Las navidades en Zarzuela: cuando se hacía el amigo invisible y se prohibían las setas

En agosto del 2020, don Juan Carlos enviaba al rey Felipe una carta en la que le comunicaba su decisión de residir permanentemente en Abu Dabi, aunque dejando claro que viajaría con frecuencia a España. Esta misiva la hizo pública la Casa Real y dejaba despejado el camino de vuelta del emérito a su casa. Si la elección de dejar su residencia fue libre o no, solo los protagonistas lo saben. No hay duda de que cuando en agosto del 2020 viajó de Vigo a Emiratos, su idea era tener la libertad de volver cuando quisiera a su casa de una manera discreta. Aunque en el palacio de la Zarzuela haya a quien no le guste.

Solo regresó a Sanxenxo para participar en una regata y fue tal el barullo mediático que tuvo que prometer a su hijo que solo regresaría con su beneplácito, de acuerdo con el Gobierno. No hay demandas pendientes y solo queda el conflicto con Corinna Larsen, que con sus desaciertos y sus no verdades en sus pódcast muestra su resentimiento. Las revanchas desde el despecho no suelen funcionar.

El permiso que don Juan Carlos esperaba después de enviar la carta a su hijo y jefe del Estado no se ha hecho efectivo y, por lo tanto, el Rey emérito pasará las navidades en Abu Dabi, donde ya tiene su residencia fiscal. Aún no se sabe si la infanta Elena y Cristina y los hijos respectivos viajarán para pasar la Nochebuena y Navidad con su padre y abuelo. Podría ser, pero no hay confirmación en este sentido.

Por parte de la Casa Real, alegan que ya no forman parte del organigrama de la Casa Real y, por lo tanto, serían viajes privados sin información para los medios. No hay obligación institucional y, salvo que haya filtraciones, no sabremos de quién estará rodeado don Juan Carlos. Si se mantiene cierta rutina que ha vivido desde que se instaló en Emiratos, la que estará con él será Marta Gaya. La dama de Mallorca pasó de ser la primera mujer por la que el Rey se habría divorciado a la amiga incondicional que es ahora. Don Juan Carlos mantiene amistades fieles que viajan a menudo a Abu Dabi. Otros muchos -demasiados, según el monarca- fueron poco a poco espaciando las llamadas y mensajes hasta que a día de hoy han desaparecido.

Lo que sí se conoce de esta Nochebuena es que ya no habrá reuniones familiares multitudinarias. Hubo un tiempo en que doña Sofía era la encargada de organizar el calendario festivo. Mientras Felipe VI y sus hermanas fueron solteros, la agenda no variaba y ante la felicidad de la Reina se reunían todos en el palacio de la Zarzuela. Juntos esperaban el mensaje del Rey; después, la cena, y a las 12 de la noche asistían a la misa del gallo en la ermita del recinto. No había fisuras y aparentemente eran felices. Se unían las infantas Pilar y Margarita con sus respectivos maridos y prole, además de parientes menos directos como la prima Tatiana, su marido e hija, que se sumaban a la cena y al almuerzo del día siguiente.

Durante años, en estas celebraciones no variaba el contenido propiamente dicho y tampoco el menú. Lo único que no se podía servir ni aparecer en el bufet era cualquier cosa que tuviera que ver con setas y champiñones. Al Rey emérito, que es de buen comer, no le gustaban en ninguna de sus variantes. Dicen que podría tratarse de una alergia, como figura en algunas de las biografías reales. Su abuelo Alfonso XIII tampoco las apreciaba.

En cada edición se iban sumando las parejas y, con el tiempo, los nietos. La primera parte de las navidades tenía como centro neurálgico la Zarzuela. El fin de año y las fechas siguientes hasta la llegada de los Reyes Magos, el chalet de La Pleta, en Baqueira, era el lugar de reunión de la familia real.

También cambió la manera de presentar los regalos. Si durante años todos los asistentes se intercambiaban obsequios, con el tiempo llegó el amigo invisible. Este sistema creó más de un conflicto entre algunos de los familiares que acudían a la cena, al sentirse infravalorados o considerar que el regalo no era de su agrado. Una de las que se sintió damnificada fue doña Letizia, que recibió en una ocasión unas botas de agua de la marca Hunter que no le gustaron.

Nada de esto volvió a ser lo mismo. Y los miembros de la familia real y de la familia del Rey fueron desapareciendo, como en el libro de Agatha Christie. Pero sí queda en el recuerdo, y quizá en las añoranzas de todos, esas navidades cuando (aparentemente) todos se querían.