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Spencer Tracy, un alcohólico torturado por su infidelidad con Katharine Hepburn
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120 aniversario

Spencer Tracy, un alcohólico torturado por su infidelidad con Katharine Hepburn

El actor hubiese cumplido 120 años hoy. Recordado por ser el Manuel de 'Capitanes intrépidos', también ha pasado a la historia por su amor con la actriz más galardonada de Hollywood

Foto: Spencer Tracy y Katharine Hepburn. (Cordon Press)
Spencer Tracy y Katharine Hepburn. (Cordon Press)

Cuando Spencer Tracy participó, siendo apenas un adolescente, en la Primera Guerra Mundial no podía imaginar, ni por asomo, que acabaría siendo una de las grandes estrellas de ese nuevo arte llamado cine. Tampoco que todos le considerarían uno de los mejores actores de todos los tiempos. Su llegada al mundo de la interpretación fue totalmente casual. Cuando dejó la Marina, participar en una representación teatral en el centro donde estudiaba (The Ripon College) cambió su vida para siempre. Una vez instalado en Hollywood y dueño de una reputación profesional intachable, definió la profesión de actor con una frase que se instaló para siempre en el imaginario colectivo. "Conoce tus líneas y no tropieces con los muebles". Así era de fácil, para él, su forma de vida. Su vida personal, sin embargo, ya era otro cantar, porque no fue ni tan sencilla ni tan fácil.

Casado con su mujer, Louise Ten Broeck, desde los 23 años (mucho antes de convertirse en uno de los grandes del cine), siempre sintió un compromiso forzado con ese matrimonio. Con ella tuvo varios hijos, entre ellos uno que nació con sordera y del que tuvo que cuidar especialmente. Su firme creencia católica jamás le permitió dar carpetazo a un matrimonio que era una mera fachada; la de una pareja que ocultaba sus muchos demonios internos. Spencer tuvo amantes y abusó del alcohol durante los primeros años de su matrimonio, y su mujer siempre consideró más importante su escaparate conyugal que su propia salud mental. También cuando el actor comenzó la que fue su relación más conocida junto a Katharine Hepburn.

placeholder Spencer Tracy, en la década de los 50. (Cordon Press)
Spencer Tracy, en la década de los 50. (Cordon Press)

Se conocieron en 1942, cuando los presentó John Huston en los platós de la Metro Goldwyn Mayer situados en Culver City. Tras su infructuoso paso por Universal, Tracy se había convertido en un auténtico baluarte para el estudio del león gracias a películas como 'Capitanes intrépidos' o 'Forja de hombres', por las que ganó dos Oscar consecutivos. Cuando Huston le presentó a Kate, Spencer estaba a punto de rodar su primera película con ella, 'La mujer del año'. La actriz, siempre deslenguada y espontánea, dijo que le parecía más bajito de lo que pensaba. "No te preocupes, Kate, él te pondrá a su altura", le respondió John Huston. A partir de ese momento, se inició una relación personal y profesional (ahí están títulos como 'La costilla de Adán' o 'Mar de hierba' para demostrarlo) que fue silenciada por la prensa rosa durante 25 años. El respeto que tenían por ambos hizo impensable que se llegasen a publicar fotografías de un amor adúltero que se dejaba ver en la pantalla. La Hepburn casi siempre encarnaba el ideal de feminista del noroeste de Estados Unidos y Tracy la doblegaba sin sofocar su espíritu igualitario.

El binomio funcionó a la perfección, pero muchos se preguntaban cómo alguien tan rebelde como Katharine Hepburn podía achantarse tanto ante alguien como Spencer Tracy. Y es que ella aceptó ser 'la otra' incluso en las condiciones más desfavorables.

La lista de cosas que hizo por amor a él es interminable: la actriz soportó el alcoholismo del actor y sus escarceos con otras mujeres. Su afición a la botella empezó en la adolescencia, cuando incluso frecuentaba la compañía de bandas callejeras, y coleó hasta bien entrada su madurez, cuando era alguien hermético que parecía estar torturado por algo que ni siquiera él mismo podía explicar. Hepburn también accedió a que su nombre fuese por debajo del de Spencer en las cintas que ambos compartieron. Además, vivió una especie de retiro (impensable en alguien adicto al trabajo como era ella) a principios de los 60 para cuidar de él. De hecho, cuando regresó al cine, lo hizo de su mano, en aquella 'Adivina quién viene esta noche' que se convertiría en la última película que rodaron juntos.

placeholder La pareja, en un fotograma publicitario de 'La costilla de Adán'. (Cordon Press)
La pareja, en un fotograma publicitario de 'La costilla de Adán'. (Cordon Press)

Tras el mito romántico del idilio imposible, existen voces discordantes que lo ponen en duda. El famoso proxeneta Scotty Bowers, que publicó unas memorias escandalosas sobre las estrellas de Hollywood a las que supuestamente prestó servicio, siempre aseguró que Tracy era gay. Además, adujo que la tortura interna del actor tuvo que ver con este aspecto y que incluso su relación 'oculta' con Hepburn no fue mas que una maniobra de la Metro para ocultar el lesbianismo de ella. Sea como sea, ambos han pasado a la historia del siglo XX como el ideal de matrimonio americano aunque jamás pasasen por el altar.

Respecto a su vida, Spencer Tracy fue también gran amigo de Clark Gable, una persona querida en la profesión y un liberal que nunca estuvo de acuerdo con la nefasta caza de brujas que persiguió a los comunistas de Hollywood. Cuando rodó 'Adivina quién viene esta noche' junto a su amada Kate advirtió al director, Stanley Kramer, que no sería fácil terminar la película. Por entonces ya padecía cáncer y se sentía tan cansado que le costaba horrores finalizar con éxito cada día de rodaje. Murió sin ver terminada la película, un 10 de junio de 1967, a los 67 años. El dolor de Katharine Hepburn fue tal que jamás fue capaz de ver la cinta en los 35 años que sobrevivió a Tracy. En la década de los 80, cuando pudo hablar abiertamente de su relación con el actor, siempre tuvo claro que reivindicaría aquella pasión hasta el último de sus días. "He tenido suerte, he amado y he sido amada, ¿verdad, Spencer?", aseguraba ante un busto suyo y delante las cámaras de un documental que protagonizó en su vejez.

Cierta o no, la relación de Katharine Hepburn y Spencer Tracy ha pasado a la historia como un ideal; el ideal de pareja formada por el conservador razonable y la testaruda rebelde; como el dúo que se complementaba a la perfección. Si su amor fue verdadero o solo una leyenda, es un secreto que ellos mismos se llevaron a la tumba. Pero, en el caso de Hollywood, y como diría el John Ford de 'El hombre que mató a Liberty Valance', 'imprime la leyenda'.

Cuando Spencer Tracy participó, siendo apenas un adolescente, en la Primera Guerra Mundial no podía imaginar, ni por asomo, que acabaría siendo una de las grandes estrellas de ese nuevo arte llamado cine. Tampoco que todos le considerarían uno de los mejores actores de todos los tiempos. Su llegada al mundo de la interpretación fue totalmente casual. Cuando dejó la Marina, participar en una representación teatral en el centro donde estudiaba (The Ripon College) cambió su vida para siempre. Una vez instalado en Hollywood y dueño de una reputación profesional intachable, definió la profesión de actor con una frase que se instaló para siempre en el imaginario colectivo. "Conoce tus líneas y no tropieces con los muebles". Así era de fácil, para él, su forma de vida. Su vida personal, sin embargo, ya era otro cantar, porque no fue ni tan sencilla ni tan fácil.

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