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Así es la tiara Bains de Mer, la joya preferida de Grace Kelly
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Rubíes y diamantes

Así es la tiara Bains de Mer, la joya preferida de Grace Kelly

Todos los detalles sobre una de las tiaras más emblemáticas de la familia real monegasca, la tiara Bains de Mer, que fue una de las favoritas de Grace Kelly

Foto: Grace Kelly, princesa de Mónaco, en una imagen de archivo. (Gtres)
Grace Kelly, princesa de Mónaco, en una imagen de archivo. (Gtres)

Grace Kelly fallecía en un trágico accidente de tráfico para dejar a la sociedad conmocionada y a su familia destrozada. Se apagaba la luz de la estrella de Hollywood, ganadora de un Oscar, que había renunciado a su éxito por amor para convertirse en princesa de Mónaco. Pero comenzaba su leyenda. A pesar del tiempo transcurrido desde aquello, nadie ha olvidado ni su belleza ni su dulce sonrisa ni su estilo a la hora de vestir y seleccionar las joyas con la que deslumbrar en cada aparición pública.

No fue tarea sencilla, pues habitualmente son los familiares quienes legan algunas de estas piezas, herencias que pasan de madres a hijas y que, en este caso, su suegra, Carlota Grimaldi, no parecía muy dispuesta a poner en sus manos ninguna de las piezas de su propiedad. La relación entre ellas nunca fue buena; de hecho, no son pocas las fuentes que señalan que no se llevaban nada bien. Prueba de ello es que la actriz nunca lució una de las joyas más espectaculares de la princesa Carlota, ni siquiera tras la muerte de su suegra: la tiara Pearl Drop.

placeholder Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)
Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)

Por suerte para ella, esto no fue necesario, pues gracias a los regalos de su marido y también de quienes le rodeaban, pronto se encontró con joyas dignas de admirar y que no dudó en lucir. Piezas, en este caso, sin condiciones, una situación diferente a la de Mary de Dinamarca, a quien entregaron la tiara Medianoche, una de sus preferidas y diseñada pensando en ella, como un préstamo que puede que con el tiempo pase a ser un regalo definitivo, pero que a nadie le extrañaría que regresara a manos de su creadora.

La tiara Bains de Mer fue un regalo de la Société des Bains de Mer, la empresa propietaria del Casino de Montecarlo, la Ópera de Montecarlo y el Hôtel de París en Montecarlo. Encargada a la casa Cartier, fue entregada como regalo de bodas y ella correspondió el gesto luciéndola en la fiesta previa a la ceremonia, en abril de 1956. Una tiara flexible, con muchas posibilidades y que la Princesa lució en numerosas ocasiones, como tiara o como broches, pues es desmontable.

placeholder Las tres piezas que decoran la cúspide de la tiara Bains de Mer. (Getty/Carlos Alvarez)
Las tres piezas que decoran la cúspide de la tiara Bains de Mer. (Getty/Carlos Alvarez)

La tiara está formada por tres piezas, que se pueden quitar y usar de manera individual, y cada una de ellas consta de un gran rubí y una serie de diamantes engastados en oro y platino. Si bien no es una de las que más lució como tal, sí que fue la escogida para momentos de gran importancia, como en su visita al Vaticano, no solo como diadema, sino que también en algunas ocasiones escogió llevar las piezas como broches y también como collar en alguna ocasión.

De hecho, y para completar este llamativo conjunto elaborado en los colores del principado, rojo y blanco, sin duda como un evidente homenaje a la nueva vida que estaba a punto de estrenar, su marido le regaló unos pendientes y un anillo que seguían el diseño original. Estas piezas han sido las elegidas por las hijas de la pareja en alguna ocasión, sobre todo por Carolina en su juventud, pues Estefanía siempre se ha mostrado menos partidaria de lucir joyas. De hecho, en una ocasión, ambas optaron por lucirlas en el baile de la rosa tradicional de Mónaco. Estefanía optó por los pendientes y Carolina lució un broche en cada hombro de su vestido.

placeholder Estefanía y Carlota, en 2005 luciendo las joyas de su madre. (Getty/Pascal Le Segretain)
Estefanía y Carlota, en 2005 luciendo las joyas de su madre. (Getty/Pascal Le Segretain)

Como hemos dicho, esta es una de las piezas más destacadas del joyero de Grace Kelly y tanto es así que en la película de 2014 protagonizada por Nicole Kidman, esta lucía una réplica de esta joya, original gracias a la forma adoptada por las tres piezas que la forman. Parece que en esta película, ‘Grace de Mónaco’, calificada por el principado como completamente de ficción, hay algunos detalles que sí se ajustan a la realidad y la representación de las joyas y el vestuario de la princesa es una de ellas.

La tiara Bains de Mer ha pasado a formar parte de la historia de Mónaco, igual que lo han hecho otras joyas de igual importancia, pues aunque ellos no tienen lo que se conoce como ‘joyas de la corona’, tampoco les hace falta. Esta espectacular tiara está a la altura de otras igualmente impresionantes, como la tiara Carlota, de la que ya hemos hablado antes, o la tiara Fringe, que la mayor parte de las ocasiones, en lugar de llevarla sobre la cabeza, han optado por lucirla como un collar.

placeholder Nicole Kidman, en su papel de Grace Kelly en un fotograma de la película 'Grace de Mónaco', con una réplica de la tiara a modo de collar. (Cortesía/Stone Angels - YRF Entertainment)
Nicole Kidman, en su papel de Grace Kelly en un fotograma de la película 'Grace de Mónaco', con una réplica de la tiara a modo de collar. (Cortesía/Stone Angels - YRF Entertainment)

Piezas valiosas que llegaron de una forma o de otra a las manos de las mujeres de esta familia y que, salvo contadas ocasiones, suelen ser compartidas por todos los miembros, algo que también se repite en otras monarquías europeas, como la británica, en la que la elección de la tiara que llevarán al altar siempre está rodeada de misterio para los espectadores, pero de detalles emotivos e historias cargadas de recuerdo para las mujeres que las lucen en su gran día.

Grace Kelly fallecía en un trágico accidente de tráfico para dejar a la sociedad conmocionada y a su familia destrozada. Se apagaba la luz de la estrella de Hollywood, ganadora de un Oscar, que había renunciado a su éxito por amor para convertirse en princesa de Mónaco. Pero comenzaba su leyenda. A pesar del tiempo transcurrido desde aquello, nadie ha olvidado ni su belleza ni su dulce sonrisa ni su estilo a la hora de vestir y seleccionar las joyas con la que deslumbrar en cada aparición pública.

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