Letizia y las joyas de pasar: tres incógnitas, dos piezas sin lucir y otra en manos de Simoneta
Las joyas de pasar últimamente copan titulares gracias a la reina Letizia. Pero cada una de ellas tiene mucha historia detrás. Te la contamos
“Dado en Lausanne, a 29 de junio de 1963. Yo, doña Victoria Eugenia de Battenberg y Windsor, Reina que fui de España por mi matrimonio con el Rey Alfonso XIII, de cuyo enlace subsistieron al presente cuatro hijos, llamados Don Jaime, Don Juan, Doña Beatriz y Doña Cristina, por el presente testamento ológrafo ordeno mi última voluntad según las siguientes cláusulas…”, así dan comienzo las últimas voluntades de la reina Ena, un testamento al que se sumaban dos codicilos. En uno de ellos, aparecen descritas las que son las joyas de pasar, que últimamente copan titulares gracias a la reina Letizia.
Victoria Eugenia dejó escrito que “las alhajas que recibí en usufructo del Rey Don Alfonso XIII y de la misma Infanta Isabel [...] desearía, si es posible, se adjudicasen a mi hijo Don Juan, rogando a éste que las transmita a mi nieto don Juan Carlos. El resto de mis alhajas, que se repartan entre mis dos hijas”. Y así ha sido. Todas menos una, que como contaremos más adelante no acabó en manos de reinas, sino de Simoneta Gómez-Acebo. Hay otras, como los chatones o los cuatro hilos de perlas, que guardan una incógnita difícil de resolver. Empecemos a analizar las joyas.
- "Una diadema de brillantes con tres flores de lis". Conocida como la tiara de la Flor de Lis, es la más importante del joyero de los Borbón y símbolo de la monarquía española. Fue creada por la joyería Ansorena y Alfonso XIII se la entregó a su esposa, la reina Ena, con motivo de su enlace matrimonial. La diadema, realizada en diamantes, representa tres grandes flores de lis. También fue utilizada por la condesa de Barcelona durante la coronación de Isabel II. Fue en 1983, durante una visita de Estado de los reyes de Suecia, cuando la reina Sofía la lució por primera vez y desde entonces la ha reservado para grandes ocasiones. Doña Letizia la estrenó en febrero de 2017, en la visita de Estado de Argentina, la volvió a lucir en su viaje a Reino Unido en julio de ese mismo año y en la entronización de Naruhito en octubre de 2019, así como en las fotos oficiales.
- "Dos pulseras iguales de brillantes". Se trata de doos brazaletes realizados con diamantes. Su origen se encuentra en una corona de Cartier que Alfonso XIII entregó a Victoria Eugenia como regalo de bodas. La corona pasó de moda rápidamente y, tras su exilio, la reina encargó a la misma firma que la desmontara y con los diamantes creó estas dos pulseras. Desde la muerte de Ena, solo habían sido lucidas por doña Sofía, hasta que Letizia las lució por primera vez en febrero de 2017. Desde entonces se las hemos visto en numerosas ocasiones, tanto en actos de gala como en otros más informales. Las suele lucir ambas en la misma muñeca, mientras que doña Sofía prefería una en cada brazo.
- "Un broche con perla grande gris pálido rodeada de brillantes y del cual cuelga una perla en forma de pera". Estamos ante una pieza que le vimos a doña Letizia por segunda vez esta misma semana, en la cena de gala con Italia, y que había estrenado en la Pascua Militar de 2019. Perteneció a la infanta Isabel y Victoria Eugenia lo lució en numerosas ocasiones, algunas tan importantes como la cena previa a la boda de don Juan Carlos y doña Sofía en Atenas. También ha sido uno de los favoritos de la reina Sofía, y ahora parece que lo es también de su nuera.
- "El collar de chatones más grande". Existen dos collares de chatones, por lo que hay dudas de si la reina Letizia ha lucido el "más grande", como señala Victoria Eugenia, o el otro. Aquí va la historia. Para su enlace, Alfonso XIII le regaló a Ena un collar de Ansorena con 30 piezas. Cada vez que el rey tenía que hacerle un regalo a su esposa, le entregaba dos diamantes que se incorporaban al collar. Fueron tantas las piezas que le dio que al final el collar le llegaba por la cintura. Por eso decidió dividirlo, quedando uno más grande y otro más pequeño. Dejaría escrito en su testamento que "el grande" formaría parte del lote de joyas de pasar y recaería en don Juan, el heredero, mientras que el otro, más pequeño y con 27 diamantes, se lo dejó a su hijo Jaime.
Cuando don Juan Carlos ascendió al trono, doña Sofía recibió todas las joyas de pasar, en las que se incluía el collar de chatones grande, que ha lucido en infinidad de ocasiones. Sin embargo, en 1977, la que fuera segunda esposa de don Jaime subastó en Christie's el collar pequeño y en 1982 fue adquirido por alguien cercano a la Casa Real, volviendo así a manos de las mujeres Borbón. Aunque el que lleva Letizia parece más corto que el que lucía Sofía en su momento, no se puede asegurar que el de la actual Reina no sea el grande, pero acortado, teniendo en cuenta además que tiene una pulsera hecha con chatones, pudiendo ser de los sobrantes. La incógnita se resolverá algún día si vemos a doña Letizia luciendo el largo.
- "El collar con treinta y siete perlas grandes". Es la joya más valiosa de todas, tal como contaba a Vanitatis José Luis Sampedro, experto en la historia del joyero de la familia Borbón y coautor del libro 'Las joyas de las reinas de España': "Cuando se valoró el lote de joyas, en 1906, se vio que solo ese collar valía más que el resto de piezas juntas, incluyendo diamantes y otras piedras preciosas. Las perlas tienen una particularidad, y es que a medida que aumentan el tamaño, su precio se dispara, no es proporcional. Y en aquel entonces, el lote se valoró en más de un millón de pesetas. Si se hicieron los cálculos bien, era el sueldo de un año de 800 funcionarios de la Administración". Se refiere al collar de perlas rusas que perteneció a la reina María de las Mercedes, primera esposa de Alfonso XII, un regalo que el rey le hizo a su mujer antes de su boda. Doña Letizia lo llevó por primera vez en los Premios Princesa de Asturias de 2016 y lo repitió en un almuerzo con el presidente alemán.
- "Un par de pendientes con un brillante grueso y brillantes alrededor". Formados por un brillante central y otros pequeños brillantes que lo rodean, fueron los elegidos por la infanta Cristina para el día de su boda con Urdangarin. Pertenecieron a la reina Victoria Eugenia y desde que los estrenó se han convertido en unos de los favoritos de doña Letizia.
Las que no ha lucido
- "Un broche de brillantes del cual cuelga una perla en forma de pera llamada la Peregrina". La Reina no ha lucido ninguna de estas dos piezas. Y es probable que una de ellas no la lleve nunca. Nos referimos al broche del que hablla Victoria Eugenia en su testamento. La condesa de Barcelona, quien recibió las joyas por ser ella la mujer del heredero al trono, cumplió con las voluntades de su suegra en cuanto a las joyas de pasar, pero no del todo, ya que decidió entregar el broche -sin la Peregrina, ya que esta sigue en manos de la línea reinante- a su nieta Simoneta Gómez-Acebo. La reina Victoria Eugenia tenía especial cariño a este broche, que lució en actos tan importantes y simbólicos como la boda de Isabel II. Al heredar el broche, María de las Mercedes también lo llevó, siempre con la Peregrina colgando de él. Pero en 1990 decidió regalárselo a su nieta Simoneta con motivo de su boda con José Miguel Fernández Sastrón. Desde entonces, Simoneta ha llevado el broche del lazo en distintos eventos.
La que sí está en poder de doña Letizia es la Peregrina, que tiene una larga historia a sus espaldas, y es una de las joyas más polémicas a nivel mundial. Su inusual tamaño y forma ha suscitado grandes leyendas. Fue descubierta aproximadamente en 1514 en los mares del archipiélago de las Perlas (Panamá) por un esclavo. El alguacil mayor que controlaba su trabajo realizó, años más tarde, un viaje a Sevilla y aprovechó para venderle está excepcional joya a Felipe II, quien la incorporó al joyero de la familia real española. La Peregrina fue pasando de monarca a monarca hasta la llegada de José Bonaparte, quien ordenó al monarca de entonces, Carlos IV, que le entregara todo el joyero real. José, conocido coloquialmente como Pepe Botella, dejó la perla a su sobrino, Napoleón III, que tras pasar por una crisis económica se la vendió al marqués de Abercorn, quien a su vez la vendió a una joyería inglesa.
Según la documentación, la joyería inglesa se habría puesto en contacto con Alfonso XIII para saber si le interesaba que las reinas de la familia real española pudieran volver a lucir la Peregrina, pero no llegaron a un acuerdo. Parece que el monarca se habría hecho con una perla similar para regalársela a su esposa Victoria Eugenia. El problema llegó en 1969, cuando la Peregrina salió a subasta en Nueva York. La Casa Real Española negó que se tratara de la perla original, pues afirmaban que la que ellos guardaban en su joyero era la verdadera. A pesar de los problemas iniciales, el 23 de enero la exclusiva gema fue vendida por 37.000 dólares a Richard Burton, quien se la regaló a su esposa, la actriz Elizabeth Taylor. Sin embargo, la polémica no terminó ahí. Un día más tarde, el 24 de enero, el portavoz de Victoria Eugenia apareció diciendo que la perla que habían subastado era falsa y que la verdadera estaba en su poder. Varios expertos negaron las acusaciones, aunque la Casa Real, a día de hoy, sigue afirmando que su perla es la auténtica Peregrina. ¿La lucirá algún día doña Letizia? ¿Es la verdadera?
- "Cuatro hilos de perlas grandes". Existen discrepancias sobre a qué collares se refería Victoria Eugenia en el testamento, pues son muchos los que tenía la reina. Lo que sí es cierto es que María de las Mercedes reveló en sus memorias 'Yo, María de Borbón', escritas por Javier González de Vega, que repartió los cuatro hilos entre las mujeres de la familia. Por lo que actuamente no estarían en manos de la reina Letizia al completo. Otra incógnita, junto a la de los chatones y la autenticidad de la Peregrina, de las joyas reales españolas.
“Dado en Lausanne, a 29 de junio de 1963. Yo, doña Victoria Eugenia de Battenberg y Windsor, Reina que fui de España por mi matrimonio con el Rey Alfonso XIII, de cuyo enlace subsistieron al presente cuatro hijos, llamados Don Jaime, Don Juan, Doña Beatriz y Doña Cristina, por el presente testamento ológrafo ordeno mi última voluntad según las siguientes cláusulas…”, así dan comienzo las últimas voluntades de la reina Ena, un testamento al que se sumaban dos codicilos. En uno de ellos, aparecen descritas las que son las joyas de pasar, que últimamente copan titulares gracias a la reina Letizia.