La felicidad se puede medir: esto es lo que nos hace sentirnos más o menos felices
Hay un factor, que puede parecer una ventaja, pero también introduce un nuevo tipo de desigualdad
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La felicidad puede parecer intangible, pero desde hace décadas, distintas disciplinas la han convertido en objeto de estudio. Filosofía, psicología o sociología han intentado descifrar su origen, su impacto y, sobre todo, cómo medirla.
Ahora, en plena era digital, el análisis de la felicidad adquiere nuevas formas y el Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida (OICV) pone cifras sobre la mesa: tener habilidades digitales influye directamente en lo felices que somos.
Los mayores, en desventaja
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Así lo explica el artículo publicado por 'The Conversation'. Según el OICV, “los ciudadanos con altas capacidades digitales alcanzan mayores niveles de calidad de vida y felicidad social”, lo que demuestra que ya no basta con buscar un equilibrio emocional: también es necesario dominar las herramientas tecnológicas del presente. Pero este factor, que puede parecer una ventaja, también introduce un nuevo tipo de desigualdad.
Existe una clara brecha digital generacional. Las personas nacidas antes de 1970, en general, presentan menores habilidades digitales, lo que las relega a una posición más vulnerable dentro de una sociedad cada vez más conectada. Esta "vulnerabilidad analógica", como la define el informe, provoca aislamiento, frustración y menor felicidad. Solo logran el 58 % de su felicidad por vía social, frente al 66-67 % de adultos y jóvenes.
Soledad digital, la cara oculta del progreso
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Por otro lado, las nuevas generaciones, nativas digitales, también pagan un precio. La llamada “alienación digital” afecta especialmente a los menores de 30 años, sobreexpuestos a la hiperconexión. Aunque dominan el mundo online, muchas veces sus relaciones carecen de profundidad y se sienten desconectados de sus propias experiencias.
La paradoja es clara: cuanto más conectados estamos, más aislados podemos sentirnos. Tanto los mayores que no acceden al entorno digital como los jóvenes que lo habitan de forma excesiva pueden experimentar soledad no deseada.
Jóvenes hiperconectados, pero más solos
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Dos extremos, dos edades y un mismo sentimiento: el de no pertenecer. La reflexión final que plantea 'The Conversation' es directa: “¿Será la felicidad social en su mayor parte digital?”.
La respuesta no es sencilla, pero deja claro que el bienestar emocional en 2024 pasa, cada vez más, por saber moverse entre algoritmos, pantallas y relaciones que no siempre son presenciales.
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La felicidad puede parecer intangible, pero desde hace décadas, distintas disciplinas la han convertido en objeto de estudio. Filosofía, psicología o sociología han intentado descifrar su origen, su impacto y, sobre todo, cómo medirla.