Cada vez se habla más de autocuidado, de poner límites y de aprender a escuchar las propias necesidades; así como la salud mental es muy importante para cuidar el propio bienestar. Sin embargo, esta mirada individual ha dejado en un segundo plano algo esencial. El bienestar también depende de cómo nos relacionamos con los demás y de la forma en que contribuimos al entorno que habitamos.
La psicóloga y divulgadora Elizabeth Clapés ha querido recuperar esa perspectiva colectiva en uno de sus vídeos recientes. En él plantea que la salud emocional no puede desligarse de la convivencia y que la empatía cotidiana forma parte de una vida equilibrada. “Ser una persona sana para los demás pasa por entender que estamos en una comunidad y actuar como una comunidad”, explica.
Clapés sostiene que los gestos sencillos tienen un valor que no siempre se percibe de inmediato. Ceder el paso, ofrecer una sonrisa o dirigir una palabra amable pueden parecer detalles menores, pero suman bienestar al entorno. “Cuando cedemos el paso a alguien en la carretera, estamos teniendo un gesto con una persona que quizá no nos lo diga, pero nos lo está agradeciendo”, afirma. También recuerda que dar una buena cara o una palabra bonita ayuda a construir un ambiente más habitable.
La psicóloga insiste en que nadie está libre de sus propias dificultades y que, precisamente por eso, conviene tratar a los demás con cuidado. “Todos tenemos mochilas que pesan y cuando tienes a alguien delante no sabes lo que está viviendo esa persona. Sé todo lo amable que puedas”, comenta.
Las personas que se muestran cercanas y que sonríen a menudo son percibidas como más amables. (Unsplash/Tim Mossholder)
Convivir y entender que somos una comunidad, ayuda a comprender el efecto que los pequeños gestos pueden tener en la vida de los demás. “El mundo va bien o la parte del mundo que va bien va bien gracias a personas así y no a lo contrario”, afirma.
La reflexión de Clapés se alinea con una corriente de pensamiento que incorpora la dimensión social en el cuidado psicológico. Desde esta perspectiva, las relaciones cotidianas y la atención hacia los demás forman parte del equilibrio personal, no como un ideal moral, sino como una práctica posible en la vida diaria.
Cada vez se habla más de autocuidado, de poner límites y de aprender a escuchar las propias necesidades; así como la salud mental es muy importante para cuidar el propio bienestar. Sin embargo, esta mirada individual ha dejado en un segundo plano algo esencial. El bienestar también depende de cómo nos relacionamos con los demás y de la forma en que contribuimos al entorno que habitamos.