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Tortilla, gin-tonic y regatas: así es el mundo náutico de Felipe VI
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a finales de julio

Tortilla, gin-tonic y regatas: así es el mundo náutico de Felipe VI

El monarca suele llegar al recinto alrededor de las diez de la mañana con un uniforme marinero de bermudas y camiseta. Así comienza su ritual

Foto: El rey Felipe en las regatas. (Reuters)
El rey Felipe en las regatas. (Reuters)

Como lo fue también para su padre y su abuelo, el conde de Barcelona, el mundo náutico siempre ha sido la seña de identidad de Felipe VI en los veranos de Mallorca. A los siete años ya asistía con sus hermanas y los primos griegos a la escuela de Calanova, donde mucho tiempo después aprenderían a navegar sus sobrinos, los Urdangarin y Marichalar.

La princesa Leonor y la infanta Sofía han sido las únicas de la familia Borbón a las que no se les ha inculcado la afición marinera. Salvo sus apariciones esporádicas en el club náutico en un par de ocasiones, su presencia no es tan habitual como la de la reina Letizia.

placeholder El Rey en plena navegación. (Reuters)
El Rey en plena navegación. (Reuters)

Para el rey Felipe, el mar forma parte de su vida. No solo navegaba en las competiciones náuticas, sino también en las excursiones que organizaba la reina doña Sofía con hijos, sobrinos y después nietos a la isla de Cabrera.

El jefe de Estado actual ha vivido el ambiente de regatas desde que era pequeño. Le gusta y se encuentra cómodo moviéndose en él. A finales de julio participará en esta edición de la Copa de Vela, que cumple treinta y ocho años y está considerada una de las más importantes del circuito internacional. Quien no acudirá al club náutico será don Juan Carlos, que este año no pisará Mallorca. Junto a su amigo Pedro Campos viajará hasta Finlandia para competir con el Bribón.

El 27 de julio

La agenda de Felipe VI como tripulante del Aifos, el barco cedido por la familia Ferragamo a la Armada Española, es común a todos los participantes. Este año, la competición comienza el 27 de julio y finaliza con la entrega de trofeos que preside el monarca el 3 de agosto. Desde la semana anterior los regatistas se preparan y, esta vez, el Rey también formará parte de esos entrenamientos anteriores al gran día. Está previsto que llegue el 26 y que al día siguiente ya acuda al club náutico.

placeholder Felipe VI en la entrega de los trofeos a los ganadores de la 15ª edición de la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época y Clásico en 2018. (EFE)
Felipe VI en la entrega de los trofeos a los ganadores de la 15ª edición de la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época y Clásico en 2018. (EFE)

Si mantiene su costumbre, el monarca suele llegar al recinto alrededor de las diez de la mañana con un uniforme marinero de bermudas y camiseta común al resto del equipo. El resto del estilismo se compone de mochila, gorra y gafas. Suele tomar un café y un pincho de tortilla con algunos de sus compañeros de tripulación y con el presidente del club, Javier Sanz.

Las salidas a mar abierto tienen horario marcado y solo varían en función de las condiciones meteorológicas. Más de una vez, Felipe VI ha tenido que esperar varias horas a que cambiara la situación. Si no hay viento, no hay regata. En esos tiempos muertos, su rutina no varía. Desde que se convirtió en Rey, la relación con el resto de socios (y de la prensa) que acuden al club ya no es tensa. Hay aplausos a su llegada y a su salida como reconocimiento a su labor en la institución.

Hubo unos años en los que no era fácil acercarse a él. Los escoltas se encargaban de establecer un cordón difícil de traspasar hasta para niños y madres que pedían, sin conseguirlo, fotos con el Príncipe. Hubo incluso alguna ocasión en la que, para evitar socializar, salía con el almirante Jaime Rodríguez Toubes desde Porto Pi para embarcarse directamente en el Aifos.

placeholder El rey Felipe, en la Copa del Rey de Vela de Mallorca. (Limited Pictures)
El rey Felipe, en la Copa del Rey de Vela de Mallorca. (Limited Pictures)

El cambio de estatus de heredero a Rey también modificó la estrategia marinera y, como en ediciones anteriores, también saldrá del pantalán del club. A la vuelta, la costumbre es muy parecida. Don Felipe se reúne con su tripulación para compartir las anécdotas de la jornada en el bar, a la vista de todos. Este colegueo varía dependiendo de la hora en la que finalice la regata ese día. A diferencia de la mañana, no hay pincho de tortilla. En esa ocasión se cambia por un vaso con hielo y rodajas de limón. Lo mismo puede ser un gin-tonic que agua de Vichy.

En todas las ediciones se espera que la reina Letizia y las niñas acudan al club para encontrarse con el Rey. El año pasado hubo suerte. Habrá que esperar para saber si este también.

Como lo fue también para su padre y su abuelo, el conde de Barcelona, el mundo náutico siempre ha sido la seña de identidad de Felipe VI en los veranos de Mallorca. A los siete años ya asistía con sus hermanas y los primos griegos a la escuela de Calanova, donde mucho tiempo después aprenderían a navegar sus sobrinos, los Urdangarin y Marichalar.

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