Un yate lujoso, un disparo, el inventor del cine del Oeste y Chaplin: el crimen sin resolver que impactó a Hollywood
Thomas Ince murió a los 44 años. La versión oficial fue un infarto pero siempre se dijo que William Randolph Hearst lo asesinó por error. Esta es la historia
Ha pasado un siglo y los historiadores de cine aún se hacen la misma pregunta: ¿por qué murió Thomas Harper Ince? Empecemos por explicar quién fue: en 1903, Ince filmó el primer western de la historia, 'Asalto al tren del dinero' y, desde ese momento, se convirtió en uno de los productores más célebres del primitivo Hollywood. Además, era amigo de Marion Davies, la también amante de William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación en el que se inspiró Orson Welles para su 'Ciudadano Kane'.
Un viaje en barco fue el detonante de su fallecimiento; unos días de alcohol y diversión en alta mar que acabaron con uno de los hombres más poderosos de la meca del cine. Empecemos por hablar del propio barco. Hearst, que poseía casi treinta medios de comunicación, había comprado una embarcación a la que puso de nombre Oneida. Se trataba de un buque de vapor de 61 metros de eslora que suponía una auténtica joya náutica. Y el multimillonario, cuyo palacio en California era la envidia de cualquier persona con dinero o sin dinero, lo lucía orgulloso siempre que podía. En noviembre de 1924, el todopoderoso Hearst se empeñó en que Ince celebrase allí, acompañado de un nutrido grupo de invitados, su 44 cumpleaños. Pero las intenciones reales de Hearst eran otras: existían rumores corrían por todo Hollywood y que aseguraban que su querida Marion se estaba acostando con Charles Chaplin, que por aquella época preparaba la icónica 'La quimera del oro'. El millonario quería que el inolvidable Charlot estuviese en su fiesta en barco para averiguar si entre él y Marion Davies saltaban las chispas.
El barco zarpó el 15 de noviembre de 1924, hace ahora un siglo. Los catorce invitados a la embarcación, entre los que también se encontraba la periodista de cotilleos Louella Parsons, subían a bordo animados, expectantes y encantados ante la orgía de bebida, probables drogas y probable sexo que les esperaba durante los días siguientes. Uno de los grandes atractivos era, de hecho, burlar la conocida Ley Seca que impedía que los norteamericanos consumiesen alcohol en tierra firme.
Vayamos al cuarto día de navegación. Las coristas, la marihuana y los bailes son los protagonistas del jolgorio. En esa jornada, al pobre Ince se le ocurre ponerse el sombrero de Chaplin y, de manera totalmente casual, el productor se acerca demasiado a Marion Davies. Hearst lo vigila de cerca sin saber quién es. Al estar de espaldas, el magnate de la prensa lo confunde con el propio Charlot y dispara contra él. Cuando comprueba que se trata de Ince y no del que él pensaba que le estaba birlando a la novia, ya es demasiado tarde. Entre el secretismo más absoluto, varias personas de confianza trasladan al productor, herido por el disparo, hasta la costa, pero una vez allí no se puede hacer nada por salvar su vida.
Ida Glasgow, la médico personal de Hearst colabora en el chanchullo y firma la razón de la muerte: un ataque al corazón. Sin hacerle la autopsia correspondiente, se procede a incinerar el cuerpo inerte de Ince. De manera sospechosa, pocos días después la viuda del productor, Nell Kershaw, se muda al Viejo Continente. Aseguran las malas lenguas que lo hace con un buen fajo de billetes bajo el brazo para que no abra la boca. Lo mismo ocurre con Louella Parsons, que consigue una especie de contrato vitalicio para escribir en los diarios de Hearst siempre que ella quiera. Es un hecho que, a partir de entonces, la plumilla logra un poder absoluto en los mentideros de Hollywood y que, desde entonces, no hubo ser humano que se atreviese a toserle. Pero la discreción no era lo suyo. En cenas y encuentros privados, la Parsons soltó la lengua y llegó a decir que la bala que mató a Ince era para Chaplin, pero él tuvo la mala fortuna de recibirla. Una desgracia que nunca llegó a estar del todo clara.
De todas formas, la versión hasta aquí contada nunca llegó a confirmarse. Todos los que estuvieron presentes en aquel viaje en barco preferían no hablar del fallecimiento de Ince y mantenían la hipótesis oficial, la del infarto. Sin embargo, en libros como 'Hollywood Babilonia', dedicado a repasar el historial de escándalos de la ciudad del espectáculo, o en películas como 'El maullido del gato', que dirigió Peter Bogdanovich con Kirsten Dunst interpretando a Marion Davies, siempre se ha sostenido que, efectivamente, Thomas Ince fue asesinado por William Randolph Hearst. Al fin y al cabo, si el multimillonario casi se cargó la distribución de 'Ciudadano Kane' por estar claramente inspirada en él, ¿por qué no iba a poder ocultar su propio crimen?
Conforme pasaron los años, la figura de Ince fue cayendo en un relativo olvido. Sus viejos estudios, situados en Culver City, llegaron a ser ocupados por la maquinaria de David O.Selznick, leyenda absoluta de Hollywood y productor de 'Lo que el viento se llevó', y por Lucille Ball. Hoy en día son propiedad de Amazon y siguen produciendo series y películas a toda pastilla, aunque sin el esplendor de la 'Golden Age' del cine, cuando fueron un edificio emblemático. Hearst fue haciéndose viejo, murió en 1951 y dio nombre un imperio que llega a nuestros días y ni siquiera 'Ciudadano Kane' pudo hundir. Eso sí, tal y como ha recordado estos días el podcast 'Sucedió una noche', cualquiera que quisiera ver la cara blanca y dejar sin palabras al ricachón solo tenía que mencionar un nombre: el de Thomas H. Ince. Cuenta la leyenda que su fantasma sigue coleando por ahí, esperando que algún día se le haga justicia.
Ha pasado un siglo y los historiadores de cine aún se hacen la misma pregunta: ¿por qué murió Thomas Harper Ince? Empecemos por explicar quién fue: en 1903, Ince filmó el primer western de la historia, 'Asalto al tren del dinero' y, desde ese momento, se convirtió en uno de los productores más célebres del primitivo Hollywood. Además, era amigo de Marion Davies, la también amante de William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación en el que se inspiró Orson Welles para su 'Ciudadano Kane'.
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