Los secretos de Amanda Seyfried para tener un pelazo siempre perfecto

¿Qué tienen en común ‘Mamma Mia!’, ‘Querido John’ o ‘Caperucita Roja’ además de contar con Amanda Seyfried como protagonista? Pues que la rubia, frondosa y llena de volumen melena de la actriz consigue hacerse con toda la atención de cualquier plano. Tampoco es casualidad que, en un alto porcentaje de las películas de Seyfried, alguien aparezca peinando su cabello… Y si no hay alguien, es la propia Amanda la que se peina o hace algún recogido… ¿Casualidad?

Si hubiera que describir el cabello de Amanda Seyfried de alguna forma, probablemente la palabra ‘sano’ sería una de las primeras que nos vendrían a la cabeza. El grosor de su fibra capilar, el brillo de su melena o sus ondas abiertas y naturales hacen que imitarlo sea casi una misión imposible y el porqué es muy sencillo: Amanda rehúye cualquier tipo de agresión.

La polémica del ‘no-poo’

En más de una entrevista, Amanda se ha sincerado sobre su rutina de higiene capilar, afirmando que lavaba su cabello lo menos posible. Por muy descabellado que suene, la práctica del 'no poo' tiene sus defensores y surge como una alternativa al exceso del lavado del cabello. No significa que la protagonista de ‘Mamma Mia!’ no se lave el pelo, sino que lo hace tan solo una vez a la semana. Para sobrevivir a diario, en el caso de que las raíces se engrasen, siempre tiene cerca un champú en seco, en concreto el Fresh Hair Dry Cleaning Spray de Kevin Murphy, como confesó en una entrevista a la edición estadounidense de 'Vogue'. “Lavarse el pelo todos los días está sobrevalorado”, declaraba a la revista.

Lavar a diario el cabello reseca el cuero cabelludo, favoreciendo su descamación y debilitando la base del pelo, lo que puede desencadenar su rotura e incluso caída. Cuando lo lava, al champú le suma el acondicionador, haciendo especial hincapié en las puntas, para mejorar su hidratación, desenredar y evitar que se quiebren. La preocupación de Amanda por la salud de su pelazo es algo que viene de largo, la actriz se ha mantenido alejada de las agresiones habituales a las que se puede exponer el cabello, prácticamente desde que comenzó su carrera.

Cuestión de color

Si te fascina el rubio ceniza y luminoso de Amanda, lo has intentado recrear en alguna ocasión y el resultado nunca ha sido satisfactorio, te encantará saber que se trata de su rubio natural. Amanda Seyfried jamás se ha teñido el cabello. Cada vez que la actriz es interrogada por sus cabellos dorados, confiesa que no lo decolora de ninguna forma y que tan solo deja que su tono evolucione con el paso de los años.

Cuando era más joven tenía una clara tendencia al rubio platino, pero con la edad es cada vez más ceniza. Si bien es cierto que durante el rodaje de ‘Mamma Mia!’ se trataba de un rubio mucho más intenso y mechado, era su rubio natural, aclarado por el sol y el agua del mar. No es un secreto que los tintes pueden resultar muy agresivos para el cabello, resecándolo y debilitándolo. La actriz tan solo lo cuida con los cosméticos adecuados para que no pierda su brillo y deja que el color se matice de forma natural.

No a las fuentes de calor

Otra de sus frases más repetidas es “no utilizar fuentes de calor para secar o moldear el cabello” o, en su defecto, evitarlas al máximo. Por exigencias del guion, Amanda ha tenido que exponer su cabello en más de una ocasión, de ahí que en su día a día prefiera dejar que su melena se seque al aire y nunca trate de moldearla. “Cuando estaba en el instituto, solía llenar mi pelo de horquillas y dormía sobre ellas para despertarme con el cabello rizado o me pasaba la plancha del pelo cada día”, confesaba a 'Vogue' Estados Unidos.

La exposición prolongada del cabello a fuentes de calor no solo lo reseca sino que debilita las puntas, favoreciendo que se abran y, por supuesto, mata el brillo natural del pelo, algo que jamás veremos en la icónica melena de Amanda Seyfried.

Así que detrás del mejor pelo de Hollywood tan solo se esconden tres normas básicas: no lavarlo en exceso, evitar secarlo y moldearlo con calor y no teñirlo. Sencillo pero efectivo.