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El príncipe Alberto de Mónaco pone orden entre su hermana Carolina y su esposa
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CONFLICTO ENTRE LAS DOS PRINCESAS

El príncipe Alberto de Mónaco pone orden entre su hermana Carolina y su esposa

Es un secreto a voces. Charlène y su cuñada Carolina no congenian y cada vez es mayor el distanciamiento. El príncipe ha hablado con ellas para un acercamiento

Foto: Los príncipes de Mónaco junto a las princesas Carolina y Estefanía en el Día Nacional en 2011 (I.C.)
Los príncipes de Mónaco junto a las princesas Carolina y Estefanía en el Día Nacional en 2011 (I.C.)

En el entorno del príncipe Alberto de Mónaco no se habla de otra cosa. Su esposa, Charlène, y su hermana, Carolina, no congenian, por lo que el gobernante monegasco ha tenido que poner orden en una familia que no se significa especialmente por los afectos. Los principales medios de comunicación franceses hablan de una profunda crisis en la familia principesca; incluso se atreven a asegurar que Charlène no es feliz entre el rígido protocolo de palacio.

Una fuente cercana al príncipe, uno de sus amigos españoles, asegura a Vanitatis que “Alberto ha hablado ya con su hermana y con su esposa para que acerquen posturas con el fin de que la distancia que hay entre ambas se reduzca o, al menos, sea menos evidente ante los ojos de la opinión pública”. Respecto a los comunicados del Principado que manifiestan que no existe una crisis familiar, “solamente son una excusa oficial, una cortina de humo, para ocultar la realidad”, afirma esta fuente.

Sin embargo, a pesar de las conversaciones del príncipe Alberto con ambas para poner freno a ese enfrentamiento, esta misma persona indica que ni Carolina ni Estefanía parecen dispuestas a mostrar un acercamiento con su cuñada.

El heredero no llega y Andrea se prepara

Charlène Lynette Wittstock tiene 36 años y no ha dado aún un heredero a su marido. Algunos apuntan que Carolina y Estefanía, las hermanísimas, se alegran de esta circunstancia porque las dos prefieren que sea Andrea Casiraghi, el hijo mayor de la primera, y no otro, quien se haga con las riendas del poder monegasco cuando su tío muera.

placeholder La princesa Charlene junto a sus cuñadas Carolina y Estefanía (I.C.)

Andrea es un nuevo hombre y nada tiene que ver al joven de las juergas y los excesos. Desde que es marido y padre ha cambiado radicalmente de vida. Hoy es un hombre volcado en su esposa, Tatiana Santo Domingo, y en su hijo, Sacha, y se está preparando en algunas de las mejores escuelas de negocio del mundo, como el Instituto de Empresas de Madrid (IE Business), con vistas a un posible futuro como dirigente monegasco.

Hace unos meses, el príncipe Alberto acusó ante la prensa a “algunas personas” de confabular en contra suya para destruir su matrimonio. “¿Quiénes?”, le preguntaron los periodistas, pero no quiso responder, quizás, para no enfrentarse directamente a su círculo más íntimo.

En el entorno del príncipe Alberto de Mónaco no se habla de otra cosa. Su esposa, Charlène, y su hermana, Carolina, no congenian, por lo que el gobernante monegasco ha tenido que poner orden en una familia que no se significa especialmente por los afectos. Los principales medios de comunicación franceses hablan de una profunda crisis en la familia principesca; incluso se atreven a asegurar que Charlène no es feliz entre el rígido protocolo de palacio.

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