Las confesiones de Menchu Álvarez, la abuela de la reina Letizia, por su 92 cumpleaños

Este jueves, la abuela de la reina Letizia, Menchu Álvarez, cumple 92 años. Y gracias a unas declaraciones que ha ofrecido al diario 'La Razón', hemos podido conocer algunos secretos de esta periodista radiofónica, a la que ni la fama ni el paso del tiempo pueden jubilar. Cántabra de nacimiento y asturiana de adopción, sigue viviendo sola en su casa de Sardéu, cerca de Ribadesella. Presume de ser muy independiente, pero admite con resignación que sus hijos están muy pendientes de ella, especialmente Jesús Ortiz, el padre de doña Letizia, que la llama a diario.

No hay secretos para poder llegar a su edad con su salud. De hecho, habla sin problema de uno de sus pequeños vicios, que casualmente es una de las grandes manías de la reina Letizia: "Me gusta y sigo fumando. Lo he intentado dejar porque mi hijo me regaña. Fíjate dónde llego a veces, que si está mi hijo, fumo a escondidas, que es el colmo". Otro de sus vicios confesables es el dulce, que no faltará en su tranquila celebración de cumpleaños, a la que solo asistirán un par de familiares porque, según cuenta, ya lo celebraron en familia las pasadas navidades en Madrid.

Sí confiesa algún que otro achaque, por otro lado normal tras haber vivido más de nueve décadas: "He perdido algo de movilidad y, a veces, por falta de uso, pierdo agilidad con las palabras y tengo que buscar algunas porque las olvido, pero enseguida encuentro una que también sirve". Pero, por lo demás, está en perfectas condiciones. A sus 92 años, sigue conduciendo, cogiendo su coche para acercarse a Ribadesella a comprar o al programa de radio 'El garabato', que comparte con un grupo de amigas de todas las edades.

La última vez que vimos a Menchu fue en los Premios Princesa de Asturias, ya que no quiso faltar al debut de su bisnieta, la princesa Leonor. Meses antes, recibía un premio por su trayectoria radiofónica. Pero los reconocimientos no son algo con lo que se sienta demasiado cómoda. Por su cumpleaños, dice que el mejor regalo sería "un beso de cada una de mis bisnietas". Y tiene claro lo que le pide a la vida: "Solo quiero la felicidad de los míos".