Así fue el 'dress code' de la coronación de Isabel II y así esperamos que sea el de Carlos III

Es una de las grandes incógnitas en torno a la coronación del rey Carlos III. ¿Cómo deberán vestir los miembros de la familia real británica? ¿Cuál es el 'dress code' que marcará el acto? A pesar de estar a solo unos días, poco o nada se sabe de este asunto relativo a la moda. Lo normal sería disfrutar de un despliegue de looks para recordar. Con la reina Camila y Kate Middleton a la cabeza del escuadrón, y la presencia de otras ilustres invitadas, anótense los nombres de la reina Letizia, Máxima de Holanda o la princesa Mette-Marit de Noruega, imaginamos un gran desfile. Pues todo apunta a que no será así.

Ni vestidos de alfombra roja, colas, joyas deslumbrantes, ni tiaras. Son varios los medios de comunicación británicos que apuntan a un 'dress code' más relajado. ¿Significará esto que los atuendos a lucir serán informales? La respuesta es que no, pero ese mayúsculo despliegue se quedará únicamente en un deseo.

Atendiendo a la idea de nueva monarquía que Carlos III pretende instaurar durante su reinado, ese código de vestimenta relajado que 'The Telegraph' da por sentado hace referencia en realidad a que la ostentación vivida en la coronación de su madre, la reina Isabel II, desaparecerá por completo. La lectura interna de esta decisión esconde dos mensajes. El primero, los estilismos de la familia real y de los asistentes serán recatados y regios, pero en ningún caso perderán la formalidad que un evento de tal envergadura exige. El segundo, un cambio de atuendo en la vestimenta habitual que, en un supuesto así, deberían llevar los miembros de la Cámara de los Lores.

Formada por representantes eclesiásticos, entre los cuales se encuentran arzobispos y obispos, los llamados lores espirituales, y por magnates elegidos por el monarca, los lores seculares, conforman el grupo de nobles del Parlamento de Reino Unido. Tuvieron un papel relevante en la coronación de 1953 y lo tendrán en la que viviremos el próximo 6 de mayo en la abadía de Westminster.

Para entender su rol, debemos retroceder en el tiempo y recuperar las imágenes del gran día en la vida de Isabel II, el día que se coronó como reina de Inglaterra. El pomposo atuendo de la monarca fue obra del diseñador Norman Hartnell y, tras varios fallidos intentos (un total de 9), la versión final fue un vestido de seda en color blanco con bordados que aludían a los emblemas florales de los países de la Commonwealth de la época. Con el cuerpo encorsetado, presentaba manga corta decorada con lazos, escote cuadrado en línea corazón y la falda voluminosa de patrón princesa. Dejando su vestido a un lado, nuestras miras se centran en los acompañantes que rodearon a la joven reina. Estos son, precisamente, los miembros de la Cámara de los Lores de aquel entonces. Nobles y eclesiásticos, en torno la hija del rey Jorge VI, tal y como el protocolo imponía en ese solemne acto.

Imponía e impondrá en la actualidad. No será igual, pero el rey Carlos III también se situará en el centro de la estampa y, a su alrededor, los actuales lores espirituales y seculares que hoy conforman la mencionada cámara del Parlamento británico. Decimos que no será igual por un detalle sobre la vestimenta que deben lucir.

Si en la coronación de Isabel II presumieron de las túnicas y las coronas propias del acto, unas piezas exageradas en cuanto al diseño, las formas y los aderezos, esta vez, y por petición expresa de la Casa Real, tendrán que abstenerse y no usarlas. Según los tabloides, fuentes cercanas a Carlos III han pedido expresamente a los lores que mantengan ese vestuario en el fondo del armario y en su defecto se enfunden en las túnicas básicas que lucen cada año para asistir a la apertura del Parlamento. La razón vuelve a atender a ese concepto de monarquía más moderna y austera que el nuevo soberano desea implantar y, por supuesto, poner de manifiesto.

Otra cosa diferente es cómo vestirán Camila, Kate Middleton y las otras mujeres de la familia real británica. La incógnita se cierne ante este respecto. Las pocas informaciones publicadas en el Reino Unido revelan tres claves: de corto, con tocados y sin tiaras.

Hace unos días, la cuenta oficial de Instagram de The Royal School of Needlework (Real Escuela de Costura en castellano) publicaba las primeras imágenes de la túnica que la reina consorte lucirá durante el acontecimiento histórico, que tendrá lugar el próximo 6 de mayo. De esta manera, la pieza, completamente personalizada y confeccionada en exclusiva para esta ocasión, junto al proceso creativo de Ede & Ravenscroft, los sastres más antiguos de la capital de Reino Unido, quedaba al descubierto.

En las instantáneas se apreciaba una impresionante prenda, elaborada en terciopelo púrpura, que promete convertirse en la protagonista de la coronación de Carlos III debido a su cola infinita, que bañará la abadía de Westminster, además de iluminar con sus múltiples bordados, por supuesto, a mano, realizados con hilo de oro y que esconden múltiples significados. La túnica es la máxima expresión de la personalidad de Camila Parker Bowles, debido a que recoge no solo sus iniciales, sino también sus insectos y flores favoritas, símbolo de su interés por la naturaleza y el medioambiente.

Si bien Camila portará la corona de la reina madre María de Teck, eso sí, con ciertas modificaciones en su estructura original (se incorporan nuevas piedras preciosas), los medios británicos sostienen que ni Kate ni el resto de princesas llevarán tiaras y sí tocados, sombreros o adornos similares en la cabeza. Lo mismo en las prendas de sus looks. No serán largos ni llamativos, sino todo lo contrario: trajes de largo midi o cortos de estructuras sencillas, patrones depurados y colores neutros que no acaparen protagonismo y que, por ende, dejen que el simbolismo del acto sea la gran noticia en la coronación y no los estilismos de las damas.