El persistente error de etiqueta de Emmanuel Macron en sus encuentros con royals

Francia ha estado históricamente a la vanguardia de la moda en general. Quizás podríamos concretar que desde María Antonieta hasta después de la II Guerra Mundial fue este país el que dictaba la moda femenina. En cuanto a la masculina, desde mediados del siglo XIX era Bond Street en Londres quien marcaba tendencia, sustituida luego por la moda italiana.

Hasta Pompidou, los presidentes galos se rodeaban de una etiqueta prácticamente monárquica. Las imágenes de este o de su antecesor, el general De Gaulle, en actos oficiales no se diferenciaban demasiado de cualquier corte europea o un soberano contemporáneo. Giscard d’Estaing, que se decía descendiente de Luis XV, suprimió su foto oficial vestido con frac. Todos ellos, así como Mitterrand y Chirac, usaron esa prenda con condecoraciones para las grandes cenas de Estado que ofrecían en Francia o a las que asistían fuera de ella. El presidente Sarkozy usó frac en cenas de gran gala en el extranjero, como en España en su célebre visita. Hollande jamás lo usó.

Por todo ello y por mucho más, extraña el persistente error de protocolo en el vestir del presidente Emmanuel Macron en las cenas de Estado en el extranjero. En las cenas de Estado en el Elíseo, ha rebajado el nivel de etiqueta al mínimo imprescindible, con exigencia de simple traje oscuro. Es en el extranjero donde más llama la atención su extraño proceder.

Asistió con su esposa Brigitte a cenas de Estado en las cortes de Copenhague en agosto de 2018, Bruselas en noviembre del mismo año, y este martes en Ámsterdam, ofrecidas por los respectivos soberanos Felipe I, Margarita II y Guillermo Alejandro. En las dos primeras optó por el chaqué y en esta última el presidente francés lucía una levita y chaleco negros de chaqué, combinados con camisa y lazo blancos y con las condecoraciones respectivas que acababa de recibir de esos reyes.

Extraña combinación que rompe la norma de manera flagrante y poco 'réussie'. El chaqué y su chaleco se usan por la mañana y primera hora de la tarde, como mucho. De ahí su apelativo de 'morning suit'. Lo tradicional es con camisa blanca y corbata oscura, aunque en los últimos años se admiten chalecos y corbatas en color o motivos diversos. Se puede acompañar de una miniatura de condecoración (aunque en el Reino Unido y en Escandinavia se lucen todo tipo de condecoraciones sobre el chaqué).

El vestuario correcto del presidente francés hubiera debido ser el 'evening suit' o 'white tie', o sea, el frac negro, con camisa, lazo y chaleco blancos y condecoraciones, tal como iba vestido el rey Guillermo de los Países Bajos.

El rey Carlos III o nuestro rey Felipe son otros grandes ejemplos que seguir en ese sentido, con una elegancia intemporal y una extrema corrección en el vestir, en todos los momentos de su vida pública.

Nos extrañan dos cuestiones: en primer lugar, Emmanuel Macron es una persona de una serena distinción, con trajes que son casi los uniformes de los últimos presidentes franceses (siempre traje oscuro y corbata negra o azul) en la vida oficial y un estilo pulido y elegantemente desenfadado en el 'casual'.

En segundo lugar, que los asesores en protocolo del Elíseo no insistan más en este hecho erróneo que hace mal servicio a la moda masculina francesa y al estilo francés en general. Aunque bien sabemos que los responsables del área de protocolo de los políticos están sometidos a los deseos, a veces imposibles, de sus jefes. Se pueden incumplir las normas, pero con alguna justificación razonable.

Por último, quisiera llamar la atención sobre la discriminación que, por motivos supuestamente igualitarios, se ha impuesto sobre la indumentaria masculina más solemne, así como por la insistencia en el feísmo y la supuesta informalidad, a la que se quiere obligar en todas las áreas de nuestra existencia. Si Beau Brummell levantara la cabeza …