El secreto de la felicidad del monje Ryushun Kusanagi: “Deja de querer gustar a todos y empezarás a vivir de verdad”

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Por mucho que parezca imposible en el mundo actual, Ryushun Kusanagi, monje budista japonés y autor del exitoso libro El arte de no reaccionar, insiste en que la clave para vivir con serenidad está en soltar el deseo de aprobación. “Nuestro mayor problema es querer que nos hagan caso”, asegura en una entrevista que hemos leído en 'El Mundo', desde su jardín zen en Japón, vestido con su tradicional túnica y saludando en un sorprendente español, según indica el citado medio.

Nacido en Nara en 1969, su camino no fue el de un monje desde el principio. Abandonó la escuela a los 16 años, trabajó en Tokio mintiendo sobre su edad y, más tarde, se licenció en Derecho en la prestigiosa Universidad de Tokio. Pero nada le llenó. “Buscaba algo más profundo que el éxito personal”, recuerda. La decepción universitaria y un vínculo roto con su padre lo llevaron a embarcarse en un viaje a la India, donde descubrió el budismo como un modo de vida.

Para Kusanagi, el sufrimiento es parte inevitable de la existencia. Buda lo explicó hace más de dos milenios con sus ocho tipos de sufrimiento y sus cuatro nobles verdades. Pero el monje japonés no quiere dejar a nadie con una sensación de fatalismo: lo que propone es un entrenamiento mental que nos permita dejar de reaccionar emocionalmente a todo lo que nos rodea. “La mente es como un coche sin frenos ni volante. Aprender a manejarla es esencial para no vivir arrastrados por las pasiones”.

A diferencia del pensamiento positivo, que a menudo se basa en repetir frases vacías, el budismo apuesta por asumir la realidad tal como es y actuar desde ahí. Las ilusiones, según Kusanagi, son el verdadero enemigo: desde la búsqueda constante de validación en redes sociales hasta el miedo irracional a envejecer. “Queremos parecernos a otros, ser más guapos, más ricos. Pero esa es la ilusión que nos atrapa y nos hace sufrir”.

De este modo, la propuesta de Kusanagi es clara: calma, desapego y presencia. De hecho, no se trata de eliminar todo deseo, sino de no convertirlo en el centro de nuestra vida. “Deja de intentar gustar a todos”, repite. “Y, por primera vez, sentirás que estás viviendo de verdad”. Prueba y acertarás.