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La revolución llega de la mano del desfile de Giambattista Valli
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PARÍS 2022

La revolución llega de la mano del desfile de Giambattista Valli

El arte preciosista del diseñador llegó ayer a la capital para demostrarnos que sabe de rebeldía (a su manera)

Foto: Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)
Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)

En la pared de su backstage, Giambattista Valli había fijado una foto tomada por Henri Cartier-Bresson en 1968 de una mujer joven sentada en la clásica parisina Brasserie Lipp luciendo un look cool y sofisticado. Junto a ella había una mujer mayor con una silueta clásica muy de los años 40 que le lanzaba una mirada severa de desaprobación. “Es lo que aprendí de París”, dijo Valli. “Las mujeres aquí tienen una actitud muy feminista de una manera muy moderna. Son muy complejas. No les importan las críticas. Solo quieren ser ellas mismas. Esto me encanta de las mujeres francesas. Son muy libres, muy fieles a sí mismas”, declaraba el diseñador a los medios minutos después del desfile.

placeholder Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)
Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)

Ayer noche se repitió la historia en París. Cualquiera que alguna vez se haya plantado en ese restaurante con un look completo de un diseñador llamativo habrá sentido esas miradas de desaprobación como la que relataba la foto. Porque una de las capacidades de Bresson es que sus imágenes no eran eso, eran historias, relatos de una sociedad en los que las mil palabras que transmitían esa captura valían, sí valían.

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Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)

Ese equilibrio entre lo chic y lo cool es el ingrediente mágico de las parisinas, ese que media Europa intenta evocar e imitar sin conseguirlo. Con sus cortes a lo garçon, con sus labios rojos, con ese estilo desenfadado y estudiado que es mágico para las que lo admiramos desde más allá de sus fronteras. La vanguardia y lo femenino se entremezclan en cada cruce de piernas de esas brasseries que no se enfocan a la conversación entre los de la mesa, sino a ver pasar y a mirar con esa cara de desaprobación. Esos looks provocadores son los que ha subido Giambattista Valli a la pasarela, cargados de su ya reconocible feminidad romántica, cargados de volantes, volumen e historias que merecen ser contadas y mostradas en la calle.

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Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)

Vemos en todos los looks una rebeldía perpetua, una revolución generacional que repasaba varias décadas. Desde la apertura con un diminuto vestido camisero blanco que llevaba la chica de la foto de Cartier-Bresson, continuó con referencias a los años 60 cuando las minis se convirtieron en pantalones acampanados al llegar las protestas del mayo del 68. Abrigos de jacquard, largos, muy largos, con ribetes de piel sintética, evocaban aquellas prendas con las que los estudiantes se lanzaron a las manifestaciones, pero también alguna silueta más clásica para no romper con esa estética parisina que fue el hilo conductor de esta colección.

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Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)

El objetivo, tras los acontecimientos acaecidos en las últimas semanas con la guerra, era lanzar un mensaje de esperanza y optimismo, de renacimiento. Para ello utilizó el peinado como símbolo, como ya han hecho algunas políticas ucranianas en el pasado. Recogiendo sus melenas con un wet, un renacimiento por lo menos estético. Y acompañó su paseo con una emotiva pieza de Max Richter que hizo que el desfile se desarrollara envuelto en una calma sombría. El camino de la revolución de Valli concluyó con una serie de hermosos vestidos voluminosos de tul ligeros y etéreos que harían parar las miradas de los clientes de cualquier brasserie.

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Giambattista Valli. (Reuters/Piroscka van de Wouw)

En la pared de su backstage, Giambattista Valli había fijado una foto tomada por Henri Cartier-Bresson en 1968 de una mujer joven sentada en la clásica parisina Brasserie Lipp luciendo un look cool y sofisticado. Junto a ella había una mujer mayor con una silueta clásica muy de los años 40 que le lanzaba una mirada severa de desaprobación. “Es lo que aprendí de París”, dijo Valli. “Las mujeres aquí tienen una actitud muy feminista de una manera muy moderna. Son muy complejas. No les importan las críticas. Solo quieren ser ellas mismas. Esto me encanta de las mujeres francesas. Son muy libres, muy fieles a sí mismas”, declaraba el diseñador a los medios minutos después del desfile.

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