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El origen de Carlota de Mónaco: la 'temida' suegra de Grace Kelly
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Adoptada por su padre

El origen de Carlota de Mónaco: la 'temida' suegra de Grace Kelly

Hija del heredero del trono y una cabaretera, Carlota de Mónaco se mostró como una mujer que sabía lo que quería, incluso renunciar al trono en favor de su hijo

Foto: Carlota de Mónaco, junto a su familia. (Cordon Press)
Carlota de Mónaco, junto a su familia. (Cordon Press)

La historia de Mónaco no es de las más conocidas entre la realeza europea, pero eso no hace que sea menos interesante. Las últimas generaciones han contribuido a ello con creces, por ejemplo, la ausencia de Charlène de Mónaco estos últimos meses, así como toda la leyenda y misterio que rodea su boda con el príncipe Alberto. Las vidas de Carolina y Estefanía también han llenado algunas páginas de los libros de historia y todavía queda mucho por saber de los más jóvenes del clan.

Sin embargo, si viajamos hacia el pasado, vemos que hay otros muchos momentos que marcaron la historia del principado, como la boda del príncipe Rainiero, puesto que no todos los días una estrella de Hollywood se convierte en princesa, cumpliendo con uno de los clichés más habituales en las películas, la plebeya que lo deja todo por amor tras conocer al príncipe de sus sueños. La tragedia que provocó la muerte de Grace Kelly también fue un gran impacto para todos.

placeholder Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)
Rainiero de Mónaco y Grace Kelly. (EFE)

Aunque la figura de Grace haya conseguido brillar con luz propia, hubo otra mujer antes que ella que fue la responsable de la salvación del principado monegasco, su suegra, Carlota Grimaldi (1898-1977), responsable de que la familia siga en el trono, pero también de que Mónaco continúe siendo un país independiente, ambas cosas por el simple hecho de existir, pero detalles importantes al fin y al cabo.

Fue la posibilidad de que Mónaco se convirtiera en territorio francés la que propició que Carlota fuera reconocida como hija de su padre, puesto que hasta ese momento había sido considerada hija ilegítima de Luis II de Mónaco (1870-1949), habiendo nacido fruto de una relación fuera del matrimonio.

Una hija sin reconocer

Comenzaban a estar preocupados en el principado, pues Luis cumplía años y seguía sin casarse, dejando al país sin heredero. Sin embargo, parece que sus planes eran muy distintos, pues, según cuentan las crónicas, había conocido en París a una mujer por la que bebía los vientos.

En la capital parisina, María Julieta Louvet era una artista divorciada y con dos hijos que regentaba un cabaret, pero tuvo que emigrar a tierras argelinas, por lo que él, que por aquel entonces servía como oficial del Tercer Regimiento de Cazadores, lograba que le destinaran también a Argel. Fruto de su romance nacía Carlota quien, como decimos, no fue reconocida como hija legítima de su padre.

placeholder Retrato de la princesa Carlota de Mónaco, de Philip de László. (Palacio del Príncipe de Mónaco)
Retrato de la princesa Carlota de Mónaco, de Philip de László. (Palacio del Príncipe de Mónaco)

A pesar de no ser reconocida, su padre se encargó de que a la joven no le faltara nada durante su infancia, por lo menos en el terreno económico, pues su trato tanto con la madre como con la hija fue escaso, por no decir nulo, pues había regresado a Mónaco solo un año después del nacimiento de la pequeña para encargarse de su formación como futuro príncipe.

Luis se aseguró de que la joven recibiera dinero suficiente, así como una educación a la altura de lo que se esperaría en la hija del heredero del trono. Finalmente, en 1911, cuando Carlota contaba con 13 años, se decide a reconocer su paternidad otorgándole el título nobiliario de señora de Valentinois, no así el apellido Grimaldi.

La anexión de Mónaco a Francia

El tiempo pasaba y la salud del príncipe Alberto, padre de Luis, era cada vez más frágil, lo que suponía un problema para el principado. Luis parecía no tener intención de casarse y, por tanto, aportar un heredero legítimo y se temía que el príncipe Alberto falleciera antes de poder solucionar las cuestiones dinásticas.

Esto, que a simple vista parece un problema sencillo de solucionar, no lo es tanto en el principado: de morir el jefe de Estado sin descendientes legítimos, el país dejaría de ser independiente y pasaría a ser tutelado por autoridades francesas. Por otro lado, se temía que, de fallecer el monarca sin descendencia, el principado pasara a manos del conde de Wurtemberg, de sangre alemana. La situación estratégica del principado, en la frontera con Francia, hacía que esta no fuera la mejor opción para los franceses.

placeholder Carlota Grimaldi, con su padre, su marido y sus dos hijos. (Cordon Press)
Carlota Grimaldi, con su padre, su marido y sus dos hijos. (Cordon Press)

Así las cosas, y para evitar posibles situaciones que no fueran acordes con los poderes del momento, se promulgó una ley que permitía que el heredero del trono adoptara y este niño tendría todos los derechos de sucesión. De esta forma, Luis adoptaba a su propia hija Carlota en 1919 y, ahora sí, le daba sus apellidos. Los problemas relacionados con el trono monegasco no cesaban con esto, pues seguían encontrando voces disconformes, pero esto ya sería otra historia.

Por su parte, Carlota se casa apenas un año más tarde con el conde Pierre de Polignac, aristócrata francés y amigo muy cercano de Marcel Proust, con quien se decía en la época que mantenía una relación que era más que amistad.

Divorcio real

Este matrimonio, organizado por el padre de Carlota, no tuvo un final feliz, o sí, pero no llegaron a comer perdices. Diez años después y tras el nacimiento de sus dos hijos, Antoninette y Rainiero III, futuro príncipe de Mónaco, la pareja se divorciaba y comenzaban caminos separados.

Nombrado persona non grata en Mónaco, Pierre se trasladó a vivir a París, desde donde viajaba a la frontera cada vez que quería ver a sus hijos, con lo que siempre mantuvo contacto, de hecho fue quien acompañó a Rainiero a Los Ángeles para pedir la mano de quien después sería su esposa. Hasta su muerte, recibió de parte de Carlota una manutención de 500.000 francos anuales.

placeholder El príncipe Rainiero y Grace Kelly, en 1965. (Getty)
El príncipe Rainiero y Grace Kelly, en 1965. (Getty)

La relación de Pierre con Grace Kelly parece que fue bastante cordial, lo que provocó que la que hubo entre la actriz y su suegra nunca fuera buena. Así quedó recogido en la biografía 'Grace Kelly: los últimos secretos', de Wendy Leigh: "Grace y Rainiero tenían muy buena relación con el príncipe Pierre, pero Carlota y Pierre no habían tenido un divorcio feliz. Grace y Pierre sí congeniaban mucho, por lo que Carlota no congeniaba con ella. Así de simple". O: "Grace tuvo muchos problemas con la madre de Rainiero. La frialdad no fue lo peor de la actitud de Carlota hacia Grace".

Una amiga más que una madre

"Tampoco la princesa Antonieta se sentía demasiado satisfecha por el casamiento de su hermano con una actriz norteamericana…”, según recoge el mismo libro. Carlota nunca fue una madre al uso, de hecho en alguna ocasión Rainiero llegó a señalar que era más una amiga que una madre.

Una vez divorciada de Pierre, se trasladó a Francia dejando a sus hijos bajo el cuidado de su abuelo. En el Château de Marchais fue donde fijó su residencia hasta su muerte y donde descansan sus restos. Allí pudo disfrutar de sus pasiones, llegando incluso a conseguir un título universitario en trabajo social.

placeholder El príncipe Alberto, su mujer Charlène y sus hermanas, Carolina y Estefanía, en una imagen de archivo. (EFE)
El príncipe Alberto, su mujer Charlène y sus hermanas, Carolina y Estefanía, en una imagen de archivo. (EFE)

En 1944 renunció a sus derechos al trono, lo que provocó que cinco años después, tras la muerte de Luis II, fuera Rainiero quien asumiera el trono del principado. Mientras tanto Carlota se dejó ver en muy contadas ocasiones, una de ellas, la boda de su hijo, y centró todos sus esfuerzos en su labor solidaria, en defensa de los derechos humanos de los presos franceses, incluso convirtiendo su hogar en un centro de ayuda para exconvictos. Allí vivió junto a su amante, René Girier, un afamado ladrón de joyas con el que nunca llegó a casarse.

Aunque la sociedad aplaudió su labor solidaria, esta llegó a preocupar a sus hijos, sobre todo durante los últimos años de su vida, en los que comenzaron a dudar de que sus facultades estuvieran en las mejores condiciones. En 1977, Carlota Grimaldi fallecía en París a los 79 años de edad.

La historia de Mónaco no es de las más conocidas entre la realeza europea, pero eso no hace que sea menos interesante. Las últimas generaciones han contribuido a ello con creces, por ejemplo, la ausencia de Charlène de Mónaco estos últimos meses, así como toda la leyenda y misterio que rodea su boda con el príncipe Alberto. Las vidas de Carolina y Estefanía también han llenado algunas páginas de los libros de historia y todavía queda mucho por saber de los más jóvenes del clan.

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