda a regular la respuesta al estrés. Un estudio publicado en 'Cognitive, Affective & Behavioral Neuroscience' indica que la estimulación táctil del rostro puede reducir la producción de cortisol, la hormona del estrés, ayudando a calmar la mente durante la reflexión.

Otro aspecto relevante de este gesto tiene que ver con la memoria y el procesamiento de información. Un estudio realizado en la Universidad de Osaka, Japón, encontró que los movimientos de la mano hacia el rostro pueden estar vinculados con la activación de áreas cerebrales como la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y la resolución de problemas. En otras palabras, al tocar nuestro rostro, estamos facilitando el acceso a la información almacenada en la memoria y mejorando nuestra capacidad de análisis.

placeholder Tocarse la cara también tiene un significado en la comunicación. (Pexels/ Thirdman)
Tocarse la cara también tiene un significado en la comunicación. (Pexels/ Thirdman)

Este comportamiento también se relaciona con la llamada teoría de la descarga motora, la cual sostiene que ciertos movimientos físicos pueden ayudar a descargar la actividad cerebral cuando el cerebro está procesando información compleja. Según un estudio de la Universidad de Sussex, pequeños gestos como frotarse la cara o tocarse la cabeza podrían ser una forma inconsciente de liberar tensión mientras se reflexiona.

Desde una perspectiva evolutiva, tocarse el rostro mientras se piensa también tiene una explicación. Algunos expertos en comportamiento humano, como el etólogo Desmond Morris, han señalado que este gesto podría estar relacionado con antiguas conductas de autorregulación presentes en los primates. Se ha observado que chimpancés y otros grandes simios también se tocan la cara en momentos de incertidumbre o estrés, lo que sugiere que esta acción podría ser un mecanismo instintivo de autocalma. En el ámbito del lenguaje corporal, tocarse el rostro mientras se reflexiona suele ser interpretado como una señal de atención y procesamiento de información. Sin embargo, en algunos casos también puede indicar inseguridad o duda, dependiendo del contexto y de otros gestos acompañantes.

Seguramente en más de una ocasión te has sorprendido a ti mismo tocando tu rostro mientras piensas en algo importante. Puede ser frotarse la barbilla, apoyar la frente en la mano o llevar los dedos a los labios. Este comportamiento, que a simple vista parece un gesto involuntario, ha sido estudiado por la psicología y la neurociencia, revelando que tiene una función más allá de lo meramente gestual.

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