Victoria Beckham reina en belleza mientras David se acerca a la corona
Mientras David avanza hacia la nobleza oficial, Victoria ya ejerce como reina de su propio trono. Su marca no solo es rentable, sino que ha logrado el raro equilibrio entre exclusividad y deseo
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Este fin de semana David Beckham está a punto de recibir el mayor reconocimiento civil del Reino Unido: una knighthood por parte del rey Carlos III. Marca un antes y un después en la carrera del exfutbolista. La investidura como "Sir David" lo eleva a la categoría de caballero oficial, un gesto reservado a los británicos que han contribuido de forma excepcional a su país. Y nadie puede negar que Beckham, como embajador global, icono deportivo, rostro de causas solidarias y, sí, símbolo de estilo, cumple todos los requisitos.
El vínculo de los Beckham con la monarquía no es nuevo. Desde su investidura con la Orden del Imperio Británico hasta su asistencia a bodas reales y banquetes de Estado, David ha demostrado ser un “royalist” de corazón. Incluso esperó durante horas, como un ciudadano más, para rendir homenaje a la Reina Isabel II en Westminster Hall. Y aunque en el tablero de relaciones con la realeza los Sussex han quedado en jaque, su sintonía con los príncipes de Gales sigue intacta: desde campañas de salud mental hasta temas medioambientales, David y William comparten causas, sonrisas y respeto mutuo.
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Mientras David se prepara para recibir espada y título, Victoria también tiene su propia corona que lucir: la del imperio beauty mejor afinado del momento. Pasó de estrella pop a diseñadora de renombre y ahora, con su línea de belleza, se consolida como creadora de culto. Su última novedad no es un simple añadido a su gama de productos: es una declaración de intenciones. Su nueva colección de brochas de maquillaje, concebida con la meticulosidad de una calígrafa japonesa, es el resultado de años de obsesión por la herramienta perfecta.
“Cada brocha está aquí por una razón”, ha explicado Victoria en entrevistas. Inspiradas en la precisión del trazo artístico, están diseñadas para simplificar rutinas y elevar resultados. Desde delinear un smokey eye hasta aplicar base como si fuera un velo de seda, las brochas han sido elaboradas con formas ergonómicas y acabados que reflejan el minimalismo de su estética.
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No es un capricho de celebrity. Victoria ha construido su línea atendiendo a lo que echaba de menos en su propio neceser: eyeliners que no se deslicen, sombras que no parezcan moratones en fotos con flash, o un lápiz de cejas capaz de reparar los estragos de los noventa (spoiler: se llama Baby Blade y lo usa a diario, incluso en casa). Como ella misma ha dicho, “soy difícil de complacer y no lanzo nada que no sea lo mejor.
Belleza con memoria y con propósito
Lo fascinante de la propuesta de Victoria Beckham Beauty es su coherencia. Nada está dejado al azar. Cada lanzamiento bebe de su experiencia vital: la sombra para los párpados, por ejemplo, nació de su etapa como Spice Girl y su obsesión por los brillos en escena… aunque más de una vez acabara pareciendo que le habían dado un puñetazo en los párpados por culpa de pigmentos demasiado gruesos. De ahí su obsesión actual con la textura, la fijación y el tamaño del glitter.
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En cuanto a su filosofía de cuidado facial, Victoria predica lo que practica. Desde una doble limpieza suave hasta el uso de ácido láctico para una exfoliación eficaz, pero no agresiva, su enfoque es el de escuchar a la piel. Ella misma ha confesado alternar limpiadores según las necesidades de cada día, y reivindica el masaje facial como parte esencial de su rutina.
Un imperio familiar que no para de crecer
Mientras David avanza hacia la nobleza oficial, Victoria ya ejerce como reina de su propio trono. Su marca no solo es rentable, sino que ha logrado el raro equilibrio entre exclusividad y deseo. Y eso, en el saturado mundo de la belleza, es todo un logro. La pareja Beckham, siempre impecablemente sincronizada, demuestra que se puede construir legado desde el estilo, la constancia y la autenticidad. Uno en la corte real, la otra en el Olimpo de la cosmética. Y si algo queda claro es que, con brochas o con corbata, estos dos siguen marcando tendencia.
Este fin de semana David Beckham está a punto de recibir el mayor reconocimiento civil del Reino Unido: una knighthood por parte del rey Carlos III. Marca un antes y un después en la carrera del exfutbolista. La investidura como "Sir David" lo eleva a la categoría de caballero oficial, un gesto reservado a los británicos que han contribuido de forma excepcional a su país. Y nadie puede negar que Beckham, como embajador global, icono deportivo, rostro de causas solidarias y, sí, símbolo de estilo, cumple todos los requisitos.