El escuadrón más íntimo de la reina Sofía: quién es quién
Desde el principio se descartó la posibilidad de elegir a integrantes de la aristocracia de rancio abolengo y hacerlas damas de compañía. Carmen Enríquez nos lo desvela
Las imágenes de las semanas pasadas en las que doña Sofía se rodeaba de su círculo íntimo en Mallorca demuestran que la Reina madre tiene muy buenos amigos. Un escuadrón íntimo que se ocupa de que, en medio de la presión mediática, la emérita no se encuentre sola. También cuando se trata de cuidarla por otros disgustos como el que vivió este lunes al enterarse de que las tumbas en las que descansan sus padres, el rey Pablo y la reina Federica, sufrieron un acto de vandalismo. Todo esto desmiente en cierta manera la afirmación del general Sabino Fernández Campo, que repetía en todas las etapas en las que tuvo responsabilidad en la Casa Real que “los reyes no pueden tener amigos”, cuando hacía referencia y clasificaba a algunas amistades de don Juan Carlos, que él consideraba peligrosas.
La madre del Rey siempre supo escoger y mantuvo una distancia prudencial con quienes querían organizar una corte paralela, y así lo cuenta Carmen Enríquez en su libro 'Sofía: nuestra reina' (editorial Aguilar). “Desde el principio descartó la posibilidad de elegir a integrantes de la aristocracia de rancio abolengo y hacerlas damas de compañía para que estuvieran junto a ella a todas horas, tanto dentro como fuera de su residencia. Le parecía que podían ejercer de posibles espías o ir con el cuento de lo que hacía o decía a la mujer de Franco, Carmen Polo”.
Su hermana y su prima, imprescindibles
No hubo posibilidad porque la consorte real (hija y hermana de rey) sabía del riesgo que suponían ese tipo de intimidades. Salvo su hermana, la princesa Irene, y su prima, Tatiana Radziwill, la soledad de doña Sofía ha sido una constante en su vida. Ellas son su verdadera guardia pretoriana.
Tatiana Radziwill es hija de la princesa Eugenia de Grecia, prima hermana de Pablo de Grecia, el padre de Sofía. Su árbol genealógico entronca con la gran nobleza europea, aunque su conducta ha sido siempre discreta. "Nacidas con un año de diferencia –Sofía en 1938 y Tatiana en 1939–, ambas tuvieron que huir de país en país por los estragos que la II Guerra Mundial causó para la monarquía del país heleno, que había sido invadido por los nazis. Gran parte de los miembros de la familia real griega encontraron refugio en Sudáfrica, donde la relación entre Sofía y Tatiana se estrechó y consolidó", se puede leer en un reportaje sobre la prima de la Reina publicado por 'Vanity Fair'. Tatiana está casada con el cardiólogo Jean Henri Fruchaud, quien se ha convertido con los años en otro de sus amigos más íntimos.
Además de ellos, la reina Sofía ha contado durante su vida profesional con un grupo de personas leales que la han apoyado no solo en tiempos difíciles, sino en proyectar una imagen pública y solidaria que la ha convertido en el miembro de la familia real más valorado.
“No son muchas personas las que gozan de su total y absoluta confianza, pero sus consejos y apoyos fueron para ella imprescindibles. Ha aceptado siempre las recomendaciones y apreciaciones, aunque a veces no estuviera de acuerdo. Por ejemplo, cuando visitó a la infanta Cristina, Urdangarin y los nietos en Washington con el caso Nóos de plena actualidad lo consultó con el jefe de su Secretaría, José Cabrera, primero, y con el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, después y le dieron el plácet. El problema fue que les fotografiaron y se organizó el tsunami mediático”.
El médico, el teniente, el jefe de seguridad...
Precisamente, en ese grupo de fieles se encuentran el teniente general José Cabrera, ya retirado del ejército y quien fue jefe de la Secretaría de la Reina 17 años; Laura Hurtado de Mendoza; Francisco Requena, que fue jefe de seguridad de la Casa tres años; Miguel Fernández Tapia-Ruano, quien fue su médico de cabecera (en sentido figurado), y Arturo Coello, que sustituyó a Cabrera. Todos ellos fueron sus guardianes afectivos y llenaron los muchos momentos de soledad y abatimiento de la madre de Felipe VI de afecto y cariño, además de profesionalidad.
Enríquez, que fue durante años corresponsal de TVE ante la Casa Real y por lo tanto conoce a todos ellos, asegura que “ese ha sido su acierto. Rodearse de estas personas”. La primera, Laura Hurtado de Mendoza, dos meses menor que la Reina, era familia del marqués de Mondéjar, que fue jefe de la Casa. Ha permanecido en Zarzuela durante más de cuatro décadas.
"Fue su mano derecha en todo lo relativo a su vida privada y familiar. Se ocupó de supervisar a las infantas Elena y Cristina y al príncipe Felipe cuando eran pequeños. Después se encargó de coordinar con los modistos y diseñadores que les hacían la ropa e incluso también con Letizia cuando llegó a Zarzuela meses antes de su boda”. La periodista confirma lo mucho que colaboró Hurtado de Mendoza en este aspecto.
“Lo agradeció aunque las relaciones entre ellas se hayan distanciado, dado que la reina Letizia tiene sus personas de confianza, elegidas por ella misma”. Otro puntal importante fue José Cabrera, indispensable e influyente en la vida de doña Sofía. Según su biografia, entró en Zarzuela como ayudante de campo de don Juan Carlos en 1987 y cuatro años después se encargó de la Secretaría de doña Sofía hasta 2013, que se jubiló. Lo sustituyó el general de Intendencia Arturo Coello.
La autora del libro explica que este último funcionario “colaboró activamente para hacer realidad la construcción del Centro Alzheimer. Se convirtió en una figura indispensable que acompañaba a la Reina en todos sus viajes”. Actualmente forma parte del patronato de la Fundación Reina Sofía. A esta lista de leales hay que añadir a Francisco Requena y al doctor Miguel Fernández Tapia-Ruano. El primero se encargó de la seguridad de la Reina y viajó con ella a todos los países y ciudades a las que se desplazaba la madre de Felipe VI. Hay una anécdota que aparece en el libro con respecto al trabajo del oficial de la Guardia Civil: “Cuando don Juan Carlos lo presentó a un jefe de Estado, de visita oficial en España, le dijo: 'Este es el hombre que pasa más tiempo que yo con la Reina".
Y, por último, Fernández Tapia-Ruano, médico de cabecera de doña Sofía y teólogo, pasó a la reserva como militar pero siguió manteniendo contacto habitual con su 'paciente'. “Fue mucho más que su médico, dado su humanismo y su gran bagaje cultural, científico y religioso”, relata la autora de 'Sofía: nuestra reina'.
Las imágenes de las semanas pasadas en las que doña Sofía se rodeaba de su círculo íntimo en Mallorca demuestran que la Reina madre tiene muy buenos amigos. Un escuadrón íntimo que se ocupa de que, en medio de la presión mediática, la emérita no se encuentre sola. También cuando se trata de cuidarla por otros disgustos como el que vivió este lunes al enterarse de que las tumbas en las que descansan sus padres, el rey Pablo y la reina Federica, sufrieron un acto de vandalismo. Todo esto desmiente en cierta manera la afirmación del general Sabino Fernández Campo, que repetía en todas las etapas en las que tuvo responsabilidad en la Casa Real que “los reyes no pueden tener amigos”, cuando hacía referencia y clasificaba a algunas amistades de don Juan Carlos, que él consideraba peligrosas.