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No se callan ni debajo del agua: estos son los rasgos de las personas que hablan mucho, según la psicología
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POR LOS CODOS

No se callan ni debajo del agua: estos son los rasgos de las personas que hablan mucho, según la psicología

Hay personas que tienen el don de la palabra y una gran facilidad para comunicarse, sin embargo hay otras que no pueden dejar de hablar por motivos menos optimistas

Foto: Los rasgos de las personas que hablan mucho. (Pexels)
Los rasgos de las personas que hablan mucho. (Pexels)

Hay personas que pueden mantener una conversación durante horas, saltar de un tema a otro con facilidad y llenar silencios incómodos sin despeinarse. Este rasgo, que suele despertar simpatía o exasperación dependiendo del contexto, está más relacionado con la personalidad de lo que se cree. Y sí, según expertos, existen patrones comunes entre quienes no se callan ni debajo del agua.

Los psicólogos señalan que el hábito de hablar en exceso puede estar vinculado a una alta extraversión, uno de los cinco grandes rasgos de la personalidad. Las personas extrovertidas tienden a sentirse más cómodas en situaciones sociales, disfrutan compartiendo ideas, anécdotas o incluso pensamientos sin filtro. No es raro que también busquen constantemente la validación o el contacto humano, lo cual se traduce en un flujo verbal inagotable. Pero no se trata solo de ser extrovertido, debido a que algunos estudios apuntan a que también influye el nivel de ansiedad. Hablar mucho puede ser una estrategia inconsciente para aliviar tensiones internas o calmar la inseguridad en entornos sociales. Es decir, detrás de un discurso imparable puede esconderse la necesidad de sentirse escuchado o aceptado.

placeholder En ocasiones hablar mucho no está unido a ser extrovertido. (Pexels)
En ocasiones hablar mucho no está unido a ser extrovertido. (Pexels)

Curiosamente, no todo exceso de charla implica una personalidad abierta o simpática. En ocasiones, el hablar sin parar puede estar relacionado con ciertos trastornos, como el TDAH o el trastorno bipolar, en los que la impulsividad y la hiperactividad verbal son síntomas recurrentes. Por eso, los especialistas subrayan la importancia de observar si ese torrente de palabras interfiere en la vida cotidiana, relaciones o desempeño profesional.

Para quienes conviven con personas muy habladoras, la clave está en la empatía y la comunicación clara. Establecer límites de manera respetuosa puede evitar malentendidos y preservar el equilibrio en las relaciones. Y para quienes se reconocen en ese perfil de verborragia crónica, quizás sea útil hacerse preguntas como: ¿estoy escuchando tanto como hablo? ¿Utilizo las palabras para conectar o para llenar un vacío? Hablar mucho no es un defecto en sí mismo, pero ser conscientes de cómo nos comunicamos puede mejorar tanto nuestra salud emocional como nuestras relaciones personales.

Hay personas que pueden mantener una conversación durante horas, saltar de un tema a otro con facilidad y llenar silencios incómodos sin despeinarse. Este rasgo, que suele despertar simpatía o exasperación dependiendo del contexto, está más relacionado con la personalidad de lo que se cree. Y sí, según expertos, existen patrones comunes entre quienes no se callan ni debajo del agua.

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