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¿Quién es Shirley Ann Shepherd, la viuda del Rolling Stone Charlie Watts?
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Drogas, rock and roll… y bodas de oro

¿Quién es Shirley Ann Shepherd, la viuda del Rolling Stone Charlie Watts?

El 14 de octubre de 1964, a los 23 años, el músico juró amor eterno a una estudiante de escultura tres años mayor que él

Foto: Charlie y Shirley, en una imagen de archivo. (Getty)
Charlie y Shirley, en una imagen de archivo. (Getty)

Si normalmente las celebridades tienen que ocultar los episodios más sórdidos de su vida para no poner en peligro su estrellato, cuando los Rolling Stones explotaron como fenómeno musical a mitad de los años 60, Charlie Watts, su legendario batería fallecido el pasado martes a los 80 años, tuvo que tapar su condición de hombre casado, 'intolerable' para un icono del rock. Y es que el 14 de octubre de 1964, a los 23 años, el músico había jurado amor eterno a Shirley Ann Shepherd, una estudiante de escultura tres años mayor que él.

“El resto del grupo pensaba que no era muy buena idea, porque en aquella época las fans tenían que sentir que cada miembro de la banda estaba disponible. Me dijeron que no llevara anillo cuando estuviera con él y que caminara algunos pasos por detrás”, explicó la propia Shirley Ann a Channel 4 en un programa sobre esposas de roqueros. Este documental, emitido en 1996, es una de las pocas apariciones en los medios de Shepherd, pues el silencio impuesto inicialmente se convirtió en un sano hábito que los erigió como una anómala pareja en el fluctuante universo sentimental de los famosos, hasta mantenerlos unidos y fieles durante 57 años.

placeholder Charlie Watts, con su mujer y su hija en 1972. (Getty)
Charlie Watts, con su mujer y su hija en 1972. (Getty)

Rock o jazz

Shirley Ann Shepherd, nacida el 11 de septiembre de 1938, venía de una familia de clase trabajadora inglesa, igual que Watts, y quería ser escultora. Curiosamente, ella se enamoró casi como una groupie cuando vio tocar a Watts a principios de los 60 en la banda Blues Incorporated, pero tras seis meses de relación decidieron perseguir cada uno su sueño: ella se iría a estudiar al Royal College of Arts de Londres, y él acababa de fichar por una nueva banda llamada The Rolling Stones, además de encontrar un trabajo como diseñador gráfico. Sin embargo, el destino se impuso: un año después se reencontraron y, tal y como explicaba Shirley Ann, “no hubo vuelta atrás”. Para sorpresa de muchos, era Shirley Ann la roquera de la relación, la que ponía en casa los discos de los Rolling, mientras Watts era más de escuchar jazz, su verdadera vocación, y consideraba el rock como su trabajo y una manera de pasar buen rato con sus compañeros 'de oficina'. De hecho, cuando le preguntaron al músico por el secreto de su matrimonio en una entrevista de 2018 con NME, declaró taxativo: “Que yo no soy una estrella del rock”.

placeholder Charlie Watts, en una imagen reciente. (EFE)
Charlie Watts, en una imagen reciente. (EFE)

Así, igual que Watts era considerado el miembro más estoico de los Rolling Stones, siempre impecablemente vestido, en el mencionado documental Shirley Ann destacaba entre otras esposas de roqueros por su candidez, su sobriedad y su look de granjera. Frente a los testimonios glamurosos de la actriz Charlotte Rampling (en condición de pareja de Jean-Michelle Jarre) o el amor a las cámaras de una Sharon Osbourne (que ya apuntaba maneras de reality), Shepherd aparecía desaliñada en su finca de campo espaciosa, caótica con todos sus materiales de escultura (dejó los estudios, pero nunca la afición por las artes) y tomada por 27 perros adoptados. No en vano, la última imagen de Charlie Watts, de 2020, era una adorable instantánea con su esposa y su última adquisición camina. Y los grandes lujos estaban desviados (además de a la colección de coches de Watts, pese a que no tenía carnet de conducir) a los otros habitantes de la finca: 90 caballos árabes que lavaba con lo que llamaban “el champú más caro del mundo” y hasta les daban un acondicionador de flor de melocotón.

“Esta vida es un sueño. Había leído y leído sobre gente que tenía caballos y perros, que vivían en el campo y es mucho mejor de lo que yo había pensado. Un millón de veces mejor”, explicaba. El sueño se acabó traduciendo en los 600 acres de su granja Haldon Arabians, en la región de North Devon (suroeste de Inglaterra) que también resultó un buen negocio, pues sus caballos sementales cobran entre 1.800 y 2.000 libras (entre 2.100 y 2.350 euros) por la inseminación natural o artificial.

La vida doméstica

Sin embargo, esa vida bucólica no era tan romántica y el hogar creado por Shirley Ann no era necesariamente el sueño de Watts, que aunque siempre dijo que su único arrepentimiento era no haber pasado más tiempo con su esposa, ella no lo tenía tan claro: “Cuando vuelve a casa resulta todo muy difícil. Una vez que ha deshecho sus maletas no sabe muy bien qué hacer. Se aburre, porque él es un músico, es lo que sabe y quiere hacer, así que se tiene que ir. Pero nos arreglamos. No hay nada peor que ver a alguien vagando por la casa sin saber qué hacer consigo mismo”, explicaba.

Ella lo sabía de buena tinta, pues lo experimentó al intentar unirse al estilo de vida de su marido. “Sí, estuve en las primeras giras, pero pronto me di cuenta de que ese no era lugar para una esposa y que no era bienvenida. Me pasaba las horas encerrada en una habitación cochambrosa de hotel dibujando bocetos o leyendo. Pensando que no quería estar allí y que quería estar con Charlie”, reconocía, e incluso tuvo algún problema de autoestima por ser 'la mujer de'. “A menudo sí he sentido una especie de celos por la atención que recibe, tengo que confesarlo. Yo pensaba de mí misma que sería una gran escultora…, pero al final tienes que decidir qué hacer con lo que la vida te da”, explicaba. Hasta compartió su frustración con su suegra antes de casarse: “Me dijo: ‘No te preocupes. En un año se habrá acabado”.

placeholder The Rolling Stones, con Charlie Watts, Ronnie Wood, Keith Richards y Mick Jagger. (EFE)
The Rolling Stones, con Charlie Watts, Ronnie Wood, Keith Richards y Mick Jagger. (EFE)

Claramente se equivocó, pero eso no fue incompatible con el matrimonio y encontraron un difícil equilibrio, apoyado por la llegada de su hija Seraphina, en 1968, que también les daría su única nieta, Charlotte, y apareciendo puntualmente en algunos actos sociales como el 50 cumpleaños de Elton John, los bautizos de Georgia May Jagger, los Grammy o, claro, las carreras de caballos de Ascot. A cambio, Charlie nunca se unió a la vida de desenfreno de sus compañeros de banda y apenas daba entrevistas. Famosa es su imagen en la fiesta en la mansión Playboy en 1972, entretenido en la sala de juegos de Hugh Hefner mientras el resto se dedicaba a las conejitas. Y Bill Wyman, el bajo de la banda, lo resumió en cifras al hablar de esos dos primeros años de fama: “Yo me acosté con 278 chicas, Brian (Jones) con 130, Mick (Jagger) con unas 30, Keith (Richards) con 6 y Charlie con ninguna”.

La gran amenaza para la estabilidad familiar llegó en los años 80 en forma de speed y heroína. Cuando superó la grave adicción que sufrió, el músico reconoció que fue gracias a Shirley Ann y a su hija. “Mi hija solía decirme que parecía Drácula (…). Paré en seco. Por mí y por mi esposa”. Así que Watts encontró finalmente la paz, contradijo el famoso 'I can get no satisfaction' que cantaban los Rolling Stones y cambió el famoso trío de 'sexo, drogas y rock and roll' por un 'rock and roll, drogas… y bodas de oro'.

Si normalmente las celebridades tienen que ocultar los episodios más sórdidos de su vida para no poner en peligro su estrellato, cuando los Rolling Stones explotaron como fenómeno musical a mitad de los años 60, Charlie Watts, su legendario batería fallecido el pasado martes a los 80 años, tuvo que tapar su condición de hombre casado, 'intolerable' para un icono del rock. Y es que el 14 de octubre de 1964, a los 23 años, el músico había jurado amor eterno a Shirley Ann Shepherd, una estudiante de escultura tres años mayor que él.

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