Todos los detalles del bolso viral con calabazas que da la vuelta al mundo

Pocas colaboraciones en la industria de la moda están siendo tan fructíferas como la protagonizada por Louis Vuitton y Yayoi Kusama. Fue hace diez años cuando la artista japonesa y la casa francesa suscribieron su primera alianza juntos. Desde ese día hasta hoy, son cientos y todas muy coloridas las piezas que se han colado en los armarios de las prescriptoras. Hace bien poco, volvieron a firmar un nuevo triunfo en clave fashion.

A principios de 2023, la línea Painted Dots, repleta de lunares irregulares, desplegó sus artísticos encantos en las redes sociales, y sus bolsos, todos objetos de deseo a manos de las insiders, colapsaron el street style mundial. Una colección que basó sus diseños y motivos en los rescoldos que la maison había conservado de aquella unión inicial y que, repetimos, fue un éxito de masas.

Cuatro meses después, la historia parece repetirse con un último capítulo. A un lado, la mirada vanguardista de Yayoi Kusama y, al otro, el lujo fashonista de Louis Vuitton, esos ingredientes no cambian. Sí muta el elemento principal: los topos desaparecen y ceden espacio en los bolsos icónicos de la casa francesa a, atención, las calabazas. Original, ¿verdad? Pues esta fruta anaranjada es la reina sobre el asfalto mundial.

Bautizada directamente con el nombre Pumpkin, que traducido al castellano significa calabaza, en palabras de la marca, su ensalzamiento tiene una explicación: "Cautivada por su divertida forma redonda y su cualidad humana, Yayoi Kusama encuentra consuelo en las calabazas. El motivo 'pumpkins' es un homenaje a su encanto sentimental y adorna varias piezas de Louis Vuitton en múltiples colores con llamativos gráficos".

Muchos desconocen que, a sus 94 años y asentada como una de las artistas contemporáneas más relevantes, Kusama, desde 1977 hasta el día de hoy, por decisión propia, vive encerrada en un hospital de salud mental en el distrito de Shinjuku, haciendo del arte su terapia y de las calabazas un símbolo en esa ansiada sanación mental que tanto anhela.

Ese fruto naranja, que calma y da paz a la japonesa, se estampa y borda a todo color en un sinfín de accesorios y prendas con la etiqueta de Louis Vuitton como máximo exponente del lujo actual. La marca continúa y perpetúa así su diálogo creativo con la artista.

Si las modelos Bella Hadid, Christy Turlington y Natalia Vodianova ejercieron de imagen para la campaña anterior, esta vez es el cantante Justin Timberlake el elegido por la maison para presentar la colección cápsula.

Hay una buena exposición de muestras de moda: zapatillas de deporte, carteras, sandalias con suela track, pañuelos de seda, maletas, collares, llaveros y, destacando, el muestrario de bolsos. Superventas como el Speedy, el OnTheGo, el Nerverfull o el Néonoé ven modificada su apariencia clásica con la lona Monogram gracias al colorido de las calabazas que idea Kusama. Una silueta curvada que, además de teñirse con una paleta cromática llamativa, se decora con las secuencias de lunares perfectamente alineados que siempre están presentes en el imaginario de la artista.

Figuras estelares del street style como la danesa Emili Sindlev o la estadounidense Aimee Song han caído rendidas ante los encantos de la colección. De un lado del mundo al otro, conquistando también a nuestras celebrities. Las actrices Paula Echevarría e Hiba Abouk han sacado a pasar el bolso con calabazas a pie de calle. Incluso la musa de Vuitton, Ana de Armas, ha sido avistada por Nueva York llevando un bolso del brazo.

Los precios de los susodichos objetos de deseo varían en función del tipo de bolso. Por ejemplo, el más pequeño de su gama, el Speedy 20, cuesta 1.960 euros, y el más grande, 2.060 euros.

Un mix de ingredientes que se repite una y otra vez, recordemos, arte, lujo, moda, redes sociales y prescriptoras de moda, que han alumbrado un nuevo triunfo que viene a engordar el abarrotado historial de éxitos de la maison francesa.