Ana, la princesa dura: las señas de identidad que la hacen única

En un momento en el que la familia real británica, como el resto del mundo, trata de sacar fuerzas ante el caos y el miedo generados por el coronavirus, hay un miembro que siempre ha hecho alarde de esa entereza y de una personalidad a prueba de bombas, no solo con su peculiar y contundente manera de ser, sino también con su estilo único e irrepetible. Nos referimos a la princesa Ana.

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La hija de Isabel II ha sido ese tipo de mujer que siempre ha transmitido una seguridad y una determinación apabullantes. Conocida como la 'princesa trabajadora', su agenda ha sido de las más activas dentro de la Corona y nunca se le han caído los anillos a la hora de remangarse y lanzarse al barro en cualquier situación.

Esta fuerte personalidad ha hecho de ella, incluso, la persona perfecta para que pronto sea nombrada capitán general de los Marines Reales, haciendo así historia. Aunque ya tiene relación -de diferente naturaleza- con 65 organizaciones militares, la princesa Ana se convertirá en la primera mujer que ocupa este cargo de responsabilidad dentro del cuerpo, tras la retirada del cargo del duque de Edimburgo y la imposibilidad de que Harry continúe con este cometido.

Quién mejor que ella, cuando además es de las pocas en la familia que viste los uniformes militares. Y es que una de las señas de identidad que han marcado su estilo único es la de lucir como nadie los trajes de chaqueta y pantalón y los uniformes de estilo masculino.

No es su única marca de estilo. Desde muy joven, la hermana del príncipe Carlos impuso sus gustos con atrevimiento, dejando muy claro lo poco que le importaban las opiniones al respecto. La princesa Ana fue icono de modernidad cuando se atrevió a combinar estampados y colores que solo ella llevaba con una firmeza difícil de cuestionar, una tendencia que no ha abandonado hasta hoy.

A todos sus looks, ya sean masculinos, campestres, militares, deportivos o compuestos por elegantes vestidos de etiqueta, la princesa Ana suele añadir dos detalles icónicos de su imagen, que refuerzan esa presencia de liderazgo. Uno es su ya inseparable pelo cardado y recogido en un moño. El otro, las gafas de sol deportivas a través de las cuales se ha parapetado en sus mejores y en sus peores momentos.

Hubo una época en que la princesa Ana fue tratada por la prensa como la oveja descarriada, la rebelde, por sus escándalos amorosos y su carácter contestatario. Hoy es uno de los miembros de la familia más respetados y discretos. Entonces y ahora, su imagen se ha impuesto como la de esa mujer fuerte, impenetrable, a la que poco le ha parecido importar el qué dirán.