Esta es la forma en la que afectan los colores a tu bienestar, según la psicología

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Los colores forman parte de nuestra vida cotidiana, pero pocas veces reparamos en el impacto que tienen sobre nuestras emociones. Desde el tono de una pared hasta la ropa que elegimos, cada color puede influir en nuestro estado de ánimo, la energía o la sensación de calma.

La psicología del color estudia precisamente cómo estas tonalidades afectan a nuestro comportamiento y bienestar. Según explica el psicólogo Jonathan García-Allen en un artículo publicado en 'Psicología y Mente', los colores son capaces de provocar reacciones emocionales, modificar la percepción de los espacios e incluso condicionar nuestras decisiones.

El experto señala que la relación con los colores tiene tanto un componente biológico como cultural. En la naturaleza, los tonos transmiten mensajes universales —como el peligro o la calma—, pero también existe una parte simbólica aprendida.

Así, en las sociedades occidentales, el rojo suele asociarse con la pasión y la energía, el azul con la serenidad y la confianza, y el verde con la esperanza y la vitalidad. En cambio, el negro puede evocar elegancia o tristeza, mientras que el amarillo, aunque representa optimismo y luz, puede resultar agobiante si se usa en exceso.

García-Allen también destaca que esta influencia se refleja en campos como el marketing o la decoración. Muchas marcas eligen sus colores de manera estratégica para despertar emociones concretas en el consumidor: el rojo estimula el apetito, el azul inspira confianza y el morado evoca lujo o espiritualidad.

En el hogar, aplicar los principios de la psicología del color ayuda a crear ambientes equilibrados: el verde en dormitorios favorece la relajación, los tonos beige o tierra aportan calma, y los matices turquesa o celestes promueven claridad mental y frescura.

El psicólogo recuerda que el color también puede servir como herramienta terapéutica. En arteterapia, por ejemplo, se usa para conectar con las emociones del paciente y favorecer la expresión emocional. Los colores cálidos —como los naranjas y rojos— invitan a la acción y la vitalidad, mientras que los fríos —azules o violetas— fomentan la introspección y la calma. Lo importante, explica, es comprender qué sensaciones nos despierta cada tonalidad y cómo podemos utilizarlas conscientemente para equilibrar cuerpo y mente.

En definitiva, la psicología del color demuestra que la elección de un tono nunca es inocente. Nuestra reacción ante ellos es el resultado de miles de años de evolución y de la carga simbólica que cada sociedad les otorga. Aprender a usarlos a favor de nuestro bienestar —ya sea en la ropa, en el hogar o en el trabajo— puede ayudarnos a mejorar el ánimo y crear entornos más armónicos.