Los expertos hablan: hay que saber diferenciar el placer de la felicidad para poder conseguir ambos
Aunque solemos pensar que van ligados, en realidad, el placer y la felicidad son diferentes en sí mismos siendo uno de ellos efímero y la otra una constante
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En el contexto actual, a menudo caemos en la trampa de confundir la búsqueda de placer con la aspiración a llevar una vida feliz. Esta confusión no solo afecta a la salud emocional, sino que puede interferir en la construcción de esa vida plena que tanto anhelamos.
Numerosos estudios en neurociencia y psicología contemporánea coinciden en que placer y felicidad son conceptos distintos que operan por vías cerebrales separadas, con implicaciones muy diferentes para el equilibrio psicológico y la calidad de vida.
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Muchos expertos en la materia sostienen que el placer está ligado a la dopamina, un neurotransmisor que responde a estímulos inmediatos, mientras que la felicidad se relaciona con la serotonina, que promueve sensaciones de calma, paz interior y propósito sostenido en el tiempo. Es decir, mientras el placer necesita rapidez y que se repita de forma constante, la felicidad se cultiva con hábitos estables, por lo que no depende de gratificaciones externas constantes.
Existe un importante estudio de la Universidad de Harvard sobre el desarrollo adulto que sostiene que el verdadero factor determinante del bienestar es la calidad de las relaciones personales. Mantener vínculos cercanos nos protege frente a la soledad, fortalece la salud mental y prolonga la esperanza de vida.
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Y es que para mejorar la gestión emocional y distinguir los conceptos de felicidad y placer, los expertos proponen incorporar algunas prácticas como la de fomentar relaciones profundas, involucrarse en actividades con un propósito vital importante, priorizar los momentos de descanso y atención plena y reflexionar antes de actuar sobre cuál es nuestro objetivo a largo plazo en la vida.
Entender que el placer es efímero y la felicidad duradera permite tomar decisiones más conscientes acerca de qué es aquello que buscamos. Abandonar la búsqueda constante de estímulos y abrazar una vida más serena puede ser el primer paso hacia un bienestar emocional sostenible en el tiempo.
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