¿Cuándo fue la última vez que simplemente respiraste? Sin mirar el móvil, sin pensar en lo que viene después, sin hablar con nadie. Solo estar. Esa sencilla práctica, tan olvidada en un mundo dominado por la prisa y las pantallas, resume una de las enseñanzas más profundas del maestro budista Thich Nhat Hanh, uno de los grandes referentes del mindfulness en Occidente. Para él, la felicidad no se encuentra en lo que ansiamos alcanzar, sino en lo que ya está sucediendo aquí y ahora.
El monje vietnamita, fallecido en 2022, dedicó su vida a enseñar la conciencia plena (mindfulness), una forma de meditación que nos invita a detenernos y a reconectar con el momento presente. En su filosofía, el sufrimiento humano nace de una sola fuente: el ego, esa voz interior que nos empuja a vivir en el pasado o en el futuro, alejándonos de lo único real —el instante presente—. “Si estás atento, lo verás”, decía Thich Nhat Hanh. “El momento presente está lleno de alegría y felicidad, pero no lo ves porque no estás atento”.
El maestro budista Thich Nhat Hanh. (EFE)
El ego, según el pensamiento budista, distorsiona nuestra percepción del mundo. Nos hace creer que somos el centro de todo y que la vida debe ajustarse a nuestros deseos. Es el motivo por el cual pasamos por alto lo cotidiano: el aroma del café de la mañana, el saludo del vecino o la luz del sol colándose por la ventana. Para Thich Nhat Hanh, esas pequeñas cosas son puertas hacia la felicidad, pero el ego —al distraernos con preocupaciones y comparaciones— nos impide atravesarlas.
Practicar mindfulness no es, como a menudo se piensa, dejar la mente en blanco, sino observarla con calma. Implica desacelerar los pensamientos y abrir espacio al silencio interior. El psiquiatra y experto en meditación Vicente Simón, autor de Iniciación al mindfulness, lo define como “abrir un resquicio al silencio, a la ausencia de actividad”. Solo desde esa quietud podemos apreciar la belleza del mundo y las pequeñas cotas de bienestar que ya tenemos al alcance de la mano.
El maestro budista Thich Nhat Hanh. (Reuters)
La doctora Paula Arai, especialista en estudios budistas, ofrece una imagen poderosa en su libro 'El libro de la sanación zen': “El suelo, la luz solar, el agua, los insectos… infinidad de causas y condiciones dan origen incluso a un simple grano de arroz”. Recordar que millones de factores cósmicos se conjugan para que algo tan sencillo como el arroz exista es, en sí mismo, un ejercicio de gratitud y atención plena.
Sin embargo, el ego vuelve a tender su trampa, empujándonos a habitar un tiempo que no existe. En el pasado nos acechan la culpa y la nostalgia; en el futuro, la ansiedad y el miedo. Thich Nhat Hanh enseñaba que ni uno ni otro son reales: solo el presente tiene sustancia. Pero nuestra mente, alimentada por el ruido y la distracción, insiste en vivir fuera de él.
¿Cuándo fue la última vez que simplemente respiraste? Sin mirar el móvil, sin pensar en lo que viene después, sin hablar con nadie. Solo estar. Esa sencilla práctica, tan olvidada en un mundo dominado por la prisa y las pantallas, resume una de las enseñanzas más profundas del maestro budista Thich Nhat Hanh, uno de los grandes referentes del mindfulness en Occidente. Para él, la felicidad no se encuentra en lo que ansiamos alcanzar, sino en lo que ya está sucediendo aquí y ahora.