5 años sin Leonard Cohen: la muerte de su musa, a la que creyó que seguiría pronto

Aunque no fue hasta la noche del 12 de noviembre de 2016 cuando la familia del poeta y cantautor Leonard Cohen informó de la muerte del artista a los 82 años, el fallecimiento de este se produjo cinco días antes, el 7 de noviembre.

Este domingo se cumplen 5 años de esta pérdida que en un principio estuvo rodeada de incógnitas. Fue su mánager, Robert B. Kory, el que días después reveló algunos detalles del fallecimiento. “Leonard Cohen murió mientras dormía, justo después de una caída en mitad de la noche. La muerte fue repentina, inesperada y tranquila”, comunicó.

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R. R.

El fatal accidente casero se produjo tan solo 4 meses después de que perdiera la vida Marianne Ihlen, musa del cantante y uno de sus grandes amores, la cual falleció a causa de una leucemia con 81 años.

Ambos habían vivido una intensa historia de amor que duró 8 años y que comenzó en los años 60. Tras su ruptura nunca perdieron el contacto y el público la conocía porque, además de que Cohen hablaba de ella en numerosas ocasiones, ya fuese durante sus conciertos o en entrevistas, también la convirtió en su musa, haciéndola protagonista de algunas de sus más exitosas canciones como 'Bird on the wire', 'So long Marianne' o 'Hey, that’s no way to say goodbye'.

Cuando Marianne supo que se moría, pidió a su amigo Jan Christian Mollestad que avisara a Cohen. Nada más enterarse, el poeta canadiense le envió una emotiva carta de despedida que Marianne escuchó atenta en su lecho de muerte. En las palabras escogidas por Cohen para esta despedida, se puede ver cómo de alguna forma, intuyó que su propia muerte no tardaría en llegar después de la de Marianne:

“Bien, Marianne, hemos llegado a este momento en el que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás coger la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría. No necesito decir nada más porque lo sabes. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Te mando todo mi amor y te veré al final del camino.”

Aunque Cohen confesó en esta carta que creía que él no tardaría mucho más tiempo en morir que Marianne, meses después, en cierto modo, se desdijo. En una de sus últimas apariciones públicas confesó que estaba “dispuesto a vivir hasta los 120 años”. Verdad o no, lo que sí que ocurrió es que la premonición de la carta enviada a Marianne se cumplió. Cohen perdió la vida cuatro meses después del fallecimiento de su musa.

La historia de amor y de amistad de Cohen e Ihlen siempre había tendido a ser idealizada. No era de extrañar, ya que poseía todos los ingredientes para ello. Eran dos jóvenes guapos y creativos que se habían conocido y enamorado en plena explosión del movimiento hippie y que vivieron un supuesto amor libre con consentimiento y complicidad. Experimentaron juntos todo lo que aquella época ofrecía y su amor fue tan sólido que, a pesar de los años y de su ruptura, nunca dejaron de quererse.

Si bien es cierto que hay algo de verdad en todo ese idílico pensamiento, un reciente documental que vio la luz en 2019 permitió mostrar la verdadera realidad de esta pareja, donde no fue oro todo lo que relució. En Marianne & Leonard: Words of Love', la cinta dirigida por Nick Broomfield, un documentalista que también fue amante de Marianne, se pueden escuchar numerosos testimonios de personas cercanas a la pareja e incluso declaraciones de los dos protagonistas que permitieron crear un mapa más exacto y crudo de la historia.

Corrían los años 60 y la joven noruega Marianne Ihlen vivía en la isla griega de Hidra junto a su hijo pequeño. Había llegado allí huyendo de un marido violento. Por aquel entonces, este entorno en Grecia suponía un paraíso espiritual donde convivían numerosos artistas y creadores que formaban una comuna hippie en donde el amor libre y el consumo de alcohol y drogas eran símbolos de libertad.

En aquella época, Cohen llegó hasta allí siendo un joven aspirante a escritor que deseaba alejarse de la ruidosa Montreal y de su aburguesada familia judía.

El flechazo de ambos fue instantáneo y pronto ella se convirtió en la musa del poeta y en su cuidadora. Mientras Cohen consumía sustancias y escribía sin parar, ella hacía la compra, cocinaba para él y propiciaba el entorno perfecto para que el artista pudiera inspirarse y trabajar sin tener que pensar en nada más.

“Marianne se lo hacía todo. Le traía cestas con fruta y agua cuando él tenía fiebre. Leonard iba de ácido y de speed casi siempre y entró en una especie de locura. Ella ‘sujetaba al hombre’ para que pudiese escribir esas páginas”, explica en el documental Aviva Layton, quien fue mujer del editor de Cohen en Canadá.

Todo parecía fluir como ambos deseaban hasta que la artista Judy Collins quiso que Cohen comenzara a crear canciones y que se subiera a los escenarios para tocarlas y cantarlas. Esto provocó que los viajes a Estados Unidos y a Montreal de Leonard Cohen fueran cada vez más frecuentes. Aviva Layton describe aquella época como “un auténtico desastre” para la pareja.

El propio Cohen confiesa en el documental que fueron tiempos en los que “tenía una gran apetencia por la compañía de mujeres y por la expresión sexual amistosa”, que durante las giras se fue de las manos, algo que Marianne no pudo soportar. “Esto es lo que te pasa cuando eliges al hombre guapo y tienes que ver cómo todas las chicas lo desean. Estuve a punto de suicidarme, me destrozó”, explica la noruega.

Judy Collins asegura que Marianne se enfadó con ella y la culpó de haber acabado, de algún modo, con la idílica vida en Hidra: “Éramos muy felices en Hidra. Tú grabaste esas canciones con él y arruinaste mi vida”, asegura que le llegó a echar en cara Marianne.

La puntilla final fue la aparición de una nueva pareja en la vida de Cohen, una fotógrafa llamada Suzanne Elrod, con la que mantuvo una relación durante 10 años y con la que tuvo dos hijos: un niño llamado Adam y una niña llamada Lorca.

Pese a todo lo vivido y a los momentos más negativos, Marianne confiesa en el documental que sus años en Hidra junto a Cohen fueron “fabulosos”.

El gran amor que una vez sintieron el uno por el otro se pudo transformar en amistad. Nunca dejaron de intercambiarse cartas y en 2009, cuando Cohen volvió a subirse a un escenario, en un concierto ofrecido en Oslo, tras una crisis económica provocada por su mánager, se pudo ver a Marianne sentada en primera fila saludando al artista con entusiasmo.