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Las fronteras en la moda (y en la vida) de Paco Rabanne
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Las fronteras en la moda (y en la vida) de Paco Rabanne

Revolucionario, icónico y elegante, así fue la vida y obra de uno de los mayores creadores de todos los tiempos

Foto: Paco Rabbane (Getty Images)
Paco Rabbane (Getty Images)

Al analizar la vida de Paco Rabanne, podemos correr el riesgo de quedarnos o de resaltar sus últimas apariciones públicas (la última en 2014), donde la persona o el genio se transformó en un personaje. Siempre existe la tentación de hacer referencia a él por su obsesión con la nave espacial MIR, que avanzó, que caería en París destrozando la ciudad, o sus afirmaciones sobre haber vivido en la época de los faraones.

Su pasión por el esoterismo, afición que también tenían otros grandes, como fue el caso de Christian Dior, le dio más sinsabores que alegrías antes de retirarse de la escena pública en 1999 y pasar a vivir un exilio silencioso en el norte de Francia. Por eso, y con motivo de su fallecimiento a los 88 años, hay que reivindicar con firmeza la figura de uno de los genios más visionarios de la moda. Porque si bien es cierto que las cosas no le iban bien cuando sobre el papel se ponía a interpretar a Nostradamus, pocos son los diseñadores que han sabido tener una mente más futurista y acertada que él en la moda.

Foto: El diseñador Paco Rabanne, en una imagen de archivo. (Getty)
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La vida de Rabanne, en parte, ha sido una búsqueda de fronteras o, mejor dicho, de su superación. Lo hizo desde pequeño, cuando tuvo que abandonar nuestro país por la Guerra Civil y lo hizo también sobre la pasarela. En 1938 llegó a París huyendo de una España que comenzaba a vivir con la mano en alto. Su padre, un coronel republicano, había sido fusilado durante la contienda, y su madre, costurera en San Sebastián del genial Cristóbal Balenciaga, se exilió a Francia para buscar una vida más segura para su familia, además de acudir con la idea de apoyar al maestro de la costura en la apertura de su casa en la Ciudad de la Luz. Fue allá donde el joven Francisco Rabaneda (su verdadero nombre) se crio, embebiendo el particular idioma de la casa Balenciaga desde pequeño.

Criado, por tanto, en Francia, Rabanne siempre se consideró español, nacionalidad de la que presumía y hacía gala. Los primeros pasos, eso sí, no los dio en la moda, sino en la arquitectura. Estudió la carrera en la Escuela Nacional de Bellas Artes y allí fue donde se dio cuenta de la importancia de los volúmenes, de la lógica de los metales y de las dimensiones del espacio. Este camino le llevó a la moda, que entendió como el campo donde podía desarrollar el imaginario que estaba proyectando, es decir, como una frontera que superar.

Se inició en ella en 1958 como creador de accesorios para Dior, Balenciaga o Givenchy. Entonces firmaba como Frank Rabanne. No fue hasta 1965 cuando apareció la firma Paco Rabanne tal y como la conocemos hoy en día. Fue también en ese momento donde se gestó la revolución que le haría entrar con letras de oro en la historia de la moda.

Junto con André Courrèges y Emanuel Ungaro (formados en Balenciaga) y Pierre Cardin, conformó lo que se llamó el grupo de los diseñadores espaciales. En una década, la de los 60, en la que la carrera espacial estaba en pleno desarrollo, estos creadores presentaron unas colecciones que respondían a esa idea de futuro y de conquista del más allá celeste. Otra vez las fronteras llegaban para marcar la vida de Rabanne. Y, sin lugar a dudas, él fue el que más lejos se lanzó de todos ellos. Su colección denominada ‘Manifiesto’ fue, según él mismo definió: “12 vestidos imposibles de llevar de materiales contemporáneos”. Eran diseños en discos y placas de plásticos rhodoïd que derrumbaron todo lo establecido con anterioridad a él. La ropa ya no tenía que ser confeccionada con textiles, sino que los nuevos materiales podían también responder a esa juventud que demandaba novedad. “Siempre he hecho vestidos brutales de un modo intencionado… Las convenciones están hechas para superarlas”, aseguraba a la historiadora Lydia Kamitsis en 1995.

placeholder El diseñador Paco Rabanne, en una imagen de archivo. (Cordon Press)
El diseñador Paco Rabanne, en una imagen de archivo. (Cordon Press)

El nylon, la poliamida y el metal, también conformaron los materiales de trabajo con los que Rabanne construyo un imperio que saltó también a las fragancias. Allí llegó para arrasar y, de hecho, hoy en día siguen siendo una fuente ingente de beneficios para Puig, la compañía española que adquirió la firma en 1986.

Esta intencionada provocación o interés por superar las convenciones, le granjearon también críticas, como las de Coco Chanel que siempre le apodó “el metalúrgico”. Pese a eso, él siempre prefirió ser considerado un artesano, un profesional que valoraba el trabajo manual y comprendía el alma de los materiales. La importancia de estos siempre estuvo muy presente de hecho. Incluso en sus últimas colecciones, allá por los años 90, se puede apreciar su idea de placas de materiales como el neopreno unidas por anillas, que crean una sensación de armadura.

placeholder Un joven Paco Rabanne en pleno trabajo con materiales alternativos. (Getty Images)
Un joven Paco Rabanne en pleno trabajo con materiales alternativos. (Getty Images)

Pero, frente a la extrema dureza que esto podría suponer, la poesía siempre se encontraba en sus creaciones. Ya fueran los diseños para Françoise Hardy o los que realizó para Audrey Hepburn en ‘Dos en la carretera’ (1967), la feminidad siempre estaba presente. Como también sucedió en ‘Barbarella’ (1968), película que le hizo pasar también a la historia del cine con una historia fantástica en la que Jane Fonda se enfundaba sus sensuales ‘armaduras’ para dejarnos una de las imágenes más icónicas del cine del siglo XX.

Retirado en la Bretaña francesa, Paco Rabanne decía adiós al mundo este viernes. Un mundo que él conoció vestido en seda, algodón y lino, y que, gracias a él, descubrió que la moda no tiene fronteras. Y si no él estaría allí para derribarlas.

Al analizar la vida de Paco Rabanne, podemos correr el riesgo de quedarnos o de resaltar sus últimas apariciones públicas (la última en 2014), donde la persona o el genio se transformó en un personaje. Siempre existe la tentación de hacer referencia a él por su obsesión con la nave espacial MIR, que avanzó, que caería en París destrozando la ciudad, o sus afirmaciones sobre haber vivido en la época de los faraones.

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